La columna de Bety
La a veces tan canalla
amistad
Por Beatriz Aldana
Bueno, aquí voy. Tengo unos
días meditando, recordando, haciendo introspección. Indudablemente que es por
la víspera navideña. Lo que más ha asaltado mi mente son aquellas frases, o
bien, recomendaciones que mi madre me hacía cuando tomaba mi manita al ir al
Templo, o simplemente al ir al Centro para hacer alguna compra. Ella me decía
así:
―Beatricita,
siempre recuerda esto: Dos son compañía y Tres es una multitud.
Y otra:
―Más
vale sola que mal a acompañada.
Y ciertamente. Hace poco me
quedé muy sorprendida de que es cierto lo que mi mami me decía, pues con gran
ilusión me acompañaron dos personitas
para disfrutar de un alegre periplo de compras navideñas, pero por
desgracia tuve que escuchar algo que de una u otra manera fue altamente
ofensivo, y no se me dijo a mí, sino a la otra interlocutora, pero en mi
presencia, y, lo más desagradable, disfrutando yo de una suculenta comida.
Aquí va lo que una de dijo a
la otra, delante de mí:
―Bety
no es persona confiable, porque a todo le dice a una que sí, nunca es capaz de
llevar la contraria a nadie, y, pues eso es permisivo para ser abusivos con
ella.
Y aquí va otras expresiones
aún más ofensivas:
―Ella
es quien lo busca a él, y más temprano que tarde el tipo conocerá a otra con
más dinero que Bety, y claro que la va a dejar. Y es que la soledad le gana y
acepta lo que venga.
¡Híjole! yo siempre he
procurado quererme mucho porque fui huérfana de madre. Hoy es su aniversario
luctuoso, púes mi mami murió el 22 de diciembre de aquel fatídico 1969, cuando
yo era apenas una adolescente, y mi madre cerró sus ojitos para siempre, Siempre
he procurado quererme mucho, pues difícilmente los hermanos sustituyen al amor
y las enseñanzas de una madre, así que, tempranamente aprendí a hacerme siempre
feliz y tomar de la vida lo mejor que pudiera brindarme. Y por fortuna lo he
logrado.
No me siento desafortunada
en lo más mínimo. A mis 72 años tengo una muy valiosa y agradable compañía
masculina, él, y gozo de una buena estabilidad, cuento con solidarias amistades.
Además, tengo una fe inquebrantable y un gran amor y entrega a mi religión.
Tengo la certeza de que alguien
en algún lugar, tal vez en el cielo, cuida a cada minuto de los pasos que doy
en este camino de Dios.
No le guardo ningún
resquemor a esa amiga querida por los desafortunados comentarios, tan
absolutamente equívocos sobre mí y mi comportamiento en la vida, pues a mi
particular y personal percepción es respetable la opinión de quien tal vez no
ha conocido lo que significan estas dos palabras: amor y respeto a las
amistades, a la amistad.
Beatriz Aldana es contadora y siempre ha trabajado en la industria y en corporativos comerciales. Gran lectora, escribe y produce crónicas de video en sus dos blogs de Facebook, además de La columna de Bety en Estilo Mápula.
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