La columna de Bety
El padrino chiquito
Por Beatriz Aldana
29 diciembre 2024. Bueno, aquí
voy. Cuando padecimos esa fatídica pandemia que nos asolo y se llevó a personas
muy queridas, yo escuchaba, e incluso yo misma decía: esta pandemia nos ha
hecho mejores personas. Pues no.
Ayer en plena Navidad
contemplé un evento absolutamente deleznable: Se trataba de una fiesta, en la
cual se estaba preparando lo que se le llama un trompo, este trompo es
de carne de cerdo, y lo que se prepara son taquitos al pastor. Pues bien, una
de las invitadas, previendo esta situación, tuvo la precaución de llevar su
propio guiso a consumir. Lo traía en una pequeña hielera, y solicitó al joven
que preparaba el trompo le permitiera calentar su guiso, cuando de pronto se le
acerca uno de los anfitriones, que, por cierto, no es integrante de la familia,
y con voz autoritaria y altanera le dijo a la invitada:
―Señora:
¿Y esa hielera? Yo pagué los tacos, y no se permite que usted se lleve
absolutamente nada de lo que se está preparando.
La señora, toda avergonzada
por el reproche, le respondió al joven:
―Disculpe,
es
que yo no puedo comer carne de cerdo y tuve la precaución de traer mi propia
comida para acompañarles.
Y aun así, el joven miró el
pequeño Tupperware que contenía el guiso, con agresivas dudas de que eso fuera
cierto.
Me dio una gran tristeza que
se le hubiese increpado a la mujer de esa absurda, codiciosa y miserable manera.
El tipo ostentó que él había pagado los tacos de la fiesta, y como la señora
era invitada de uno de los familiares de la fiesta, optó por tragarse la
vergüenza y, como dice el dicho, aguantar vara para no echar a perder el evento.
Ojalá esta señora tenga la
humildad, o más bien, el orgullo, de jamás aceptar una invitación a dónde acuda
el grosero joven que hizo notar casi a gritos que él había pagado los tacos.
Lo bueno es que la mujer
tuvo a bien ir a darle un ejemplo de vida, de educación y buenos modales al
pseudopadrino, más bien, a mi criterio, un verdadero patán exhibicionista
misógino, irrespetuoso ante una señora adulta mayor, y peor aún, compañera de
uno de los verdaderos anfitriones de la fiesta.
En fin, admiré profundamente
la entereza de la dama en mención, de quien pude contemplar que tuvo su buen
rato de lágrimas, incluso la observé con temblor en sus manos de la tremenda
irritación que la acongojaba. Verdaderamente la vi con deseos de abandonar la
referida fiesta, pero una cuarteta de vehículos le impedían la salida de su
automóvil en el estacionamiento del lugar.
Así que, mi admiración,
Señora, porque yo la observé que disfrutó en grande el resto de la tarde, y aún
de la noche. Bravooo, eso es tener… de esos.
Beatriz Aldana es contadora y siempre ha trabajado en la industria y en corporativos comerciales. Gran lectora, escribe y produce crónicas de video en sus dos blogs de Facebook, además de La columna de Bety en Estilo Mápula.