martes, 4 de noviembre de 2025

Acudí al Cementerio el domingo 2 de noviembre, por ser Día de Muertos


La columna de Bety

Acudí al Cementerio el domingo 2 de noviembre, por ser Día de Muertos

 

Por Beatriz Aldana

 

Acudí al Cementerio el domingo 2 de noviembre, por ser Día de Muertos. Antes siempre lo hacía acompañada de mi hijo David, pero ya van 18 años en que lo hago sola, como en la canción de Marisela: Sola con mi soledad. Ya estando ahí dentro del Panteón de Dolores me percaté en toda su dimensión, de que en el fondo de mí, en lo más recóndito de mi ser, existe eso: Esa sensación de soledad, y recordé las palabras de mi vecino y amigo de la infancia, Pepe Bonilla, allá en la Colonia Obrera, quien me vio visitando a mi hermana que ahí vive.

De eso hace poco tiempo. Se acercó a saludarme. Después del beso y el abrazo, me dijo:

Creo que soy de las pocas personas que perciben esa tristeza y profunda soledad que se adivina en tu mirada; tus ojitos siempre están al borde de las lágrimas, así te recuerdo y así permaneces.

Y es verdad. Convivo con múltiples personas, estoy integrada a muchos ambientes de todo tipo; los más, de diversión, y otros culturales, así como religiosos. Me precio de tener amistades sinceras a las cuales estimo con todo mi corazón, tengo una persona a la que quiero. Pero. Extrañamente, aunque conviva con todos ellos, permanece en mí esa sensación de soledad, de estar con ellos y a la vez verme a mí misma sola.

Así como el número uno de alguien, pues no.

Cualquier persona que me mire expresaría esto: Pues no parece que estés sola, siempre se te mira alegre, sonriente. Pues sí, pero.

Alguna vez leí una publicación que decía: "Entre más sonrías y rías, más estás tratando de ocultar la tristeza".

Hay una personita, especial para mí, que tuvo a bien hace un corto tiempo decirme cinco rarezas de mi modo de ser. Haciendo un análisis y una introspeccion de ello, le concedí la razón, y hasta admiré su percepción tan aguda. Eso fue precisamente el detonante para dar en el clavo de por qué muy en mi yo interno siempre me siento totalmente sola, aunque esté rodeada de tres o de mil personas. Tal vez, y sin culpar al destino, que me privó de mi madre a una edad crucial para mí, sea esa la causa de esa triste sensación de soledad en compañía.

Un especialista, un psicólogo, me diría tal vez esto:

―No Bety, no es soledad. Es una enorme inseguridad y una gran desconfianza de entregar tus sentimientos y tu ser a cualquier otra persona. Y es por el hecho de haber perdido a tan temprana edad a quien te sujetaba de su mano y te abría sus brazos para darte seguridad. No es soledad, es un miedo profundo de volver a perder lo más querido de tu vida: tu señora madre.

Pues sí, más claro ni el agua.

 


Beatriz Aldana es contadora y siempre ha trabajado en la industria y en corporativos comerciales. Gran lectora, escribe y produce crónicas de video en sus dos blogs de Facebook, además de La columna de Bety en Estilo Mápula.

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