viernes, 10 de julio de 2020

Heriberto Ramírez Luján. La presa El marqueño

La presa El marqueño

Por Heriberto Ramírez Luján

Habíamos preparado los instrumentos para la pesca: anzuelos, cáñamo, carnada, red, y las obligadas provisiones. Era una expedición emocionante porque no recordaba haber salido con mi padre desde niño. Ahora se daba la ocasión de conocer un lugar del que se hablaban maravillas en cuanto a pesca.
Salimos en compañía de algunos amigos suyos, viajando en la parte trasera de una pick up. En una hora llegamos por un camino de terracería a una pequeña presa derivadora, aguas abajo del Río Bravo.
Empezaron a desplegar la red y arrastrarla por las aguas poco profundas, atrapando algunos peces de proporciones medianas. Con una destreza asombrosa mi padre empezó a atrapar otros más, a mano pelona entre las piedras que conformaban la presilla. Mi padre me habla y me muestra un pez medio destrozado, luego me dice:
–Esta variedad es única y solamente se encuentra en este lugar.
En efecto, se trataba de un ejemplar de color plateado con piel áspera que nunca había visto. No era ni el clásico robalo escamoso y con espinas, ni el bagre o chato, ni el azul. Pero todavía más, aclara:
–Tienen una piedra en el interior de su cabeza.
Para mi sorpresa, exhibía la “piedra” en su mano, se trataba de una clase de hueso duro y esférico del tamaño de una canica. En mis adentros pensé que se trataba de una prueba excesiva de naturalismo campirano.




Heriberto Ramírez Luján, filósofo mexicano, redacta la lógica con precisión de cirujano. En sus ensayos y libros de filosofía y también en sus textos literarios. Sobrio y elegante profesor, el estoicismo es divisa de su estética. Y de su gran estilo.

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