sábado, 18 de julio de 2020

Alberto Carlos. Las sílfides del Parnaso

Arte de Alberto Carlos

Las sílfides del Parnaso

Por Alberto Carlos

Un triste día de febrero del que no quiero acordarme, pero me acuerdo, de esos en que sopla el viento con inusitada violencia (esta introducción es para ambientar el asunto) me guarecí en el quicio de un rústico portón. (Más literario, solamente Cervantes).
Desde mi lóbrega atalaya pude observar el fluir angustioso del torrente humano, vapuleado inmisericordemente por la ira desatada de Eolo. (Qué me dura la poesía con ribetes helenísticos).
Era un desfile de rostros furibundos que reflejaban el espíritu en lucha contra los elementos desbordados en esa hora crepuscular que debía invitar al recogimiento y la meditación, imposibles, en este caso, por la furia ululante del vendaval. (Si me leyera Octavio Paz…)
Veía pasar los carruajes (debía escribir automóviles, pero son tan frívolos que me echarían a perder la belleza de la prosa) con su rugir impertinente, amalgamado su estrépito con el libre silbar del agitado temporal, como una sinfonía de Revueltas o como el trepidante contrapunto de las huestes revolucionarias de 1910. (Aquí me gano una Flor Natural de esas que coleccionan Alfonso Escárcega y el profesor De la Fuente).
Como decía, observaba con un dejo de nostalgia… (Ya se me fue la onda del asunto que traía entre manos). Pues sí, con un dejo de nostalgia… (¿Cómo iba el cuento? Es que ya me piqué con la melcocha.
Nostalgia… era algo sobre nostalgia. Pero ya me chupé el espacio en la ambientación y el adorno. A ver si en un ínterin me acuerdo y lo suelto en un futuro Tragaluz.
Ustedes perdonen, pero hay días en que se va uno de la pluma irremediablemente, gracias a esa vena poética que todos llevamos dentro y que aflora como un suspiro ante el destello fugaz de lo inconmensurable (¡qué bruto!, aquí me consagro).
Hasta la próxima que, me sospecho, después de esta tríada lírica, nadie se la va a perder.




Alberto Carlos. Artista nacido en Fresnillo, Zacatecas, avecindado en Chihuahua desde la infancia. Con medio siglo de trayectoria, su vasta obra mural, escultórica y de caballete abarcó una diversidad de técnicas y temáticas. Su natural inquietud y amplia cultura lo llevó a incursionar en la literatura y el periodismo, en géneros como la poesía, el cuento, el ensayo, la calavera, el epigrama y la columna, los cuales publicaba en periódicos como el suplemento Tragaluz de Novedades de Chihuahua, El Heraldo de Chihuahua, y en las revistas Tarahumara y Solar.

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