miércoles, 15 de noviembre de 2017

Raúl Sánchez Trillo: Octubre

Octubre cien años

Por Raúl Sánchez Trillo

Viva la URSS, solía gritar mi amigo Fernando Betancourt en actitud irreverente, tapándose la boca, muy a la sorda, a la hora de los aplausos en cuanta reunión o mitin izquierdista que tuviese lugar a finales de los años setenta. Yo todavía no puedo resistirme a hacerlo, aunque sea cada vez menos mi asistencia a ese tipo de reuniones. Era una buena guasa, pues por aquellos años suscribirse a las ideas socialistas generalmente implicaba una relación con la URSS, conocimiento de su historia, de la revolución de octubre y sus próceres, Lenin sobre todo.

También del heroico pueblo soviético y sus sacrificios para vencer al nazismo. Y hete aquí que nos suscribíamos, vía solicitud a la embajada Rusa, al Boletín de la URSS, una revista muy bien impresa, a todo color, en la cual se mostraban los grandes logros del socialismo, el éxito de los planes quinquenales en la producción de cereales y la construcción de siderúrgicas. La revista llegaba puntualmente cada mes, por el milagro del correo mexicano, gratis. Rubias mujeres campesinas y atléticos obreros soviéticos como si las esculturas del realismo socialista cobrasen vida.

Había otra revista Sputnik, selecciones de la prensa soviética, copia del Selecciones gabacho. El frente propagandístico era amplio e incluía la editorial MIR, de cuyas prensas salían a todo el mundo los textos del marxismo leninismo. El Manifiesto Comunista, las obras de Marx y Engels, completas o escogidas. Las de Lenin eran un chingal de tomos, la recopilación de artículos sobre temas coyunturales que podían extrapolarse hasta para ganar una asamblea estudiantil, porque pos si, se citaba mucho a Lenin como argumento de autoridad.

Dudo que alguien las hubiera leído todas, creo que más bien se compraban por fetichismo, muy caras no eran. Yo, diletante como siempre, compré las obras escogidas de Marx y Engels en dos tomos. Me llegaron por correo certificado. En la sucursal que me correspondía me entregaba los libros, como con cierta complicidad, un empleado de apellido Tuñón, del cual supe despues se decía era informante.

Circulaban obras de divulgación como la Economía política de Nikitin o las lecciones de filosofía marxista de Politzer. Los clásicos literariós La madre, Así se templó el acero y La joven guardia, oh cómo olvidarla si era el himno de las juventudes comunistas. Había también la solidaridad con los pueblos que luchaban por su liberación, como bien dictan los principios del internacionalismo proletario.

Moscú era un faro, la dirección hacía la cual todo revolucionario deseaba marchar. La URSS era la materialización de las ideas del "socialismo científico" de Marx y Engels, gracias a Lenin, quien había logrado un modelo de vanguardia, el Partido Comunista, capaz de conducir la revolución e instaurar la dictadura del proletariado. Por eso los revolucionarios se auto llamaban marxistas leninistas.

En los setentas el "socialismo real" mostraba grandes fisuras. La invasión de Checoslovaquia en plena rebelión juvenil puso sobre la mesa todo lo que se sabía sobre el régimen soviético, pero que se mantenía bajo control con la propaganda y la coptación de muchos intelectuales. Pocas voces críticas se alzaban y más allá de los crímenes de Stalin, reconocidos por el propio PCUS; se manifestó la función de los campos de trabajo forzado como una política del Estado para la explotación esclavista, no solo de disidentes sino también de la población.

Muchos dijeron que era producto de las desviaciones de Stalin y que era coyuntural, otros abundaron en que también Lenin tendría responsabilidad. No faltó quien dijera que esa era la naturaleza del marxismo, ¿acaso no se los decía Bakunin? "Es absurdo pensar que de una dictadura, aunque sea del proletariado, emergerá la libertad".


La revolución rusa no llegó ni a los 100 años, hizo agua con la caída del muro de Berlín. Seguramente a eso se debe que en este centenario se hablé tan poco o no se quiera hablar de la revolución de octubre.



Raúl Sánchez Trillo estudió la maestría en artes visuales en la ENAP/UNAM. Escribe crónicas y es profesional de la fotografía de arte. Es director de Extensión y Difusión Cultural de la Universidad Autónoma de Chihuahua.

lunes, 13 de noviembre de 2017

JChM. Zangoloteo social. El show profesional de los escritores


Zangoloteo social. El show profesional de los escritores



Por Jesús Chávez Marín



Chihuahua, mayo1992. Como nos dijeron que la revista Oserí cierra con llavecita dorada su edición de junio el meritito 18 de mayo, para salir tan puntual como ella sola, el equipo de Zangoloteo social decidió pedirle prestado su carro del tiempo al viejo ese que tiene ojos de toro loco, el chifladito que sale en las películas de Volver al futuro I, II y III, para mandar de enviada especial a nuestra astuta reportera Rosario Sansores Mares a que cubriera con sus notas, sus poemas y sus besos al famoso foro literario que organizó el capitán Mario Lugo en el Salón de Cedro de Palacio, el pasado viernes 5 de junio de 1992.

A su regreso del túnel del tiempo, Rosario colocó en nuestra coqueta mesa de redacción estas páginas, un viernes en la tardecita:

La cálida y sensual atmósfera de aquella noche de junio, que además era viernes social, sábado sexual, domingo familiar, elevé mis gráciles pasos sobre la escalinata de Palacio: llegué puntualita como siempre a las ocho y media de la noche, hora marcada y troquelada en la invitación que mi gran amiga Cristina Matamoros me entregó en mayo, cuando desayunamos juntas en el café El Real de San Felipe.

Como les iba diciendo: llegue a Palacio y encaminé mis pasos hacia el Salón Rojo.
Ya había llegado varia gente fume y fume a las afueras del recinto de maderas labradas, entre ellas nuestro Quique Cortazar, ¡cuerísimo!, como toda la vida, con su look londinense de entre Dostoievsky combinado con Gustavo Adolfo Bécquer, quien le daba vuelo a su pipa con la elegancia casual que lo caracteriza.

Quique conversaba animadamente con una galana de Juaritos que yo apenas esta noche conocí, muy guapa ella: la típica 90/60/90, te lo juro. Ya somos las grandes amigas.
También andaba la Sandoval, como siempre repartiendo tarjetitas de presentación de Las Barrancas.

Más tarde llegó Manolo Fernández con una camisa di-vi-na que se compró en Marruecos el mes pasado, cuando se dio una vueltecita a visitar a unas amigas.

También se vinieron Óscar Robles desde Nueva York y Héctor Contreras desde El Gran Silencio, Texas, Víctor Hugo Rascón Banda desde Santa Rosa de Lima y el tal Esteban Medina, de aquí de Mápula.

“Bueno, ya, tercera llamada, comenzamos”.

En la mesa pusieron un arreglo lin-dí-si-mo de flores y jardinería para las dos bellas damas de aquel foro literario: mi amiguérrima Lupita Salas, la escritora con más clase en este pueblo de vaqueros fulanos quienes lo único que saben es pistear en La Hacienda y en el Chihuahua Charlie’s. Y también estaba allí sentada muy modosita esa güera guapa Estela Fernández, la gurú del Cedart, feminista famosa, filósofa inteligente y aguerrida.

El primer rollo del mar muerto para la sociedad de los poetas vivos lo dictó uno que, según esto, es escritor del municipio de El Charco. Yo no sé a quién carajos se le ocurrió traer a este escribidorcito que se parece tanto a su paisano Lalo González. Yo a ese ni lo leo. Aunque esa noche me cayó en gracia: habló muy bonito de mi primo Pepe.

Luego vino el discurso de Lupita, ay, Salas preciosa ella: se vistió de luxe, queridas lectoras, con una minifalda roja super sexi que le quedaba lindísima, unos collares de plata y aretes de aro, leves como su personalidad encantadora. Además a ella todo le luce, porque no le sobra ni un gramo de cintura, curviadita, girita y elegante. ¿Cómo le haces, maestra? Mándanos la recete por fax: el suyo es el cuerpo femenino más sutil entre los que adornan nuestras vidas ciudadanas.

Enseguida habló Alfredo Espinosa, el único escritor de aquí que sabe vestirse con el estilo clásico, guapo y limpiecito siempre, no como sus colegas de mezclilla que se ponen camisetas feas feas aún cuando ya todos son casi cuarentones, oye, como que ya no les va el jipiteca fashion.

Ya para cerrar de lujo habló el apuesto capitán de este equipo de críticos literarios y literales, el señor Mario Lugo, ni más ni menos que la autoridad en lo que a todo tipo de crítica literaria se refiere.

Y bueno, todos ellos hablaron de un tema muy actual, muy oportuno para todas nosotras las escritoras, como lo son mis lindas amigas de las Letras y algo más, quienes también asistieron a este show profesional, al mando de mi comadre Minerva Ramírez, la directora que todas queremos porque ella es muy linda: nos publica en sus páginas poemas y cariñitos de todas nosotras y también, ¿por qué no? de alguno que otro escritor dela pelusa.

Lo que siguió después ya se sabe: las miles de preguntas, los saludos de pero válgame cómo has engordado desde la penúltima vez que nos vimos la semana pasada, queridita; el cóctel con vino blanco que ya basta, oye, deberían poner coñac de vez en cuando o, mínimo, etiqueta negra, ¿por qué no se les ocurre? Ya estamos fas-ti-dia-dí-si-mas del vino de mesa hasta altas horas de la noches de todos los viernes. Mejor ya vámonos a casa de mi comadre Luly Carrillo a seguir platicando otro ratito.

Mayo1992

jueves, 9 de noviembre de 2017

Carmen Julia Holguín Chaparro. Se busca


Se busca


Por Carmen Julia Holguín Chaparro


No a ti
que me miras y me hablas
con cuchillos,
no a tu cuerpo
en pie de guerra,
no a tus puños cerrados
en golpes contenidos.
No a ti,
vestido de odio
con traje de enemigo.
No,
no a ti
ausente,
desmemoriado,
desconocido.




Carmen Julia Holguín Chaparro es doctora en literatura hispanoamericana por la Universidad de Nuevo México. Al lado de su trabajo académico, escribe cuento y poesía. Ha participado en encuentros de escritores en distintas partes de México, Estados Unidos y Argentina; hay textos suyos en varias antologías y revistas de México, Estados Unidos, España y Uruguay. Tiene dos libros de poemas: A tu prójimo amarás (2008) y El que tenga oídos… (2014).

José Manuel García

Cinco micro poemas

Por José Manuel García

Para Adriana


1
de pronto,
el silencio
da rostro
a la tarde.


2
en mi mano
el vino
arrulla
su cristal
de uvas.


3
sin duda
fue
el silencio
rojo
de la luna.


4
dos veces
ha comido
la muerte
en mi mano.


5
se abre
a mis ojos
la caricia
tibia.



José Manuel García es autor de muchos libros, la mayoría de ellos publicados, entre ellos estos: Estados de asombro. Entre aforismos y micropoemas (2016), GUARDA-QUIMƎRAS (2016), Microagniciones (2015), Piezas para un poemario (2014), El libro de las islas perdidas (2012) Guardamemorias (2005), Literatura juarense (Inicios de modernidad) 2017, Literatura juarense (Escenas de guerra) 2017, La obra de Jesús Gardea. Hacia una mereología estética (2017) y Ciudad Juárez, versiones de una Toma, 1911 (2011). Fue coordinador del Taller Literario del Museo de Arte (INBA, 2000-2007) y lo es del Taller Literario Pizca a las 6:30, Las Cruces, desde 2011. Ha sido editor de una veintena de libros de diversos autores, de Armario (suplemento cultural de Semanario, ciudad Juárez, 2000-2007), de las revistas Noesis (UACJ) y Arenas Blancas (NMSU).