sábado, 1 de noviembre de 2025

Una promesa

 


Una promesa

 

Por Guadalupe Ángeles

 

En otra parte del mundo existe un árbol, un viento o una leyenda que ha de salvarte.

Ante esa promesa, pronunciada quizá milenios atrás, rescatada por el ánimo tan propio de ella, que resucitaría al más antiguo de los animales sobre la tierra con el ojo simple de la niñez que nunca le abandonó; ante esa promesa, en ella, edificó su andar por el mundo. Sí, ella podía imaginar (recordar quizá) cómo su mirada se detuvo en las páginas de aquel libro leído hace tantísimos años, páginas hermosamente impresas en las que la promesa permanecía oculta, tal como los seres de profundidades, aquellos agitan sus cuerpos delicados al impulso de corrientes marinas, ahora heladas, ahora cálidas, lejos de toda mirada.

Sí, ahí estaba la promesa, ella solo debía conocer el nombre (y la figura por supuesto) de todos los árboles existentes; solo debía saber dónde nacía cada uno de los vientos bautizados por los hombres a lo largo de la historia. E ir ahí. Exponer su cuerpo a esos vientos. Abrazar esos árboles.

¿Tarea de toda una vida? Quizá. Pensaba en ello al avanzar bajo el agua, ahí, donde le era imposible olvidar a la niña de estatura inverosímil que duerme en lo profundo de la fábrica abandonada, entretejidos sus brazos a su cabello igualmente inacabable; venía aquella imagen a su pensamiento y era tan real como cada una de sus certezas, porque gracias a ellas ha nombrado árboles y busca su abrazo con la ingenuidad fingida de quien sabe que ninguna orfandad carece de ese impulso para abrazar árboles y es ahí, en ese movimiento de la voluntad, donde encuentra la forma ideal para dar el primer paso para salvarse.

Era una tarea infinita, quizá, pero no temía continuarla porque desde la infancia, sin saberlo, la había iniciado; y si bien es cierto que ningún ser finito es capaz de llevar a buen término una tarea infinita, también es cierto que empeñarse en ella vale para dar sentido a la existencia.

Fue así, luego de ser recibida con un amor inesperado y hasta entonces desconocido en aquella ciudad tan lejos de la suya, donde conoció el nombre de aquel viento y un poco en serio y un poco en broma hizo la pregunta que le abrió una nueva ruta en el múltiple camino hacia la salvación: ¿Me da un cierzo para llevar?  

 


Guadalupe Ángeles nació en Pachuca, Hidalgo. Fue directora de la revista Soberbia. Entre sus obras se encuentran Souvenirs (1993), Sobre objetos de madera (1994), Suite de la duda (1995), Devastación (2000), La elección de los fantasmas (2002), Las virtudes esenciales (2005) y Raptos (2009). Ha colaborado en ÁgoraEl FinancieroEl InformadorEl OccidentalLa Jornada Semanal; en las revistas electrónicas nacionales Al margen y Argos y en las españolas: Babab y EspéculoPremio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos 1999 por Devastación.

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