Iconografía chihuahuense
Por Raúl Sánchez Trillo
Geometrías de la imaginación, diseño
e iconografía de Chihuahua[1] es un libro que debe alabarse en
múltiples sentidos. Apenas si se hojea, se destacan las excelentes traducciones
gráficas del equipo de vectorización y digitalización que tuvo a su cargo esta
tarea, que logran conservar intacta la expresividad de los petroglifos y presentan
en plano o desenrollados varios de los diseños de la cerámica Paquimé.
Celebramos poder contar con este libro que conjunta una
colección de diseños e iconos para la divulgación de estas manifestaciones
estéticas primitivas, mismas que se encuentran dispersas en el vasto territorio
del estado, y que si bien ya se han dado a conocer, aparecen en textos especializados
de la antropología y la arqueología no muy accesibles para el público
profano. El libro viene a cubrir una
carencia y nos empata con las divulgaciones iconográficas de otras culturas
como la mesoamericana o la andina, ampliamente difundidas en volúmenes del
estilo del que ahora reseñamos.
Varios son los acercamientos que pueden hacerse a estos
motivos iconográficos. Uno de ellos es el que algunos historiadores del arte
llaman el pensamiento plástico y que tiene que ver con el desarrollo de
patrones para ver y representar la realidad, tales como las simetrías,
direcciones, ritmos, proporciones. Estos se aprecian de manera incipiente en el
apartado que corresponde a la gráfica y la pintura rupestre, y alcanzan un
grado de excelsitud en la cerámica de Casas Grandes, donde predominan los
diseños geométricos.
Aunque los logros de diseño de los petroglifos son
elementales, algunos de estos poseen una gran expresividad y una fuerza
simbólica que trasciende al tiempo y a la traducción gráfica de la que hablamos
al principio. En cuanto a los diseños de la cerámica de los pueblos sedentarios
se aprecia tras ellos ya un sistema estético de producción especializada con
producción en serie, de cerámica, textileria y cestería, que demanda la
ordenación de los principios de ordenamiento formal.
Se comienza a desarrollar una estética. Y desde este campo podemos
tener otro acercamiento a la iconografía chihuahuense. Dice Juan Acha que la
conciencia artesana va junto con la estética, y ambas se inclinan a la belleza
como primacía de lo útil, o a la fealdad y dramaticidad de las fuerzas
sobrenaturales
En el caso de los
pueblos sedentarios de Chihuahua, la opción escogida es la belleza. La belleza
de las formas geométricas y de figuraciones sintéticas antropomorfas o de la
fauna y flora local. No aparece en el libro imagen animal o humana con restos
de fealdad que manifiesten el terror del hombre ante los dioses o las fuerzas
de la naturaleza. Esto a diferencia de cerámicas rituales o incluso de uso
cotidiano de los pueblos de Mesoamérica.
Otra aproximación a la iconografía del libro es desde la
perspectiva del arte, aproximación difícil en la que priva el debate y en la
que solo pretendo esbozar algunas ideas, desde luego sin el rigor propio del
ensayo, en tanto que solo se trata de reseñar.
El termino arte rupestre
es un término que produce ruido tanto entre los arqueólogos como entre los
historiadores del arte. Para el rigor del trabajo arqueológico resulta difícil
manejarse con este, por lo inasible de la palabra arte, que conlleva a
múltiples concepciones. Por ello se propone sustituirla por obra rupestre, representación rupestre, o gráfica
rupestre. Desde la gran variedad de teorías
del arte, muchas de ellas niegan toda posibilidad a la existencia de un arte.
En buena medida porque en estos campos ha privado el eurocentrismo que tiene
como modelo a la cultura griega y sus cánones, descartando no solamente lo
rupestre sino todo lo que no tenga el sello de occidental.
Hegel, por ejemplo, hablaba de tres estadios del arte: el pre
arte primitivo donde predomina lo simbólico y el contenido sobre la forma; el
arte clásico donde hay un equilibrio entre forma y contenido y el arte romántico,
donde de nuevo se rompe el equilibrio entre forma y contenido y predomina la
poesía. Según esto pues, la iconografía
de nuestros pueblos nómadas y todas las manifestaciones de los hombres
primitivos serían pre arte.
Sin embargo, esta teoría del símbolo de Hegel tuvo
posteriores desarrollos con Ernst Cassirer y su Filosofía de las formas simbólicas. Elaboraciones teóricas a partir
de las cuales se desprenden otras concepciones del arte como una actividad de
simbolización. En esta misma línea, Eugenio Trías afirma “el arte celebra el
trágico e imposible encuentro de lenguaje y mundo con el cerco hermético. Deja
que este ambiguamente se rebele y manifieste: logra, pues, dar cierta forma
sensible a lo sagrado”[2].
Y esto lo hallamos en pinturas murales y petroglifos de riqueza simbólica
importante, en la que se concentran evidencias de la fe, la magia, la caza y la
fecundidad. Que como dice Antonio Rojo “son los primeros atisbos de
simbolización en el contexto rupestre mexicano; son imágenes que perviven como
antecedentes de una ilimitada producción de símbolos y de signos que en muchos
casos fungieron como fetiches proyectivos en la plástica y la producción
visual”[3]
Y es en este punto en donde me atrevo a afirmar que el arte
primitivo y el arte contemporáneo se tocan. (No hay que olvidar por ejemplo que
el arte africano influyó para que Picasso pintara Las señoritas de Avignon antecedente del cubismo que subvirtió 7
siglos pintura).
Ya que como dice Antonio
Rojo “De la misma manera en la que los hombres prehistóricos nombran el
universo, los artistas actuales se apoderan del mundo mediante imágenes y
objetos activando así el potencial de lo imaginario. Esto les permite
convertirse en mediadores entre el mundo real y sus simulacros. Hay una
predisposición innata del ser humano a crear objetos cargados de magia que
adquieren facultades metafísicas y funcionan como umbrales hacia lo inefable.”[4]
Un ejemplo es la artista Marta Palau quien retoma los murales rupestres, y la
cerámica primitiva para sus instalaciones y sus esculturas en una confluencia
retórica de imaginarios, en la cual los rituales y la magia, eminentemente
politizados, se adaptan a las diferentes problemáticas sociales actuales.
Tijuana, Baja California, y en general la frontera México-Estados Unidos.
Finalmente, creo que Geometrías
de la imaginación, diseño e iconografía de Chihuahua, es un libro que invita
a nuestros artistas visuales a recrear e investigar sobre las manifestaciones
primitivas del arte de nuestro entorno, a apropiarse de ellas y establecer un
dialogo entre nuestro presente y el pasado. Sin duda alguna, muchos encontraran
ahí un filón para su trabajo, tanto en el campo del diseño gráfico y la
identidad visual, en el tatuaje corporal, en la publicidad, en las actividades
culturales y en la elaboración de artesanías. Pues como bien se establece en
los derechos reservados del mencionado libro: la utilización de las imágenes
contenidas en la presente obra con fines artesanales o artísticos queda
expresamente permitida.
[1]
Guevara Sánchez, A. y Mendiola Galván, F. Geometrías de la imaginación, Diseño e
iconografía, Chihuahua, CONACULTA,
México, 2008
[2] Trías,
Eugenio La lógica del límite, Destino, Barcelona, 1991
[3] Rojo Betancur, Fernando Antonio. Resignificaciones del pensamiento mágico
ancestral y del arte rupestre mesoamericano. La obra de arte como fetiche
contemporáneo. En Rupestreweb,
http://www.rupestreweb.info/artefetiche.html, 2009
[4] Rojo, op. cit.
Raúl Sánchez Trillo estudió maestría en artes visuales en la ENAP/UNAM. Escribe crónicas y es profesional de la fotografía de arte. Fue director de la Facultad de Artes. También director de Extensión y Difusión Cultural y secretario general de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Publica ensayos y crónicas en redes sociales.
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