miércoles, 3 de septiembre de 2025

Orfebrería


 

Orfebrería

 

Por Águeda Caballero

 

Uno de los museos que me encanta visitar en Ciudad de México es el Museo Nacional de Antropología, entre otros muchos. Durante tres semanas he estado estudiando, viendo, buscando imágenes, técnicas, períodos, materiales, simbología; y un largo etcétera.

En mi seminario 3 de orfebrería contemplo toda esta parte histórica, para luego comenzar con la técnica de la filigrana, en la que ya andamos trabajando varias clases.

Es inconmensurable todo lo que hay de información sobre las diferentes culturas que dedicaron su vida al oficio de la artesanía. Hoy por hoy, para mi eran y siguen siendo artistas, especies de seres humanos con mucha sabiduría y conocimiento extremo de las herramientas y los materiales, a pesar de la carencia de herramientas que hoy sí conocemos y tenemos a la mano dependiendo de los espacios y lugares en los que trabajamos.

Es imposible condensar tanta información en tres semanas, pero lo he hecho, a mi manera. Creo que en mi próxima visita al Museo de Antropología, observaré y sentiré las piezas de una forma diferente.

Siempre leía las cédulas o fichas técnicas y reconocía el procedimiento o elaboración de la pieza, materiales, herramienta rudimentaria; y nunca me dejaron de maravillar, pero en mi pronta visita estoy segura va a ser diferente.

También sucederá si viajo a Perú, a Colombia, Argentina, Egipto. Fabuloso todo lo que he leído y visto, pero quiero presenciarlo y vivirlo en tan diferentes y hermosas culturas, pisando y sintiendo el suelo de sus tierras.

Estoy muy contenta por estar dedicando bastante tiempo a conocer, leer y entender mejor diferentes culturas, pero hay algo que me dice que todas se originaron en una misma fragua, en un mismo yunque, con un cincel, con calor. La diferencia se origina en el contexto geográfico, la tierra, la naturaleza, el clima. Pues muy buenas noches, me queda mucho que aprender.

 


Águeda Caballero Almécija, Barcelona 1980. Escuela de Artes y Oficios de la Llotja en Barcelona. Escuela de artes y oficios en Murcia. Licenciatura y maestría en la Universidad Politécnica de Valencia. Actualmente profesora en la Facultad de Artes de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Pintora, orfebre y pensadora.

martes, 2 de septiembre de 2025

La salud y la no

 


La columna de Bety

La salud y la no

 

Por Beatriz Aldana

 

Hoy hablaré de las cuestiones de salud. Las personas adultas mayores las más de las veces no estamos conscientes de que nuestro organismo ya se encuentra gastado y pensamos que podemos seguir desarrollando actividades como si fuésemos adultos medianos, de cuando nos dedicábamos a realizar múltiples tareas.

Me permito enumerar algunas de las mías:

1.     Abrir los ojos cada mañana a eso de las 6:30 a.m. aún cuando mi cerrada de ojos de la noche anterior fuese a las 12:00 o 1:00 a.m. Pues bien, a esa hora, o sea las 6:30 a.m. primordialmente sintonizo la radio para empezar a escuchar las noticias.

2.     Enseguida riego los jardines, tanto de mi patio como del frente de casa.

3.      Le doy un trapaso a mi vehículo.

4.     Luego preparo un cafecito, un licuado de vitaminas y minerales, y a continuar con las labores:

5.     revisar unas cuestiones contables, actualizarlas;

6.     leer algunas páginas de varios libros por ahí pendientes de ser leídos;

7.     tomar una ducha, arreglo personal;

8.     Salir a relizar asuntos de pagos y financieros;

9.     y al regreso, llegar al Súper, a hacer la compra y lo que se requerirá para la comida del día.

10. Prepararla, comer y tomar un pequeño respiro o descanso, mirando la televisión antes de iniciar el lavado de la loza de la comida.

11. Tomar las costuras pendientes y a darle.

12. Ya realizada esta labor, preparar vestimenta y zapatos cómodos, para dar un paseo por la Presa cercana, o sea caminar un aproximado de cinco kilómetros respirando un aire purísimo.

13. De regreso, mirar otro poco de TV abierta;

14. preparar una cena ligera y luego recluirme en mis habitaciones a mirar series de esa famosa Netflix, o National Geohraphic;

15. y a cerrar ojitos para obtener un sueño reparador.

Muy bien, hice una enumeración de toda esta actividad porque mi congoja actual es que ahora, por cuestiones de no haber tenido cuidado con mi salud, paulatinamente se ha ido deteriorando a tal grado que a últimas fechas, o sea, casi 19 días, ha sido materialmente imposible erradicar un resfrío, o enfriamiento, o alergia, que no me permite realizar ni siquiera un 30 por ciento de las actividades mencionadas. Todo esto lo atribuyo a que definitivamente he tenido un descuido a mi persona en varios aspectos:

1.     No acudir a un masaje linfático, sumamente recomendable para conservar la buena salud.

2.     No hacer las comidas puntualmente.

3.     Estar muchísimo tiempo expuesta al intenso calor chihuahuense y entrar a lugares con refrigeración en alto volumen, incluyendo los Templos a los que suelo acudir en promedio tres días por semana.

4.     Igualmente, el descuido de no tomar mis vitaminas y probióticos por dar preferencia a otras labores.

En fin, caigo en la cuenta de que cuando somos ya adultos mayores definitivamente es necesario bajar el ritmo a las actividades, procurar descansar lo más posible y no dejar de caminar, bajo ninguna circunstancia. Dormir las horas correctas y no saltar ninguna comida del día. ¡Ah! y lo más importante, estar en contacto con la familia y las amistades, aunque sea un cálido ¡hola! por este nuevo sistema de comunicación, esta bendita carretera digital llamada la Web.

 


Beatriz Aldana es contadora y siempre ha trabajado en la industria y en corporativos comerciales. Gran lectora, escribe y produce crónicas de video en sus dos blogs de Facebook, además de La columna de Bety en Estilo Mápula.

lunes, 25 de agosto de 2025

Tres rayitas

 


La columna de Bety

Tres rayitas

 

Por Beatriz Aldana

 

Existe la creencia de que cuando se establece una relación sentimental con una persona, esta se convierte en una especie de apéndice de la otra. ¡No!  Eso es un craso error, y más cuando se tiene una edad muy adulta, pues como todo ser humano, no nacimos el día de ayer, ya traemos una carga de historias de todo tipo.

No dejamos de ser como éramos. Tampoco dejamos a nuestros quereres y amistades previas a la nueva relación. Traigo esto a tema porque a últimas fechas se me han estado disparando dardos un tanto malintencionados por mi relación con un personaje de cierta fama en nuestra ciudad. Él hace publicaciones de lo que le gusta, incluida su admiración por algunas damas, lo cual para mí es bastante respetable. Luego publica historias o cuentos que nacen de su imaginación.

Recientemente acudí con él a un lugar donde se presentaba una damita muy hermosa, muy talentosa, muy joven, a la cual le observé la enorme admiración que sentía por mi compañero (acá entre nos, me sirvió muchísimo ese episodio ), y les diré el por qué: Afortunadamente caí en la cuenta esa misma mañana de que mi relación se estaba haciendo vieja y monótona, por la sencilla razón de que sus comienzos fueron de una forma muy distinta, pues fue a raíz de una intensa química mutua, en el sentido físico, y a través del tiempo ambos  nos fuimos convirtiendo en una especie de roomies que acabó por parecernos un tanto, si se puede decir, carente ya de magia y encanto.

Y regreso al evento del restaurante donde se dio ese encuentro con la preciosa damita. Comprendí en su máxima expresión que la libertad de mi compañero de elegir sin cortapisas donde a él le agradaba estar, y poco a poco, minuto a minuto, me cayó el veinte de que él jamás cambiaría su modo de ser, de sentir, de percibir, y de hacer lo que le viniera en gana.

Me sentí profundamente agradecida de que haya ocurrido toda esa situación (que por cierto, uno de los comensales me comentó vía privada que todo ese episodio del restaurante le había parecido un tanto sórdido e insultante en grado extremo para mí persona). Eso fue porque mi compañero le tomó algunas fotografías a la damita en cuestión, que dicho sea de paso, yo no le veo ningún inconveniente dada la gran belleza de ella.

En fin, ha pasado el tiempo, y admito mi estado de obnubilación que sentía por mi compañero (admiración, sobre todo ) y como comúnmente se dice: bájale tres rayitas. No. No nada más le bajé esas tres rayitas, me fuí hasta cero rayitas. Ahora mis sentimientos hacia él son absolutamente tranquilos, de una paz envidiable, con un cariño fraterno, confianza, serenidad.

Sin duda los tiempos de Dios son perfectos, así solemos decir los que profesamos cierta religión. Ese evento fue totalmente benéfico para entender totalmente esto: nadie somos propiedad de nadie, sino cada cual de sí mismo. Así que, lo que me escriban, lo que me comenten, en lo más mínimo moverá un ápice de lo que mi corazón siente, percibe y disfruta.

 


Beatriz Aldana es contadora y siempre ha trabajado en la industria y en corporativos comerciales. Gran lectora, escribe y produce crónicas de video en sus dos blogs de Facebook, además de La columna de Bety en Estilo Mápula.

domingo, 24 de agosto de 2025

Un tesoro: libros de Borges

 


Un tesoro: libros de Borges

 

Por Daniel Salinas Basave

 

¿Cuál es tu autor favorito? La pregunta me la han hecho muchas veces y la realidad es que no tengo ni quisiera nunca tener una respuesta contundente. Mi fiel promiscuidad como lector hace imposible el monoteísmo literario. Sin embargo, si la pregunta fuera cuál es el autor con mayor presencia en mi biblioteca y al que de una u otra forma siempre estoy releyendo en riguroso y divino desorden, la respuesta es: Jorge Luis Borges.

Mi primer contacto con Borges, lo recuerdo muy bien, se dio en la infancia cuando mi madre me leyó el cuento Dos reyes y dos laberintos. Ella me habló de un señor ciego que estaba obsesionado con los espejos y los laberintos. Recuerdo su foto en el tomo 5 de la Enciclopedia de los 12 mil Grandes, todavía sin fecha de defunción. Poco después, en la temprana adolescencia, leí El Aleph en una edición que tenía mi madre en pasta dura en Editorial Aguilar. La sensación fue extraña, pues por primera vez sentía que los cuentos me trasmitían o me decían algo que no estaba escrito.

También recuerdo vagamente la noticia de su muerte en pleno Mundial 86, pocos días antes del Argentina vs Inglaterra.

Cuando retornamos a vivir a Monterrey en 1992, fui a la Biblioteca Alfonsina a ver a Carlos Fuentes impartir una conferencia sobre Borges (no estoy seguro si se titulaba La plata del río) y por primera vez dimensioné la versatilidad y la universalidad del autor. Fuentes habló del Borges filósofo, el Borges poeta, Borges creador de mundos fantásticos. Para entonces yo solo había leído El Aleph y Ficciones.

En la extinta y efímera librería Brontë de San Pedro compré el tomo final de sus Obras completas y entonces descubrí El libro de arena, La memoria de Shakespeare, Siete noches, Nueve ensayos dantescos. Fue también mi primer contacto con sus poemas (Recuerdo particularmente Islandia, pues yo estaba obsesionado con ese país en aquel entonces).

Desde entonces me dado a la tarea de pepenar todo lo que encuentro relacionado con él. Si mi biblioteca fuera un congreso, Borges es el autor con más escaños, no solo por libros de su autoría, sino por ensayos sobre su obra.

No soy ni aspiro a ser un estudioso borgeano, ni tengo las tablas para escribir un ensayo que diga algo nuevo sobre él (como si hiciera falta). Soy solo su caótico y fiel lector tlacuache y hedonista.

Tampoco soy un coleccionista que pueda presumir rarezas y extravagancias. Mi ejemplar más antiguo es su ensayo sobre Leopoldo Lugones en Ediciones Troquel de 1955 y Literaturas germánicas medievales, en coautoría con María Esther Vázquez en una edición de 1966 que pepené en Parque Rivadavia. Los ejemplares más nuevos son las compilaciones de clases y conferencias que ha editado Lumen. El monumental Borges de Bioy Casares solo lo tengo en Kindle, y eso es algo que me hiere.

En fin colegas, hoy Georgie cumple 126 años. Tiempo de celebrarlo con la enésima relectura que para el caso será siempre como la primera.

 


Daniel Salinas Basave es licenciado en derecho, periodista y escritor. Ha colaborado en EsquireGatopardoMilenio Replicante, entre otras publicaciones. Trabajó como reportero en El Norte de Monterrey y en Frontera, de Tijuana. Actualmente tiene espacios editoriales semanales en Semanario InfoBajaSuplemento Cultural PalabraSíntesis tv y San Diego Red. Es Premio Estatal de Literatura Baja California 2010 por Réquiem por Gutenberg. Premio Bellas Artes de Ensayo Literario Malcolm Lowry 2014 por Cartografías de Nostromo. Relatos de espías, embajadores y embusteros. Premio Gilberto Owen de Literatura 2015, en la categoría de cuento, por Días de whisky malo. Premio Bellas Artes de Ensayo Literario José Revueltas 2015 por El lobo en su horaLa frontera narrativa de Federico Campbell. Ganador del Certamen Internacional de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz 2015, en el género de ensayo, por el trabajo titulado Bajo la luz de una estrella muerta.

El método

 

Foto Pedro Chacón

El método

 

Por Wikipedia

 

El método paranoico crítico o paranoia crítica es una propuesta elaborada por el pintor Salvador Dalí (1904-1989). El aspecto que Dalí encontraba interesante en la paranoia era la habilidad que transmite esta al cerebro para percibir enlaces entre objetos que racionalmente  no se hallan conectados. Dalí describía el método paranoico-crítico como un “método espontáneo de conocimiento irracional basado en la objetividad crítica y sistemática de las asociaciones e interpretaciones de fenómenos delirantes”.

Este método era empleado en la creación de obras de arte, para lo cual el artista trataba de expresar a través de la obra aquellos procesos activos de la mente que suscitan imágenes de objetos que no existen en realidad, por ejemplo, al superponerse una imagen en primer plano con otra en un plano más alejado. Un ejemplo de esto en la obra final puede ser una imagen doble o múltiple cuya ambigüedad da lugar a diversas interpretaciones.

El poeta André Bretón (1896-1966) aplaudió la técnica, afirmando que la misma constituía “un instrumento de primera importancia” y que “se había mostrado perfectamente aplicable lo mismo a la pintura que a la poesía, el cine, la elaboración de objetos surrealistas, la moda, la escultura, la historia del arte, e incluso, de ser necesario, a cualquier tipo de exégesis”.

Nunca volteé


 

Nunca volteé

 

Por Karly S. Aguirre

 

Debí hacerlo. En la terminal de autobuses, lo supe: Daniel me miraba desde su asiento, esperando que girara la cabeza, aunque fuera un instante. Debí mirar atrás. Pero no quise.
Luché contra esa fuerza invisible, una inercia suave pero insistente, una voz que me susurraba al oído: voltea, míralo. No lo hice. Seguí caminando.

Claro que lo notó. Me escribió por WhatsApp: “No volteaste a verme.” y una carita triste al final.

Desde entonces, cada vez que entro a su perfil, el karma parece servirme una sopa cada vez más fría. Primero, una fotografía cursi y mal tomada con su nueva novia. Luego supe que se la llevó a vivir a casa de su mamá. Eso me pareció vulgar, de mal gusto, así que durante mucho tiempo me sentí afortunada de no haber sido yo, de no haber volteado esa tarde.

Pero seguí regresando a visitar su perfil, año tras año, cada vez que fracasaba con un nuevo prospecto o alguna relación se venía abajo, encontraba consuelo, o mejor dicho: tortura, en mirar su perfil. Fue así como descubrí que se había casado por la iglesia con aquella novia. Había fotografías de ellos haciendo cosas juntos, pequeñas rutinas compartidas: iban al gimnasio, salían los domingos, cocinaban. Y hace un par de semanas, aún con una chispa de esperanza, pensando que su matrimonio precoz habría fracasado, como tantos que se casan antes de los treinta, supe que ahora tienen un hijo.

Debe tener muy buena estrella, o quizá algún tipo de protección divina. Se libró de mí justo cuando yo era una versión indomable y rota. Lo salvé. Lo salvé de mi yo promiscua, libertina, desbordada, incapaz de ver el valor de un buen muchacho como él.

Yo estaba enamorada de Guillermo, un fuck boy que estudiaba Filosofía. Me llevaba ocho años, era alto, blanco, guapo, hermoso. Un dios del sexo. Todo con él era placer: hablar, mirarlo, estar cerca, besarlo, cogérmelo. Era un incendio al que yo no quería sobrevivir.

Daniel, en cambio, tenía mi edad, teníamos diecinueve años. Estudiaba Ingeniería. Tenía un cuerpo atlético, aunque no era muy alto, su cuerpo torneado lo hacía parecerlo. Su nariz era grande y hablaba con cierto tono gangoso. Le acepté un par de citas. En ambas, me invitó a su casa para presentarme a sus primos, a sus amigos del barrio. En ambas lo rechacé. Nos besamos una vez, durante toda una película en el cine, como adolescentes torpes. Y sí, besaba bien, pero yo no podía dejar de pensar en Guillermo.

De regreso a casa, en un autobús lleno, Daniel insistió en acompañarme. Íbamos de pie. En un momento se acercó y me besó. Y odié ese beso.

Odié que los señores sentados nos miraran con morbo, como si esperaran un segundo acto para excitarse. Sentía sus sucias intenciones en sus miradas fijas y una sonrisa maliciosa que se esforzaban por ocultar. El autobús apestaba, la incomodidad me recorría el cuerpo. Y no lo miré al bajarme. No giré la cabeza. Aunque tal vez, en ese instante, una versión futura de mí me rogaba que lo hiciera. Que él era un buen hombre con quien podría formar un hogar y compartir de lleno una vida formada de pequeñas rutinas de una vida llena de seguridad, amor y tranquilidad. Pero no lo hice. Y lo culpé. Lo culpé por besarme en ese mugriento lugar. Lo culpé tanto que dejé de hablarle. Fui cruel. Fui grosera cuando insistía en verme. Hasta que un día no volvió más. Claro que me arrepentí, pero no fue de inmediato, fue con los años.

Cuando mi novio no quería ir a entrenar conmigo y yo veía a Daniel y a su novia en esa foto en el gimnasio. Cuando mi novio se negó a casarse conmigo, volví a la fotografía de la boda de Daniel. Cuando dos novios distintos me dijeron que no querían tener hijos, y menos conmigo, solo podía pensar en esa fotografía en el parque de Daniel con su familia. Daniel se tituló como ingeniero, ahora gana bien. Ya no vive en casa de su mamá. Se nota que es feliz y qué bueno.
Qué bueno que no volteé.

 


Karla Ivonne Sánchez Aguirre estudió en el bachillerato de artes y humanidades Cedart David Alfaro Siqueiros, donde estuvo en el especifico de literatura. En agosto de 2025 se graduó de la licenciatura en letras españolas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UACH y publica cuentos en redes sociales. Actualmente es editora en Estilo Mápula revista de literatura.

A mí sí me gusta que me cuentes qué pasó en el trabajo

 


A mí sí me gusta que me cuentes qué pasó en el trabajo

 

Por Sergio Torres

 

A mí sí me gusta estar solo contigo, que mis manos te busquen y te encuentren a tientas, en la oscuridad más profunda. Reconocerte con las manos, hundir la nariz en tu cabello, saberte cerca. Sentir el latido de tu corazón, la calidez de tu vientre, sentir tus pies.

A mí sí me gusta que me cuentes qué pasó en el trabajo, quién se peleó con quién, y quién hizo de nuevo las paces. Que me compartas los detalles de esas cosas que pasaron el fin de semana con las familias de tus compañeros.  Y olvidarme de todo hasta volver a encontrarnos. Darte de nuevo pie para que sigas contando la maravilla que es la vida de todos y de cada uno.

A mí sí me gusta quedarme mirando tus ojos, lentamente, como si la luz se deslizara en tu mirada, a veces dura, a veces dulce, a veces juguetona, a veces inquieta.

A mí sí me gusta susurrar tu nombre en tu oído, sentir cómo se estremecen tus hombros y te aprietas contra mí y te abandonas a nuestro abrazo.

A mí sí me gusta ir tomado de la mano contigo en la calle, aunque no tengamos catorce años sino muchos más. Que nos tomemos fotos en cada esquina y construyamos recuerdos para cuando alguno falte y el otro necesite recordar que la vida se vive en este preciso instante.

A mí sí me gusta que sepan que estás conmigo, que sepan que estoy contigo, porque mi quererte no es ningún secreto, ningún amor debería serlo.

A mí sí me gusta quererte y que sepas que te quiero.

 


Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.

sábado, 23 de agosto de 2025

Virgo

 


Virgo

Por Karly S. Aguirre

 

A Mónica Torres Torija

 

Virgo

Fecha: 23 de agosto - 22 de septiembre
Elemento: Tierra
Planeta regente: Mercurio
Piedra: Jaspe
Día: Miércoles
Etapa: La adolescencia temprana (de los 13 a los 16 años), cuando surge la autoconciencia, el sentido crítico y la búsqueda de perfección.
Arcano: El Ermitaño

Virgo es el sexto signo del zodiaco y el segundo del elemento Tierra, regido por Mercurio, planeta de la mente y de la comunicación. Si Tauro da forma a la materia, y Capricornio la eleva hacia la estructura, Virgo la analiza, la perfecciona y la pone al servicio de los demás. Es la inteligencia práctica, la mirada precisa que ve lo que otros pasan por alto, la disciplina que convierte el caos en orden.

Su temporada llega al final del verano, cuando las cosechas se recolectan y la tierra ofrece sus frutos más maduros. Ese momento refleja la esencia virginiana: recoger, seleccionar, discriminar lo útil de lo inútil. Virgo es la guardiana de los procesos, la que depura, la que cuida los detalles para que todo funcione con armonía.

Como signo mutable de Tierra, Virgo combina realismo con adaptación: observa, aprende, se ajusta, mejora. Su crítica no busca herir, sino pulir; su perfeccionismo no nace de vanidad, sino de responsabilidad. Virgo necesita sentirse útil, aportar, cuidar, sostener. Su humildad es silenciosa pero profunda: no brilla con estridencia, sino con la serenidad de quien sabe que cada cosa en su lugar puede transformar la vida.

Regido por Mercurio, Virgo posee una mente ágil, analítica, curiosa. Su poder está en el discernimiento: distinguir lo verdadero de lo falso, lo esencial de lo superfluo. Esa claridad lo convierte en consejero, sanador, maestro. Si Mercurio en Géminis juega con las palabras, en Virgo las pone al servicio de lo concreto: organiza, explica, resuelve.

Virgo representa la etapa de la adolescencia temprana: el despertar de la autocrítica, la necesidad de comprender cómo funcionamos, el esfuerzo por mejorar y ser mejores. Es el tiempo de las primeras responsabilidades, de los aprendizajes que requieren constancia.

Aunque a menudo se le acuse de exigente o de frío, Virgo tiene un corazón que ama desde el cuidado. Es quien recuerda tus horarios, quien se preocupa por tu bienestar, quien te ofrece soluciones cuando te sientes perdido. Su amor no siempre es grandilocuente, pero sí constante, fiel y profundamente humano.

Virgo nos recuerda que la vida necesita orden para florecer, que el detalle es tan importante como el todo y que la verdadera perfección no es no equivocarse, sino mejorar cada día con paciencia y entrega.

 


Karla Ivonne Sánchez Aguirre estudió en el bachillerato de artes y humanidades Cedart David Alfaro Siqueiros, donde estuvo en el especifico de literatura. En agosto 2025 se graduó de la licenciatura en letras españolas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UACH. Escribe relatos y crónicas en redes sociales.

Paul McCartney, su liderato y su cromatismo musical

 


Paul McCartney, su liderato y su cromatismo musical

 

Por Miguel Ramírez Ochoa

 

James Paul McCartney conoció a John Winston Lennon Stanley el 6 de julio de 1957; ambos integraron el grupo The Quarry Men, después The Silver Beatles y finalmente The Beatles. George Harrison se les unió en la guitarra eléctrica y acústica en enero de 1958 y, en junio de 1962 lo haría Ringo Starr, sustituyendo en la batería a Pete Best.

     John Lennon fue el fundador de The Beatles y quien en un principio destacaba con su voz en los primeros álbumes del Cuarteto de Liverpool: a partir de Please Please Me, de 1963, hasta Revolver, de 1966.

     The Beatles, la agrupación musical más famosa de la historia, nació debido al estallido del Rock’N Roll desde los Estados Unidos, en 1956, con figuras como Elvis Presley, Chuck Berry, Little Richard, Carl Perkins, Holland, Holly, quienes enarbolaban el estilo musical skiffle, rock y blues.

     Desde el puerto de Liverpool, en Inglaterra, mezclaron los sonidos del rock estadounidense con el merseybeat inglés, sincronizando batería, guitarra eléctrica y guitarra rítmica, y, sobre todo, introdujeron el bajo eléctrico, instrumento que no existía en los grupos norteamericanos, ya que la sección rítmica y grave era ejecutada por el contrabajo en cada banda. Fue el zurdo Paul McCartney quien incluyó el bajo y así cada contrabajo regresó a su sitio: la música orquestal o sinfónica. El bajo se quedó para siempre en las bandas.

     John Lennon se encargaría de ejecutar la guitarra de acompañamiento, armónica y algunas ocasiones el piano; Paul McCartney ejercería en el bajo, el piano, el órgano, guitarra clásica, trombón y algunas veces en la batería; George Harrison en la guitarra líder y en la cítara; Ringo Starr en percusiones y batería.

     El sonido que caracterizó a The Beatles de 1962 con Love me do, hasta 1970 con Let it be”, fue el pop barroco, balada, soft rock, acid rock, psychedelic rock, hard rock y destellos del heavy metal. Para llegar al punto de la revolución musical que comandaron fue necesario que Paul McCartney tomara el liderato de la banda a partir de 1967, cuando los cuatro integrantes ya no ofrecían conciertos en programas televisivos, de radio ni en estadios, y el manager empresarial Brian Epstein había muerto.

     A partir del álbum Revolver, del 5 de agosto de 1966, inició una etapa de música de laboratorio, en donde experimentaron con diferentes instrumentos y sonidos caseros. Además, la mancuerna Lennon-McCartney comenzó a invertir las cintas de carrete magnetofónico de bobina abierta. Esos experimentos se reflejarían ya en el primer álbum conceptual de la historia: Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band, del 1o. de junio de 1967. La revolución musical había comenzado en Inglaterra y se había extendido a San Francisco, en los Estados Unidos, con el movimiento hippie de Amor y paz (la psicodelia y la contracultura estaban en marcha con el estandarte power flower, el poder de la flor).

     Bajo el liderazgo de McCartney, quien sí sabía dirigir orquestas filarmónicas, como fue el caso de la de Londres en 1967, el grupo entró en conflictos, ya que cada miembro tenía sus propias ideas: Lennon había caído en desánimo y no era multi instrumentista como Paul; tampoco tenía versatilidad vocal como su colega, ni altos registros vocales.

     A mi entender, Lennon aportaba la energía, McCartney la melodía. Por otra parte, Harrison pedía que se le diera la oportunidad de componer a la par de la dupla Lennon-McCartney. Por esas cuestiones y muchísimas más, incluidas las financieras, el grupo se diluyó en abril de 1970, y hasta mayo siguiente apareció Let it be (con mayor participación de McCartney).

     Este genio creador llamado Paul McCartney tuvo el honor y también el dolor de haber conocido a otro genio de su estatura: John Lennon. Por ello la banda inglesa se desintegró y cada cual continuó su propio camino. Lennon fundó en 1970, junto con su esposa Yoko Ono, el grupo Plastic Ono Band, y McCartney creó, al lado de Linda Eastman, Wings, en 1971.

     La voz melódica, edulcorante y versátil de Paul McCartney se dejó escuchar en su segundo álbum solista Ram, del 17 de mayo de 1971, en donde emplearía una amplia gama de instrumentos y manejaría su voz al antojo: diversas tesituras, como barítono, o mimosa-envolvente, etcétera. Solo basta escuchar los temas Uncle Albert / Admiral Halsey, Dear boy, Eat at home, 3 legs” y Monkberry moon delight para volver a presenciar su grandeza.

     El estilo de este disco es art rock e indie pop; luego seguirían otros álbumes que fueron primeros lugares en el Chart británico y en el Bilboard estadounidense: Band on the run (1973), Venus and Mars (1975), Wings at the speed of sound (1976), Tug of war (1982), Pipes of peace (1983), Flowers in the dirt (1989), Off the ground (1993) y Flaming pie (1997).

 


Miguel Ramírez Ochoa especialista en latín, articulista en El Heraldo de Chihuahua a partir de abril de 1989 y autor de los libros Sendero estival y la novela En busca de un año, tiene un diplomado en paleografía por la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. Trabajó en el Instituto de Cultura del Municipio de Chihuahua como corrector de textos, como bibliotecario y como profesor de Taller Literario.

Metafísica salvaje


 

Metafísica salvaje

 

Por Guadalupe Ángeles

 

Por descabellado que parezca, sostengo que los seres humanos somos eternos. Me explico. Por supuesto no me refiero al cuerpo presente sobre la superficie del mundo. Es el pensamiento el que nos hace inaccesibles a la nada. De acuerdo, no tengo manera de probar esta escandalosa mentira. Sin embargo, si inicia usted una caminata, tome el tiempo de cada uno de los pensamientos que se le vienen a la mente, y si ha padecido insomnio, y decide hacer caso al cuerpo, verá, si lo observa detenidamente, que no hay tiempo real para explicar su desasosiego.

Cierre los ojos. Escuche el sonido de su respiración. No me refiero a abstracciones o quizá son ellas precisamente la piedra de toque de estas disquisiciones alocadas.

Si frente al rostro amado se clama por verdaderas eternidades, al padecer dolores intensos se agradece la inútil tarea de no contar el tiempo, hacerlo, multiplicaría su padecimiento. Esa es la clave.

Hemos convenido en cortar el tiempo, en fragmentarlo en unidades reconocibles (“una ronda son tres cigarros”, “un porro compartido es un paseo al paraíso”). De esa manera nos atrevemos a dormir por las noches, a aceptar que solo para acallar la incertidumbre nos sometemos a soñar, porque el sueño es otra manera de estar dentro de nosotros ¿somos de alguna otra manera más nosotros, más de nosotros, que en esas películas que no dirigimos y sin embargo nos pertenecen por entero?

Diseñamos definiciones para afianzarnos en la tierra, ninguna negación nos hará más dueños de nosotros mismos que aceptar la sutileza de este despeñarnos sin remedio. Ojalá fuéramos capaces de veras de aceptar nuestra eternidad. Da demasiado miedo.

      Seguro le habrán dicho: “tú eliges, minuto a minuto”, es verdad, y para salvaguardar nuestra frágil salud mental, olvidamos. Olvidamos lo que sabemos. Decimos que es muy bello vivir. Pero ante la perspectiva de no morir un silencio enorme nos cubre, echamos en falta el movimiento. Estatuas de sal sin posibilidad de provocar ninguna lluvia, vamos por las calles sintiendo en los hombros la nieve imaginaria que no obstante serlo, nos congela.

     Peco de iconoclasta ya sé. Verdaderamente lamento romper ilusiones varias. No tengo ni he tenido nunca pudor ante lo avasallante, soy un animal demasiado salvaje para lanzarme contra lo imposible, cierro lentamente los belfos, toco la tierra con la frente y le doy a cada parte de mi cuerpo su silencio, el temblor de mi alma habrá de instalarse en cada una de mis células y así, nave nodriza de mi pensamiento, esta máquina de huesos nervios y asombros que soy aprenderá, de algún modo, a callarse lo indecible. Por mi propio bien.

 


Guadalupe Ángeles nació en Pachuca, Hidalgo. Fue directora de la revista Soberbia. Entre sus obras se encuentran Souvenirs (1993), Sobre objetos de madera (1994), Suite de la duda (1995), Devastación (2000), La elección de los fantasmas (2002), Las virtudes esenciales (2005) y Raptos (2009). Ha colaborado en ÁgoraEl FinancieroEl InformadorEl OccidentalLa Jornada Semanal; en las revistas electrónicas nacionales Al margen y Argos y en las españolas: Babab y EspéculoPremio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos 1999 por Devastación.

viernes, 22 de agosto de 2025

El matrimonio sagrado de Venus y Júpiter (en el cielo y en Plotino)

 

Foto: Pedro Chacón

El matrimonio sagrado de Venus y Júpiter (en el cielo y en Plotino)

 

Por Alejandro Martínez Gallardo

 

Leyendo a Plotino me encontré esta tarde con un pasaje ampliamente discutido que hace a Afrodita (Venus) consorte de Zeus (Júpiter). Plotino hace esta conexión en su tratado sobre Eros, que célebremente empieza con la pregunta “¿Es el amor un dios, un daemon (espíritu celestial) o un estado mental?” (El amor es en cierta manera los tres, pero es un asunto complicado).

En el Banquete, Platón relata que Eros es hijo de Poros (abundancia) y Penia (carencia), dos opuestos que también representan la inteligencia y la materia. La unión ocurre luego de que Poros bebiera un néctar, que Plotino llama “un vino aún no existente” y que identifica con el logos seminal, que se derrama sobre el alma y le infunde un esplendor. Ebrio de este vino espiritual, Poros concibe con Penia a Eros en el jardín de Zeus, en la fiesta de Venus. Pero el amor, sabemos al menos en su parte pura que mira hacia lo celeste existe desde la eternidad: el jardín de Zeus no está en el tiempo, pero el tiempo es su imagen. Este es el enigma que Plotino intenta resolver con su lúcida metafísica de la emanación.

El vínculo entre Afrodita (que Plotino deriva de habros, ἁβρός, “delicada”), el alma, y Zeus, la luz del intelecto, es inusual pese a la larga lista de amantes de Zeus en parte porque Afrodita es la hija de Zeus y Dione, según Homero en la Ilíada. Y en el propio sistema de Plotino, Afrodita representa el Alma (psychē) que es engendrada por la Inteligencia o Mente divina (nous), que en este ensayo identifica con Zeus (en otros con Crono). De cualquier manera, Plotino, para satisfacer su visión metafísica, a la vez de jerarquía y participación, infiltra un matrimonio sagrado entre estos dos grandes dioses.

Mi fascinación por el pasaje no solo se debe a la rareza de este connubio, obedece también a que, bajo el auspicio de Venus quien es llamada “la dama que todo lo conecta” en el himno órfico mi mente empezó a hacer conexiones. Plotino sostiene que “Afrodita es el alma de Zeus” y que los “dioses representan los poderes intelectuales y las diosas sus almas”. El alma en el sistema plotiniano es el principio de movimiento del cosmos, la vida, energía y fuerza ordenadora que hace manifiesto el esplendor de la inteligencia divina a través de las formas. Existe, en su parte superior o celeste, en una relación erótica con la Mente, a la que contempla. Según Plotino, su identificación está justificada “por sacerdotes y teólogos que consideran a Afrodita y a Hera una y la misma y llaman a la estrella de Afrodita, la estrella de Hera” (constatado en Del universo, de Pseudo-Aristóteles). La relación entre Zeus y Hera es la relación de pareja arquetípica y según el fragmento órfico 163 es un “matrimonio sagrado” (hiero gamos) cuyo fruto es el cosmos. El mismo Proclo asocia a Hera con el poder demiúrgico que procrea el mundo.

Esto me hizo pensar en otra pareja divina que también produce y sustenta el universo con su unión, aunque bajo otro sistema metafísico, la de Śiva y Śakti en el sistema del shaivismo trika de Cachemira. En ese caso Śakti, vinculada con el aspecto dinámico de la conciencia (vimarśa) y con la energía kuṇḍalinī, es literalmente el poder o la fuerza que hace que se despliegue el deleite inherente que es la conciencia pura de Shiva en la experiencia diferenciada del mundo como tal.

La analogía ciertamente no es perfecta, pero es interesante que para Plotino los dioses masculinos son el intelecto y las diosas el alma, que está ligada al poder de la manifestación, a lo que anima las cosas. Aunque el nous, en el sistema plotiniano no es la conciencia pura (esto es el Uno), es lo que más se le acerca. He aquí otra similitud entre la filosofía neoplatónica y el tantra indio (sobre esto véase el libro de Gregory Shaw: Hellenistic tantra).

Todo esto, además, ocurría después de que este mismo día (12 de agosto de 2025), Venus y Júpiter se unían en perfecta conjunción en la constelación del Cangrejo, donde Júpiter tiene su exaltación. La BBC titulaba ayer una nota “Venus and Jupiter kissed in the dawn sky”. A la luz de la interpretación de Plotino del nacimiento de Eros, me pareció una sincronicidad llamativa, aunque no estoy seguro si muy auspiciosa.

Aunque Ficino considera a Júpiter y a Venus dos de las tres gracias celestes y menciona que la interacción de Júpiter hace que Venus, un tanto húmeda, se caliente y transmita con mejor temple los rayos celestes, inteligibles, sobre nuestra esfera, al mismo tiempo una T cuadrada de los dos maléficos, Marte y Saturno, enturbiaba la sizigia divina. El mismo Saturno, tan sufrido y oneroso, justamente por su soledad, es también el intelecto más alto en el sistema de Plotino (aunque en su ensayo sobre Eros Zeus lo reemplaza).

De cualquier manera, el leer sobre la boda metafísica de Venus y Júpiter en Plotino, mientras su equivalente material ocurría en el cielo, me pareció, hasta cierto punto, un evento significativo. Precisamente siguiendo la propia teoría de las correspondencias, uno de los fundamentos de la magia, la astrología y la alquimia occidental, que tiene en Plotino a uno de sus pilares. “El arte de los videntes”, dice, “es la lectura de la escritura de la Naturaleza que revela el orden.” Todas las cosas conspiran entre sí y “las correspondencias revelan la secuencia de las cosas al observador entrenado” son “las correspondencias las que sostienen al universo”. “El alma”, había dicho Aristóteles (con repetido eco de Plotino), “es todas las cosas”. Y en el alma está el cielo: Júpiter y Venus, uniéndose eternamente en la luz suprasensible que se derrama sobre el mundo sensible y engendra este mismo cosmos, con sus estrellas y demonios, con su libre posibilidad de caer en el abismo de la materia, olvidando que el amor es una escalera.

 


Alejandro Martínez Gallardo es maestro en estudios budistas por la Universidad de Katmandú. Traduce y estudia textos del budismo mahāyāna. Tiene también una predilección por la filosofía platónica, χαῖρε.