lunes, 20 de agosto de 2018

Alberto Cabrera. El premio de la rifa

El premio de la rifa

Por Alberto Cabrera


¡Querías un elefante, no lo niegues! Lo veías casi a diario, al pasar por el mostrador de la tienda de mascotas. Platicamos tardes enteras acerca de los pros y los contras de tal animal en el vecindario. Y finalmente, tu insistencia molesta, suplicante, perseverante, me ablandó corazón y bolsillo, y accedí al capricho.
Los primeros días, ¡toda una aventura! Cuidarlo, mirarlo, allegárselo. Ver cómo poco a poco se fortalecía, cómo iba dejando la caja de cartón de la televisión que compramos para Navidad, cómo de la tina y el baño tuvo que pasar al patio trasero, para deleite, en un principio, de los vecinos, y después, para su preocupación y molestia. Cada pellizco que podíamos dar a la ya de por sí delgada quincena, cada gusto que sacrificábamos, todo iba a parar a la tripa del paquidermo (que aunque herbívoro, come, y bonito). Con todo, hay que reconocer, ahora que lo veo a la distancia, que hubo sus momentos gratos: la emoción de sacarlo al parque cercano, cada domingo, a bañarse a la fuente, mostrando su peso y poder. ¡Todos los niños miraban, mudos de asombro, algunos con mirada envidiosa, deseando tu suerte, hijo mío!
En fin, los dos crecieron, y tendrían que haber seguido sus caminos por la vida. Pero el instinto es el instinto. Y eso fue lo que finalmente sucedió esa tarde, cuando al salir en un estruendo, encontré la pared derrumbada, la higuera y el naranjo desgajados, y destrozos por todo el camino por el que corrí desaforadamente...
Se hace tarde, hijo. Te dejo entonces las coronas: la de flores para tus ojos, y la otra, bien helada, para calmar tu sed. Aunque ya no necesitas nada más: tienes una muerte extrema, sepultada con tus huesos bajo esta loza.
Febrero 2014







Alberto Cabrera (1972) ha transitado entre los caminos de las matemáticas y la filosofía, para instalarse en la promoción cultural y humana. Andariego por vocación, llamado a ser cosmopolita por su nacimiento en la Ciudad de México, se deja seducir fácilmente por un café compartido entre amigos, un paseo por una calle empedrada, la visita a un templo colonial. Pasa una temporada de creación y trabajo en la ciudad de Chihuahua.

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