La columna de Bety
El largo y sinuoso camino
Por Beatriz Aldana
Bueno, aquí voy. Soy el tipo
de persona que gusta de compartir los momentos de felicidad en eventos de todo
tipo a los que acudo, incluyendo mis estadías en templos católicos hermosos de
mi religión. También convivencias con amigas en sus recintos de culto, por
pertenecer a otro tipo de religión, sea cristiana, metodista, mormona. También
son convivencias muy enriquecedoras y espirituales.
En fin, sería largo y tal
vez tedioso para mis lectores hacer un periplo de todos mis recorridos en este
camino de Dios.
Pero ahora sí voy a
compartir con ustedes a lo que me expongo al relatar partes de mi vida, de mis alegrías
y de ese permanente deseo de disfrutar la vida y los momentos que me han sido regalados.
Tristemente, y lo digo así, tristemente, porque cuando abro mi mensajería, y no
me refiero a mi WhatsApp, que es mucho más privado que el Messenger, porque
este da oportunidad de que entren a él más personas tan sólo por buscarme en el
Facebook, me llega toda suerte de chismes, o más bien, ganas de molestarme, y
lo digo por esto:
Al publicar yo, en mi Facebook,
fotos de cierta personita conmigo, que para mí significa muchísimo en mi vida,
surge esa mala vibra, mala leche, de comentarme cosas o situaciones que, como
reza el dicho, "ojos que no ven, corazón que no siente". ¡Ah! pero el afán de que, como
lo dicen esas personas, "se le caiga la venda de sus ojos" declaran
sus “buenas” intenciones. Y aquí señalo esto, hasta con nombres, y alguno que
otro lo cambiaré para ocultarle su identidad. Estos son algunos de los
mensajes:
Va el primero:
Mire Bety, yo a usted la
estimo muchísimo, pero le quiero informar que soy espiada en mi perfil, por
imagínese usted exactamente por parte de quien. ―Sara R.
Otro:
Usted es muy valiosa, señora
Beatriz, por sus publicaciones tengo esa impresión, pero usted merece a
alguien que verdaderamente la quiera y la valore, y yo sé por qué se lo
digo.
―Isabel
C.
¡Uff!, señora Bety, ¿se ha
dado cuenta de que usted tiene mucha competencia? Aguas. No la quiero ver sufriendo, ¡eh!
―José
Luis H.
Otro:
Mire, señora bonita, no sé
si se percata de que está metida en un juego muy riesgoso, dónde el día menos
pensado la van a mandar al demonio. Y usted lo sabe y quiere cerrar sus ojos a
ello. Es notorio que usted es la que aporta a la relación en todo, y por el
otro lado solo, o sea, por parte de él, pues,
vénganos tu reino.
―Miguel
R.
Otro más:
Híjole, Bety. Yo a usted la
conozco, la aprecio, la valoro mucho, porque es una persona con muchas
cualidades y valores. Pero tiene un defecto, es notorio que usted es quien lo
busca a él. Pero él a usted, no.
―Hortensia
F.
Uno más:
Bety: Dese más a desear, no
esté tan dispuesta, tan luego, luego. Eso cansa y aburre al hombre, se lo digo
porque la quiero.
―Leticia
V.
Y esta otra joya:
Oye, Bety, ¿ya tienes mucho
tiempo con él verdad? Y pasas por alto algunas cosas. ¿Las ignoras o realmente
no te importan?
―Cecilia
F.
En fin, no acabaría de
enumerar todos los mensajes que me son enviados. Y no nada más vía escrita,
sino también en persona, cuando me preguntan si aún estoy con esa
"personita especial".
Cuando pregunto el porqué de
ello, la respuesta suele ser: No, no es por nada. Que se lo diga alguien más,
De ella aquí le cambio el nombre, por respeto y ética: Fátima.
Y entonces llego a la
conclusión de que sí sé muy bien las preferencias y debilidades de esa
personita a la cual quiero, admiro y respeto. No es que me ponga una venda en
los ojos, o que yo quiera mirar hacia otro lado. Lo que es valioso realmente
para mí es el hecho de que él llena la gran mayoría de los espacios vacíos que
existen en mí ya casi final de camino.
Yo no nací ayer. Yo también
tengo un historial con relación a los asuntos de pareja, pues lógicamente no los
aprendí por correspondencia. Admito que, al igual que él, también tengo mis
"esqueletos en el closet", Pero esos jamás se interponen, ni
anteponen a esta relación que respeto, valoro y agradezco en toda su dimensión
Este regalo bendito, al no
permitir nunca más que yo continuase en tremenda soledad, como esa melodía que
quiero se entone en mi sala de velación cuando me llegue el momento de partir: The
long and winding road, El largo y
sinuoso camino. Así ha sido, es y será mi vida. Así está y estuvo marcado mi
destino, y así lo acepto, lo acepté. Y estoy dispuesta a seguir aceptándolo sin
más ni más. Sin cortapisas.
Beatriz Aldana es contadora y siempre ha trabajado en la industria y en corporativos comerciales. Gran lectora, escribe y produce crónicas de video en sus dos blogs de Facebook, además de La columna de Bety en Estilo Mápula.
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