La columna de Bety
Escribir
Por Beatriz Aldana
Bueno, aquí voy. Un poco de
tristeza hoy. Con mucho gusto y entusiasmo inicié mi actividad de compartir con
el público mis vivencias, por supuesto las más agradables, las desagradables
muy de vez en cuando. Y digo tristeza, porque ayer que pasé por un susto
tremendo y sentí la necesidad de externarlo, por el riesgo que ni siquiera
sospechaba al caer de pronto una tremenda tormenta tipo tromba y me atrapó
exactamente en la vialidad adjunta al Río Chuvíscar.
Una experiencia que jamás en
toda mi vida había vivido, pues estaba totalmente segura de que sería
arrastrada por los remolinos de agua que caían con fuerza hacia la Vialidad, y
por ende hacia el Río.
Estuve un tanto renuente de
hacer público el video, porque lo había salido en especial para encontrarme con
una persona con la que había hecho un compromiso a las tres de la tarde y
atestiguarle que mi tardanza se debía a esa tremenda situación que se dio sin
previo aviso del cielo.
Entonces comenté ya cuando
llegue a mi destino toda temblorosa y con llanto que había hecho ese vídeo, instándome
esa persona a publicarlo, y con renuencia lo hice, pero surgió un comentario
que ya lo he escuchado y percibido en otras ocasiones, algo así como que mis
publicaciones son un tanto "diferentes" o "raras", que en
definitiva tiene otro contexto, o sea son parientes de... así, un tanto poquitín
ofensivo por supuesto-
Recuerdo muy bien a mi
hermana Amanda que me insistía hace años de que yo escribiese para algún
periódico de alta circulación, ya que me argumentaba bien escribir.
Claro, eso fue antes de que
existiese esta carretera digital, y yo me negaba, argumentando que estaría
expuesta a la crítica, incluso a las habladurías.
Por desgracia hay una
tendencia brutal a ver el lado opuesto y no el que se pretende compartir, y
aquí expongo los comentarios que se me han hecho:
―¿No te
da miedo publicar?
―¿No te
da miedo escribir?
―A
veces no te entiendo tus palabras domingueras.
―¡Ayyy,
Bety! qué locuras las tuyas.
Solo recuerdo en estos
momentos un halago hermoso que me hizo un personaje de todo mi respeto, don
Joaquín Pocurull, de Monterrey. Es tan bonito y tan caballeroso que por ética
prefiero no comentarlo, amén de que el halago fue por comentarios de su señora
esposa.
A veces o no me explico
bien, o no se entiende el idioma español, pero en ocasiones se tergiversa por
completo lo que publico o lo que escribo. Y aclaro lo siguiente: Yo heredé el
amor por las letras, la palabra, la redacción, la escritura, de mi señor padre,
quien no estudió letras, pero fue un gran periodista, de esos que ya pocos
existen.
A quienes nos gusta
escribir, relatar, compartir, es muy difícil reservar todo ello para uno mismo.
Pero me viene la tristeza porque indirectamente se me dijo algo que me hirió
profundamente, porque, como me lo dijo alguna vez una muy querida amiga, Lety:
―Mire
Bety: usted es muy inteligente, solo que quien es muy inteligente le queda un
hilito muy delgado para otra cosa... que no me atrevo a mencionar por lo
hiriente.
Pensaré muy concienzudamente
en atreverme a volver a escribir,
compartir videos o expresar mis sentires por esta maravillosa vía
digital.
Agradezco muchísimo a
quienes se toman su tiempo para leer y ver mis publicaciones, que jamás van con
el fin de ser reconocida. Es el amor infinito que le tengo a la vida y me gusta
compartirlo, no quedármelo.
Muchas gracias a todas y a
todos. Incluso he venido notando que he perdido poco a poco a muchas personas
que eran fieles seguidoras y seguidores. Lo atribuyo totalmente a que lo
repetitivo logra cansar hasta al más tolerante.
Beatriz Aldana es contadora y siempre ha trabajado en la industria y en corporativos comerciales. Gran lectora, escribe y produce crónicas de video en sus dos blogs de Facebook, además de La columna de Bety en Estilo Mápula.
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