Lazo
Por Guadalupe Ángeles
Ven y duerme
en mí. Conmigo. Ven y dime que todos los hombres no fueron tú y sí. Dime con el
tacto de tus dedos que cada mañana iluminada por el sol fue consagrada a ti al
igual que a todos los demás, quienes, aunque no tuvieron tu nombre ni tu
historia poseían el delirio suficiente para hacerse mis fantasmas y habitar de
ese modo la casa que soy, el hogar que fui para su desesperanza, para su
sinsentido.
Me uno hoy a
ti, en el símbolo sagrado de tu nombre. Afirmo de manera que soy tan tú como
yo. Ningún lazo, ni antes ni ahora habrá de ligarme a las entrañas de la
tierra, como lo hace la pronunciación suave de tu nombre desde mis labios ya
envejecidos pero húmedos de la infancia que siempre me acompaña.
Digo tu nombre
y digo el mío para siempre entre sus sílabas. Me nombro representante de tus
huesos ya hechos polvo, indisociados en la tierra. Soy la imagen de tu cabello
ensortijado, soy las facciones de tu rostro para siempre ajeno a mi caricia.
Tú, símbolo de
todo poder sobre la tierra y bajo el mar, tomo de ti toda la fuerza de que
fuiste capaz en tanto ser humano, y aunque con ella no venciste a la muerte,
ello es del todo falso, pues yo estoy aquí y digo: soy, porque tú eres, porque
tu sangre alimenta mi cuerpo vives. Así, hacemos ambos un guiño a la muerte y
somos inmortales juntos en nuestra sangre compartida, en nuestra mortal
voluntad de ser uno y todos. Padre.
Guadalupe Ángeles nació en Pachuca, Hidalgo. Fue directora de la revista Soberbia. Entre sus obras se encuentran Souvenirs (1993), Sobre objetos de madera (1994), Suite de la duda (1995), Devastación (2000), La elección de los fantasmas (2002), Las virtudes esenciales (2005) y Raptos (2009). Ha colaborado en Ágora, El Financiero, El Informador, El Occidental, La Jornada Semanal; en las revistas electrónicas nacionales Al margen y Argos y en las españolas: Babab y Espéculo. Premio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos 1999 por Devastación.

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