lunes, 8 de diciembre de 2025

Presentimientos

 


La columna de Bety

Presentimientos

 

Por Beatriz Aldana

 

Noviembre y diciembre, meses que yo quisiera saliesen de mi calendario. Ahora expondré mi argumento sobre esto: A temprana edad, y de eso hace ya muchos ayeres, se me dijo en casa: Mamá Jesusita ya no sobrepasara diciembre. Esto, dicho por una de mis hermanas mayores.

Y ciertamente: Mi mami falleció a las 5:10 de la tarde del lunes 22 de diciembre de 1969.

Como si fuese una premonición, empecé a temer los finales de cada año, siempre con esa pequeña punzada en mi corazón, y, efectivamente, al pasar el tiempo, precisamente en esos dos meses han terminado su caminar por este sendero de Dios las personitas que más han significado en mi, hasta el sol de hoy, ya larga vida. Entre ellos, mi hermano, el gran artista del pincel Sergio Alberto; mi hermana Lucila; mi sobrino, más bien, mi hijo del corazón, Daniel Eduardo, arteramente asesinado por un sujeto al parecer celoso de la galanura y extrema buena vibra, o como comúnmente se dice, el ángel que de sobra tenía Dani.

También una de mis mejores amigas, a la cual adopté cuál si fuese una hermana por la estrecha y continúa convivencia que teníamos: María de Lourdes, a quien de cariño le llamábamos Luly.

Y cómo dejar de mencionar a mi amigo desde la adolescencia Sergio Enrique, quien en múltiples ocasiones me acompaño con sus acordes de guitarra, mis interpretaciones de melodías de Los Beatles en mis shows en las escuelas primarias en aquellos lejanos tiempos. Él por fortuna aún vive, pero ahora sin un miembro importante e indispensable para su movimiento, una extremidad inferior, con la probabilidad nada halagueña de que también tengan que cercenarle (horrible verbo) su otro miembro inferior.

En fin, para no entristecer y ser ese Grinch que amargue estas festividades tan sagradas y de tanta magia y espiritualidad, suspenderé mi recuento de pérdidas de fin de año, que en mucho contribuyen a esa tristeza y lágrimas tempraneras que me asaltan en estos no deseados para mí meses de noviembre y diciembre que no dejan de ser hermosos para la generalidad, pero por desgracia no para mí.

Vaya mi recuerdo más sentido para quienes tanto significaron en mi vida.

Pero quien más dejó una huella, no, más bien un tatuaje de vacío y soledad fue ella, mi madre, aquel tristísimo 22 de diciembre de 1969 que letras  arriba ya mencioné, y, curiosamente cada año mismo día me empieza un resfrío intenso con sintomatología poco común, creo yo provocando por una baja de defensas lógicas. Por esa llamémosle depresión estacional.

 


Beatriz Aldana es contadora y siempre ha trabajado en la industria y en corporativos comerciales. Gran lectora, escribe y produce crónicas de video en sus dos blogs de Facebook, además de La columna de Bety en Estilo Mápula.

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