domingo, 26 de julio de 2020

Alma Rosa Estrada. Amo, Señor, la hermosura de tu casa


el poema del domingo
Amo, Señor, la hermosura de tu casa

Por Alma Rosa Estrada

Amo la tierra con su manto blanco
y la piedra escondida entre la nieve;
 
la selva palpitante que murmura

 
la eterna sinfonía del misterio;

 
         el dorado matiz de la cosechas,
los colores del fruto,
la majestad silenciosa del desierto,
el verdor ondulante de los campos;
el canto triste de los arroyuelos,
el estruendo del río embravecido;
las grutas subterráneas, el arbusto, la flor; la

maravilla del germen que se multiplica; el árbol con

su abrazo de frescura.
Amo la mar inmensa cuando brilla
como un cristal azul desquebrajado; y las olas

enormes que se estrellan en playas solitarias;
el maremoto y el volcán y el sismo;

los celajes de púrpura y de oro; 

 
la luz del sol, el fuego y el relámpago;

 
y la vida increíble de la célula, 

 
el átomo, el microbio,
los universos mínimos que bullen

dentro y fuera de seres y de cosas.

 
Amo el rocío y los vientos cálidos, 

 
los perfumes, las nubes, los sonidos;
el olor de la tierra cuando llueve;
los ojos de las bestias indomables,
los ojos de las bestias dominadas;
la música del canto de los pájaros
en la penumbra del amanecer;
los efluvios de paz que nos circundan en las

noches serenas;
lo que se siente pero no se palpa;

el vacío sin fin donde caminan 

 
astros y estrellas. Cosmos insondable.
Amo, Señor, la hermosura de tu casa. Y amo a mi

hermano el hombre;
su sed de armonía;
su inteligencia que escudriña y labra
el pensamiento que recorre cumbres;
y la imaginación que crea… y que destruye;

         la voluntad que rige los destinos; 

 
         la virtud que ennoblece y santifica; 

 
la expresión de los ojos de los niños;

 
la lágrima que rueda… la sonrisa; 

 
el perdón generoso, la nostalgia;
el vulnerable, el tierno y grande corazón del

hombre y su persecución interminable
de la verdad y de la paz amadas;
su espíritu inmenso que sostiene
la eternidad del universo. El hombre,

corazón infinito que ama. Y ama. 

 
Amo a mi hermano el hombre.
Amo, Señor, el lugar donde habita tu gloria.





Alma Rosa Estrada Comadurán (1929 – 2000) nació en Guerrero, Chihuahua, y vivió gran parte de su vida en Ciudad Cuauhtémoc. Estudió curso comercial en el Instituto América de la ciudad de Chihuahua. En 1993 la UACH publicó su primer libro de poemas titulado Una mujer. En el año 2000 se publicó su segundo libro, llamado Tan cerca de la vida. En 2018 se publicó el tercero: Una mujer tan cerca de la vida. En Cuauhtémoc durante algún tiempo escribió y publicó crónicas  periodísticas en el semanario La voz de Cuauhtémoc. También fue una magnífica violinista y compositora de canciones.

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