Antes/ 11
Mecanografía
Archivo Raúl Herrera
Sagitario
Por Karly S. Aguirre
A
Elda Val Green
Capricornio
Fecha: 22 de diciembre – 19 de enero
Elemento: Tierra
Planeta regente: Saturno
Piedra: Granate rojo
Día: Sábado
Etapa: La consolidación vital (de los 36 a los 42 años), un periodo marcado por
la responsabilidad asumida con conciencia, la construcción de una identidad
sólida, la madurez emocional y la materialización de los esfuerzos de vida.
Capricornio es el
décimo signo del Zodiaco y el segundo del elemento Tierra. Si Tauro preserva y
Virgo ordena, Capricornio edifica. Representa la energía que asciende paso a
paso, que entiende el valor del tiempo y que sabe que todo logro verdadero
requiere constancia, disciplina y compromiso. Regido por Saturno, planeta del
límite, la estructura y la madurez, Capricornio aprende que la libertad real
nace de la responsabilidad asumida con honestidad.
Su temporada inicia
con el solsticio de invierno, cuando la luz es escasa y la naturaleza parece
detenida. Este momento simbólico habla de silencio, resistencia y fortaleza
interior. Capricornio encarna ese espíritu: avanzar incluso cuando el camino es
duro, sostenerse cuando otros se rinden, confiar en que bajo la superficie algo
firme se está construyendo. Mientras el mundo se repliega, Capricornio trabaja,
planea y cimenta.
Como signo cardinal
de tierra, Capricornio no espera a que las cosas sucedan: las organiza, las
dirige y las vuelve realidad. Su energía es sobria, contenida, pero
profundamente poderosa. No busca brillar de inmediato, sino perdurar. Su fuerza
radica en la paciencia, en la visión a largo plazo y en la capacidad de
renunciar a lo inmediato por un objetivo mayor. Capricornio no corre: avanza
con paso seguro.
Saturno le otorga una
relación especial con el tiempo. Capricornio comprende que cada etapa tiene su
momento y que la madurez no se improvisa. Aprende a través de la experiencia,
de las caídas y de las responsabilidades asumidas demasiado pronto. Por ello
suele parecer serio o reservado, pero en su interior existe una profunda
sensibilidad que se protege tras la estructura. Capricornio siente
intensamente, pero no se permite sentir sin sentido.
La etapa vital que
representa la consolidación entre los 36 y 42 años es el momento de cosechar lo
sembrado. Aquí se definen proyectos duraderos, se asumen roles de liderazgo y
se confrontan las propias sombras: miedos, ambiciones, culpas y deseos reprimidos.
El arcano del diablo no habla de maldad, sino de conciencia: de reconocer las
cadenas internas para decidir, por fin, cuáles romper y cuáles sostener.
En el amor y los
vínculos, Capricornio es leal, profundo y constante. No promete a la ligera ni
se entrega sin bases firmes. Valora la estabilidad, el respeto mutuo y los
proyectos compartidos. Puede parecer distante, pero cuando confía, lo hace con
todo. Ama con hechos más que con palabras, y su presencia es un refugio sólido
en medio del caos.
Capricornio nos
enseña que la vida no solo se sueña: se construye. Que el deseo necesita forma,
que la ambición puede ser ética y que el verdadero poder nace del autocontrol y
la coherencia. Nos recuerda que subir la montaña exige esfuerzo, pero que desde
la cima la visión es clara, amplia y profundamente merecida.
Karla Ivonne Sánchez Aguirre estudió en el bachillerato de artes y humanidades Cedart David Alfaro Siqueiros, donde estuvo en el especifico de literatura. En agosto 2025 se graduó de la licenciatura en letras españolas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UACH. Escribe relatos y crónicas en redes sociales.
La columna de Bety
La a veces tan canalla
amistad
Por Beatriz Aldana
Bueno, aquí voy. Tengo unos
días meditando, recordando, haciendo introspección. Indudablemente que es por
la víspera navideña. Lo que más ha asaltado mi mente son aquellas frases, o
bien, recomendaciones que mi madre me hacía cuando tomaba mi manita al ir al
Templo, o simplemente al ir al Centro para hacer alguna compra. Ella me decía
así:
―Beatricita,
siempre recuerda esto: Dos son compañía y Tres es una multitud.
Y otra:
―Más
vale sola que mal a acompañada.
Y ciertamente. Hace poco me
quedé muy sorprendida de que es cierto lo que mi mami me decía, pues con gran
ilusión me acompañaron dos personitas
para disfrutar de un alegre periplo de compras navideñas, pero por
desgracia tuve que escuchar algo que de una u otra manera fue altamente
ofensivo, y no se me dijo a mí, sino a la otra interlocutora, pero en mi
presencia, y, lo más desagradable, disfrutando yo de una suculenta comida.
Aquí va lo que una de dijo a
la otra, delante de mí:
―Bety
no es persona confiable, porque a todo le dice a una que sí, nunca es capaz de
llevar la contraria a nadie, y, pues eso es permisivo para ser abusivos con
ella.
Y aquí va otras expresiones
aún más ofensivas:
―Ella
es quien lo busca a él, y más temprano que tarde el tipo conocerá a otra con
más dinero que Bety, y claro que la va a dejar. Y es que la soledad le gana y
acepta lo que venga.
¡Híjole! yo siempre he
procurado quererme mucho porque fui huérfana de madre. Hoy es su aniversario
luctuoso, púes mi mami murió el 22 de diciembre de aquel fatídico 1969, cuando
yo era apenas una adolescente, y mi madre cerró sus ojitos para siempre, Siempre
he procurado quererme mucho, pues difícilmente los hermanos sustituyen al amor
y las enseñanzas de una madre, así que, tempranamente aprendí a hacerme siempre
feliz y tomar de la vida lo mejor que pudiera brindarme. Y por fortuna lo he
logrado.
No me siento desafortunada
en lo más mínimo. A mis 72 años tengo una muy valiosa y agradable compañía
masculina, él, y gozo de una buena estabilidad, cuento con solidarias amistades.
Además, tengo una fe inquebrantable y un gran amor y entrega a mi religión.
Tengo la certeza de que alguien
en algún lugar, tal vez en el cielo, cuida a cada minuto de los pasos que doy
en este camino de Dios.
No le guardo ningún
resquemor a esa amiga querida por los desafortunados comentarios, tan
absolutamente equívocos sobre mí y mi comportamiento en la vida, pues a mi
particular y personal percepción es respetable la opinión de quien tal vez no
ha conocido lo que significan estas dos palabras: amor y respeto a las
amistades, a la amistad.
Beatriz Aldana es contadora y siempre ha trabajado en la industria y en corporativos comerciales. Gran lectora, escribe y produce crónicas de video en sus dos blogs de Facebook, además de La columna de Bety en Estilo Mápula.
Al margen de la
almohada
Por Alejandra
Hernández Figueroa
Mi noche se tiñe
de silencio
y un haz de
sombras
puebla el
insomnio
de mi piel
deshabitada.
La misma noche me
padece y tiembla
cuando mis pasos regresan
por la callada
región de la memoria
y las mismas
sombras abren la ventana
derramando la
impiedad del viento
en mi aterida
soledad.
Ruedan lamentos
a la zaga de tu
nombre escrito en la vigilia
de un invierno
lento y frío.
Alejandra Hernández Figueroa estudió en el Colegio Palmore y en Community College. Escribió y publicó los libros Tiempos de viento y humo cuentos, Hojasén poemas e Hilvanando cuentos. Publica habitualmente en revistas jurídicas y literarias.
Penumbra y música
Por Marco Benavides
Nada hacía presagiar que esa noche, entre
volutas de humo de cigarrillo, efluvios de sudor y cerveza, música estridente y
gritos, en una taberna de un puerto del norte de Inglaterra, apenas dos décadas
después de que las bombas alemanas dejaran sus cicatrices, las personas y la
circunstancia habrían de conspirar para dar a luz el fenómeno que sacudiría los
cimientos de la juventud y transformaría la historia del espectáculo. Fue allí,
en ese recinto húmedo cuyas paredes destilaban historias de sensualidad y
desesperanza, donde Brian descendió por los peldaños sin sospechar que se
aproximaba al umbral que partiría su vida en dos mitades.
Dicen que la noche posee una manera peculiar
de revelar aquello que el día encubre celosamente. Lo experimentó Epstein
cuando empujó la puerta y la marea sonora lo embistió con la violencia de una
confesión largamente postergada. Jamás había presenciado algo tan desaliñado y
feroz, tan semejante a un secreto que la ciudad se empeñaba en custodiar.
Frente a él, sobre un tablado, cuatro muchachos tocaban como si nadie les
hubiera advertido de sus limitaciones, como si el mundo entero dependiera de
ese compás preciso, casi insolente, que arrancaba sonrisas a desconocidos. Una
apretada multitud de adolescentes aplaudía y vociferaba en scouse, ese
dialecto del inglés propio de Liverpool, con su cadencia musical y sus giros
idiomáticos intraducibles.
Epstein observó a John Lennon con la
fascinación reservada a los animales salvajes que, aun conscientes de la mirada
ajena, se resisten a toda domesticación. Paul McCartney parecía moverse con una
naturalidad que desmentía su juventud. George Harrison, concentrado, apenas
alzaba la vista, pero su guitarra hablaba por él con áspera elocuencia. Y al
fondo, marcando el pulso, la batería elemental de Ringo Starr convertía la
humedad del sótano en una especie de rito primigenio, con su estruendo
hipnótico y ritual.
A Epstein no lo conmovió únicamente la
música, sino esa energía, la certeza de estar presenciando algo que apenas
empezaba a tomar forma, como el destello que anuncia el incendio. Había cuerpos
apretados, vasos golpeando mesas, risas estridentes, miradas que se cruzaban
sin nombre ni memoria. Todo era caótico, imperfecto, hasta vulgar. Pero bajo el
desorden vibraba una promesa. Una intuición apenas audible que le susurraba que
esos muchachos podían trascender el estatus de grupo de bar; podían convertirse
en un idioma universal, en una gramática compartida por generaciones.
Aquella noche ‒o
lo que restaba de noche cuando Epstein emergió nuevamente a la calle empapada‒ en Liverpool parecía haber cambiado la
temperatura. El puerto seguía ahí, con su olor férreo, salado, y sus sombras
inmortales, pero en el aire flotaba un presentimiento de amanecer. Era el
inicio silencioso de una de las historias más apasionantes del espectáculo: el
punto exacto donde un hombre correcto y cuatro jóvenes desbordados sellaron,
sin saberlo, una alianza que torcería el rumbo de la música popular.
Con el improbable nombre The Beatles,
los cuatro jóvenes irrumpieron como fuerza telúrica en la triste y plomiza
realidad de principios de década, inyectándole una alegría de la que el público
andaba hambriento. Y quizá por eso, aquella noche cada acorde resonó como un
pequeño acto de liberación colectiva. Nadie lo sabía aún, pero ese impulso
inicial ‒frágil, eléctrico, irrepetible‒ empezaba a tejer una complicidad que cambiaría
radicalmente la forma en que el mundo escucharía, sentiría y viviría la música.
"Tengo que mostrar esto al mundo",
pensó Epstein, extático.
Y lo hizo.
Dr. Marco Benavides, 3 diciembre 2025
Marco Vinicio Benavides Sánchez es médico cirujano y partero por la Universidad Autónoma de Chihuahua; título en cirugía general por la Universidad Autónoma de Coahuila; entrenamiento clínico en servicio en trasplante de órganos y tejidos en la Universität Innsbruck, el Hospital Universitario en Austria, y en el Instituto Mexicano del Seguro Social. Ha trabajado en el Instituto Mexicano del Seguro Social como médico general, cirujano general y cirujano de trasplante, y también fue jefe del Departamento de Cirugía General, coordinador clínico y subdirector médico. Actualmente jubilado por años de servicio. Autor y coautor de artículos médicos en trasplante renal e inmunosupresión. Experiencia académica como profesor de cirugía en la Universidad Autónoma de Chihuahua; profesor de anatomía y fisiología en la Universidad de Durango. Actualmente, investiga sobre inteligencia artificial en medicina. Es autor y editor de la revista web Med Multilingua.