miércoles, 31 de octubre de 2018

Almudena Cosgaya. Caja musical

Caja musical

Por Almudena Cosgaya

Una habitación completamente blanca, el color la ha abandonado y los ruidos son lejanos. Ahí me encuentro recostada en completa paz, intentando olvidar lo que ha pasado; pero no hay día, ni momento en el que no pueda evitar el recuerdo de aquel día.
Era una mañana fresca de las que te hacen temblar. Recuerdo haber  tomado el abrigo antes de salir rumbo a la casa de mi amigo Fernando, quien había llegado de un viaje y deseaba mostrarme  algo con urgencia.
No eran más de las 11:35 de la mañana cuando llegué, me abrió casi en un instante la puerta y me condujo a la pequeña estancia justo a un lado de las escaleras.
―Me alegra que llegarás pronto ―dice Fernando sin poder ocultar en su voz impaciencia y nerviosismo.
Sin tan solo hubiera puesto más atención a los detalles hubiera escapado en ese instante.
―Tu voz sonaba tan impaciente que creí que si no venía terminarías llegando a mi casa justo antes de colgar el teléfono ―respondí divertida mientras dejaba el abrigo en el pequeño sillón color blanco.
―Escucha… en mi viaje a la ciudad de Taxco me encontré maravillado recorriendo sus calles empedradas, pero el éxtasis llegó cuando en un bazar de segunda mano me encontré con esta bella aunque vieja caja musical. 
Quede sorprendida cuando lo vi sacando de una pequeña pieza de madera, tallada con diferentes figuras, lo cual le daba un toque de antigua.
―¿Quieres escuchar?
Lo preguntó como si fuera una advertencia. Fue la segunda señal y la deje pasar.
La melodía no era otra que Moonlight sonata de Beethoven. Lo que al inicio me pareció algo lindo pronto comenzó a helarme la piel, pues en el fondo de la melodía se escuchaba la voz de hombre o más bien el quejido. Detuve abruptamente a mi amigo y la música sesó.
―¿Era eso la voz de un hombre? ―pregunte con cierto temor.
―Entonces también lo has escuchado, comenzaba a creer que era parte de mi imaginación ―respondió Fernando reanudando la melodía―. Escuchemos más…
―Para, detenla... ―dije sin poder seguir soportando el que se oía, pero Fernando hizo caso omiso de mi petición. 
De pronto comenzaron a escucharse pasos en la segunda planta de la casa. Fernando detuvo la melodía y me miro con temor.
―¿Está tu madre en casa? ―pregunte esperanzada, deseando que se tratara de ella y no de otra cosa.
 Ya mi mente comenzaba a despertar y no sería bueno.
―No. Estoy solo ―respondió Fernando y para pesar de ambos la caja comenzó de nueva cuenta la melodía y de igual manera se oyeron los pasos en la planta superior.
―Detenla ―supliqué.
―No puedo. 
Aplicando toda su fuerza pudo detenerla, y ambos observamos con horror que una silueta se había detenido justo en la escalera. El miedo se apoderó de nosotros al ver un pie errante entre los escalones.
―No puedo detenerla másm ―gritó Fernando intentando frenar cada nota. Al no poder hacerlo, aquella silueta o ser bajaba las escaleras ante el horror de ambos.
―¡Salgamos de aquí! ―grité.
Justo en ese momento la caja escapo de las manos de Fernando y al caer al suelo la música continuó. La figura bajo la escalera con tanta rapidez que no recuerdo qué más sucedió. Ahora mis días los pasó en este lugar de paz, donde la música no se puede escuchar.
Muchos han intentado que averiguar qué le paso a Fernando... yo prefiero solo guardar silencio. Mirar hacia la nada.
Hay cosas que no debemos tomar a la ligera, incluso una melodía podría ser fatal en el lugar y momento menos indicados. Cuidado con lo que atrape tus oído o podrías perderte en el valle para siempre.



 
Almudena Cosgaya descubrió su gusto por las historias desde niña; hacía fanfics de relatos ajenos, lo cual fue para ella un excelente entrenamiento para escribir luego sus propios cuentos, al darse cuenta que en algunos de sus relatos de fanfic había creado un personaje que merecía su propia historia. Es autora de poemas y de prosa narrativa. En 2017 publicó La maldición del séptimo invierno, su primera novela.

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