jueves, 31 de mayo de 2018

Jesús Chávez Marín. Monólogo celular

(Foto Martín Chávez Bejarano).
Monólogo celular


Por Jesús Chávez Marín


Ay, este. Se la pasa todo el santo día con el celular y ni me pela, nada más falta que también esté chateando con la descarada de Sonia, qué tipa. Ya estoy otra vez de amargada, bien me lo dice mi mamá: si vas andar con tu carota mejor ni salgas, Hortensia, pero es que llegó Samuel y me invitó dizque al cine, pero no había boletos, qué mala suerte. Está guapo pero es muy distraído, dice que es genio pero para mí que es un pendejo. Otro. Puros de esos me tocan.








Jesús Chávez Marín fue profesor de literatura en la Escuela Preparatoria Ángel Trías, en el Centro de Educación Artística David Alfaro Siqueiros y en el Colegio de Bachilleres, planteles 1 y 4. Publicó los libros:
Te amo Alejandra cónicas
Aventuras de coctel crónicas
Yo soy tu hora del recreo
Coralillo
Tecomblates
Mudanza de Jazmín (en coautoría con Arelí Chavira)
Compilador de los libros:
Rocío de historias (junto a Dolores Gómez Antillón)
Voces de viajeros (junto a Dolores Gómez Antillón)
Nueve leyendas de Chihuahua.
Publica estos blogs y redes sociales:
https://www.creatividadinternacional.com/profiles/blog/list?user=06...
https://jesuschavezmarin.blogspot.mx/
https://estilomapula.blogspot.mx/
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https://www.facebook.com/CultUACH/

Jesús Chávez Marín. A la orilla del melodrama su sombra

A la orilla del melodrama su sombra


Por Jesús Chávez Marín


A un lado mi sombra. En este escenario puedo acomodarla donde quiera, todo es asunto del sistema de luces; pero en cuanto salgo fuera el sol señala su derrotero y quizá mi destino. Así el teatro. En el foro soy otra. Otras. Las que me indiquen el guion, el director o mi análisis del personaje; ¿por qué no puedo hacer lo mismo con mi vida? Allí no sé quien escribe la dramaturgia ni tengo maldita idea de los parlamentos de los otros protagonistas. Ayer Alonso me salió con que quiere irse, así nomás: dice que quiere recuperar su libertad. Su respiración, dijo. Nunca habló de Selina, la actricita con la que se enredó en la gira del Sur y que se imagina que no me enteré desde el principio, en Guadalajara, donde dimos cinco funciones. Pensé que sería una cosa de nada, como otras veces: un amorío sin importancia de los que acostumbra y de los que yo disimulo como si no pasara nada, bueno, ni modo, así es el teatro, yo misma he tenido mis queveres, para qué es más la verdad. Y no nada más el teatro sucede, así son todos, ya ves mi comadre Rosy, toda una señora decente, doctora y toda la cosa, pero bien que le da vuelo a la hilacha en el hospital donde ella es La Especialista. La diferencia es que yo sí soy discreta y cuido por sobre todo nuestra relación, no como el imbécil de Alonso que hasta presume con sus amigos de sus conquistas de ocasión. Pero esta vez creo que este cabrón ya se me salió del huacal y se ande tomando la gira en serio. Por lo que me dijo ayer, ya se va. Desgrraciado.









Jesús José José fue profesor de literatura en la Escuela Preparatoria Ángel Trías, en el Centro de Educación Artística David Alfaro Siqueiros y en el Colegio de Bachilleres, planteles 1 y 4. Publicó los libros:
Te amo Alejandra cónicas
Aventuras de coctel crónicas
Yo soy tu hora del recreo
Coralillo
Tecomblates
Mudanza de Jazmín (en coautoría con Arelí Chavira)
Compilador de los libros:
Rocío de historias (junto a Dolores Gómez Antillón)
Voces de viajeros (junto a Dolores Gómez Antillón)
Nueve leyendas de Chihuahua.
Publica estos blogs y redes sociales:
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lunes, 28 de mayo de 2018

Jesús Chávez Marín. 50 en la literatura.

(Foto Martín Chávez Bejarano).

50 en la literatura



Por Jesús Chávez Marín


En un espejo se refleja el retrato de Adriana y Martín; por el arte de la fotografía estoy con ellos en ese bar tradicional celebrando que este día se cumplen 50 años de mi primer texto publicado. Apareció el 13 de mayo de 1968 en una revista estudiantil que se llamaba Mundo Regional cuando yo estaba en tercero de secundaria en el Instituto Regional de Chihuahua; en esa escuela cursábamos estudios oficiales 29 estudiantes del Seminario Conciliar de Chihuahua. En la clase de literatura, los de Tercero tuvimos la buena suerte de tener como profesor a José Treviño Botti, un maestro jesuita que era magnífico escritor: sin aspavientos nos educó en el amor alegre y exacto de la literatura. Él fundó esa revista y a muchos allí nos inició como escritores.

domingo, 27 de mayo de 2018

Dolores Gómez Antillón. Insaciables

Insaciables

Por Dolores Gómez Antillón

Quedamos de vernos el fin de semana con planes de salir a La Sierra, a la casa de unos amigos que amablemente nos la ofrecieron. Hicimos las compras  de víveres para nuestra estancia, por supuesto el vino para después y para antes de nuestra fiesta de amor, el placer el deseo la pasión.
Alisté mi ropa interior y exterior, él haría su maleta. Escogí algunos juegos de lencería provocativos, entre ellos uno rojo y medias de malla rojas con su liguero, zapatillas rojas, negras y blancas.
Platicamos contentos todo el camino, entre sonrisas nos besamos apasionadamente. Salió un momento hacia una brecha, nos besamos  ansiosos, las ganas contenidas se salieron de control como siempre, nos quitamos lo necesario para unir nuestra piel plural y empezar con el vaivén de los  cuerpos; sin dejar de besarnos vinieron uno tras otro los orgasmos. Gritando emocionados llegamos al clímax y extenuados por tanta agitación nos quedamos unidos en un solo cuerpo. Nos arreglamos un poco la ropa y con una gran carcajada nos besamos y seguimos el viaje.
La carretera ofrecía un paisaje esmeralda y flores como girasoles, alcatraces, bugambilias , margaritas, una vista maravillosa hasta llegar al pueblito que desde la llegada alegraba con música la plaza donde había una verbena y vendimia de fritangas, dulces de la región, algodones de azúcar y mil cosas más.
Decidimos  llegar a la bella casita de campo hecha de ladrillo y madera con unas enredaderas de mantos bellísimas, unos escalones para subir a la puerta principal. Había un portal con mecedoras para ver los atardeceres. Tenía una salita con sillones, la cocina, un baño y la recámara con un colchón grande, un  cobertor rojo y cojines blancos pachones, un  ventanal grandioso de cortinas blancas y un peinador antiguo.
Fuimos a dar una vuelta por el pueblito y llegamos hasta una gran alameda que bordeaba los lados del río Papigochic.
Nos sentamos a la orilla del majestuoso río, recostados en el prado y recargados  en uno de los álamos, descalzos, metimos los pies en el agua tibia y cristalina.
Embelezados miramos la belleza del paisaje; el murmullo del agua  nos excitó a tal grado que en el prado iniciamos nuestro ritual, nos besamos intensamente la cara , el cuello , oídos y boca, nos quitamos la ropa. Nuestros cuerpos frente a frente tocando cada una de nuestras partes, con mis manos rocé su miembro erecto y de solo acariciarlo tuve un orgasmo al imaginar  el momento en que el relámpago electrizante de su cuerpo me atravesaría con impaciencia. Abrí las piernas, penetró mi laberinto no sin antes besar mis labios caracolas. Sentí un leve mareo, flotábamos en no sé qué parte del universo con los cuerpos atados por mi ninfa y su rayo que nos hacía vibrar y llorar de placer, colmando nuestras ganas. Un lazo de pasión nos hizo gemir y gritar de alegría. Mirándonos  fijamente nos dijimos te amo, te amo. Sin dejar de acariciarnos descansamos unos momentos en aquel silencioso lugar cuya única voz era el murmullo solidario del río. Nos vestimos y fuimos a la plazuela para curiosear; compramos algodones de azúcar y jugueteando con ellos nos fuimos a la casita.
Nos pusimos a cocinar pues teníamos mucha hambre; hicimos una ensalada de verduras, frutas y crema, unas quesadillas en tortillas de harina y un corte de carne deliciosamente asada en su jugo con cebollitas y nuestro vino. Me puse uno de los juegos de ropa preparada para el amor, una tanga roja y brasier rojo con medias de malla y liguero, desde luego todo rojo, a él le encanta.
Nos pusimos leer poemas de Neruda, el 15 nos atrapó:
Me gusta cuando callas porque estás como ausente
Y me oyes desde lejos y mi voz no te toca
Parece que los ojos se te hubieran volado
Y parece que un beso te cerrara la boca
Como todas las  cosas están llenas de mi alma
Mariposa de sueños te pareces a mi alma
te pareces a la palabra melancolía...                                                                        
Nos excitamos de tal forma que tocamos las fibras más profundas de nuestros corazones. Seguimos leyendo unas líneas más y nos besamos con premura. Nuestras ganas nos quemaban, nos acariciamos y me fuiste quitando delicadamente mi ropa y yo la tuya. Me besaste desde los pies, siguiendo por todo el cuerpo, llegaste a mi intimidad desde mis muslos, los pechos; coincidimos en mi laberinto, besándonos con pasión yo acaricié tu bello rostro y lo besé muchas veces hasta que acercamos   nuestros cuerpos y envueltos  en la perfumada  profundidad de nuestra piel, se entregaron  con ansiedad, nos movíamos cadenciosa pero enfáticamente, nuestros corazones taquicárdicos se aferraban a los sentidos placenteramente desatados que en vertiginoso vuelo nos llevó  a un valle  verde, hermoso, donde seguimos con  pasión. Arrodillados fuimos acercando los cuerpos hasta que entrecruzamos las piernas  uniendo las ganas, empezamos a cabalgar al ritmo acelerado del deseo, besando al mismo tiempo nuestros labios, entre gemidos y gritos  estallaron las fuentes del amor que nos mojaron  los muslos. Abrimos los ojos y las estrellas estaban cercanas  con un brillo intermitente,  azul, blanco, dorado,  y rojo, bellas  florecitas celestiales. Estábamos en terreno divino. Así poco a poco, abrazados volviste a Neruda :
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca…
Fue un sueño de amor, una sinfonía mágica e inolvidable. Dormimos y en mis sueños hablaba con Dios y le daba las gracias por tanto amor.
Al día siguiente mi amor me llevó desayuno a la cama, dándome los buenos días con un beso al que yo correspondí. Nos bañamos y ya vestidos decidimos ir a la iglesita del pueblito donde delante de la imagen de un Cristo sonriente y feliz ofrecimos  nuestro amor con un ramo de rosas blancas. Salimos y nos dirigimos muy contentos  a conocer un poco más del encantado lugar, de la naturaleza.
Caminamos por los alrededores y llegamos a una casa de artesanía, me gustó una blusa bordada a mano y a él un playera. Así   llevamos un trocito de aquel pueblo maravilloso;  sin darnos cuenta caminábamos bajo la lluvia que nos mojaba; hasta que vimos a la gente corriendo nos dimos cuenta que estábamos empapados.
Apresuramos el paso hacia la casita, al entrar nos desvestimos. Al vernos desnudos nos abrazamos  y con nuestros cuerpos nos calentamos porque sentimos  el deseo de poseernos. Las ansias de mi cuerpo fueron colmadas cuando él rozó con sus bellos labios mi ninfa que esperaba por él, yo acariciaba su pene, nos besamos los muslos y todo, atraje apasionada su cuerpo y vi en sus ojos claros y hermosos el fuego del deseo; las ganas crecían con fuerza . Ya unidos iniciamos con los movimientos que guiaban nuestro amor y el deseo irresistible unió nuestros ríos provocando en cascada orgasmo tras orgasmo. Llegamos al clímax con gemidos, gritos de regocijo, dolor, placer y llanto,  abrazándonos con tal fuerza pues era tanta nuestra  excitación, el organismo  estaba sediento pero como en esos momentos el tiempo no existe , gozosos nos recostamos  el uno junto al otro  sudorosos y gritando gracias amor. Gracias.
Tomamos una copa de vino y al saborearlo nos besamos con las ganas aún encendidas.
La  tormenta había cesado. Nos bañamos. Sentimos hambre, hice  una carne seca con chile colorado, calentamos tortillas de harina y guisamos unos frijolitos con queso que acompañamos con una taza de  chocolate, nos dispusimos a degustar nuestros sagrados alimentos no sin antes dar las gracias a Dios por todo. Servimos una copa de vino y salinos al portal a ver el cielo cuajado de estrellas embajadoras de una luna llena que nos iluminaba con su brillantez.
Ya listos  para partir al día siguiente, tomamos nuestras cosas y nos despedimos de la casita que nos había dado posada. Dormimos plácidamente , él me despertó con un beso y musitando dos versos del poema de Neruda:
parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boc…




Dolores Gómez Antillón es licenciada en letras españolas con maestría en educación por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Chihuahua, de la que después llegó a ser directora. Ha publicado los libros Rocío de historias cuentistas de Filosofía y Letras, Apuntes para la Historia del Hospital Central Universitario y Voces de viajeros.