domingo, 17 de agosto de 2025

Borges


 

Borges

 

Por Daniel Salinas Basave

 

Anoche releí tres cuentos de Borges: El otro, Ulrica y El Congreso, terceto que abre El libro de arena. He estado leyendo los diálogos entre Borges y el profesor Osvaldo Ferrari, en donde un Georgie ya anciano reflexiona con modestia absoluta sobre su propia obra:

Si yo tuviera que elegir un libro entre los míos (no lo hago ya que no hay libros míos en esta casa), yo elegiría El libro de arena, pero me han dicho que El informe de Brodie es superior. La verdad es que yo no sé muy bien a qué volumen corresponde cada uno de los cuentos, pero me han dicho que El Congreso es mi mejor cuento, y creo que está en El informe de Brodie.

No, está en El libro de arena lo corrige Ferrari.

Entonces mi predilección por El libro de arena se confirma.

El diálogo me lleva de inmediato a la relectura y me deja por herencia algunas reflexiones.

La primera es el gran desapego de Borges con su propia obra. Le importa tan poco y le parece tan modesta que ni siquiera tiene claro en qué libro aparece cada relato, pues confunde El informe de Brodie con El libro de arena entre los que hay cinco años de diferencia (aunque ciertamente la primera publicación de El Congreso fue de manera independiente).

La segunda es que la posteridad ha sido injusta con el Borges tardío. Siempre que se alude a los cuentos de Borges, todo se limita a El Aleph y Ficciones, escritos en los años cuarenta y considerados sus obras maestras. De hecho, son los únicos dos que compila el volumen Borges esencial de la Real Academia de la Lengua, y los que suelen aparecer siempre en antologías. No olvidemos que el Borges tardío es ya invidente y que su proceso de escritura apostaba todo a la memoria. Los cuentos de El libro de arena o Los poemas de Atlas y Los conjurados le fueron dictados a Roberto Alifano, Alberto Manguel y al final a María Kodama (el propio Alifano me narró cómo fue el dictado de Los conjurados).

De los tres cuentos que releí anoche, mi favorito ha sido siempre El otro, que narra el encuentro entre un Borges de 75 años, que está sentado a la orilla del Charles River entre Cambridge y Boston, y un Borges de 19 años que está sentado a la orilla del Lago de Ginebra. Tal vez porque el encuentro con el doble es mi fantasía recurrente desde que era niño, o porque conozco uno de los escenarios (también yo caminé a la orilla del Charles River). Ese diálogo siempre me ha parecido fantástico, y ayer lo reconfirmé. No alcanzo a dimensionar en cambio la gran devoción que se tiene por El Congreso, para muchos el mejor de sus relatos tardíos y para el propio Borges su mejor cuento (según le confiesa a Osvaldo Ferrari).

El Congreso tiene todos los elementos borgeanos: La utopía de la totalidad, un Congreso que represente a la humanidad entera, que hable un idioma universal y tenga una suerte de Biblioteca de Alejandría (o de Babel) con todos los libros posibles.

Creo que algunos de los relatos más entrañables de Borges están en La memoria de Shakespeare, su último trabajo en prosa. El cuento Agosto 25, 1983 sigue con la temática de El otro, en donde el Borges maduro encuentra a un Borges anciano a punto de suicidarse. Ni hablar de La memoria de Shakespeare, que podría leerse como una continuación de Funes el memorioso o Los Tigres azules (ningún escritor se obsesionó tanto con estos felinos).

Tal vez sea un síntoma de mi envejecimiento, pero hace tiempo que ya que me es más fácil engancharme y emocionarme con relecturas que con novedades editoriales. Soy un relector compulsivo. En ese sentido, el gran campeón de mis relecturas es Georgie, un autor al que de una forma u otra siempre estoy retornando y siempre me parece que lo estoy leyendo por primera vez.

 


Daniel Salinas Basave es licenciado en derecho, periodista y escritor. Ha colaborado en EsquireGatopardoMilenio Replicante, entre otras publicaciones. Trabajó como reportero en El Norte de Monterrey y en Frontera, de Tijuana. Actualmente tiene espacios editoriales semanales en Semanario InfoBajaSuplemento Cultural PalabraSíntesis tv y San Diego Red. Es Premio Estatal de Literatura Baja California 2010 por Réquiem por Gutenberg. Premio Bellas Artes de Ensayo Literario Malcolm Lowry 2014 por Cartografías de Nostromo. Relatos de espías, embajadores y embusteros. Premio Gilberto Owen de Literatura 2015, en la categoría de cuento, por Días de whisky malo. Premio Bellas Artes de Ensayo Literario José Revueltas 2015 por El lobo en su horaLa frontera narrativa de Federico Campbell. Ganador del Certamen Internacional de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz 2015, en el género de ensayo, por el trabajo titulado Bajo la luz de una estrella muerta.

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