domingo, 10 de enero de 2021

Javier Flores. Tintadeoquis

Tintadeoquis

 

 

Por Javier Flores

 

 

Nadie está libre de decir simplezas. La desgracia es decirlas seriamente: Nae iste magno conatu magnas nugas dixerit. Terencio Brueghel cuatro Un epígrafe inconsútil

 

 

Al verter Tintadeoquis a esta reseña, viene a cuento el número cuatro de la revista Brueghel, primera época. Una síntesis perfecta de Silenciosa Elocuencia ante “las ínfulas de la banalidad y la chabacanería” en el quehacer literario de Delicias, y de todo el estado de Chihjuahua.

Era el primer semestre de 2001 cuando nace el primer número de esta revista de a veinte que llegó a quince ejemplares durante sus dos épocas, en diez años.

Esa publicación tenía representación en Chihuahua, Ciudad Juárez, Cuauhtémoc, Zacatecas, México, D.F., San Antonio Texas y Culver City, California. Se sumaron Chiapas y Paris en la segunda época.

Brueghel estaba abierta, como la agricultura al cielo, a publicar textos de mérito, brillantes, y presentar literatura local que fuese, en efecto, eso: literatura.

En noviembre de ese mismo año, ante la ausencia de textos literarios, el Consejo Editorial de Brueghel decide de todos modos hacer el tiraje del cuarto número, pero con sus páginas en blanco. “Tierra baldía” dice la editorial. Luego se encuaderna una treintena de páginas en blanco dónde la aristocracia del verbo late con honor.

La palabra del escritor hecha nudo en las posibilidades de ser.

Cada hoja en sí misma es un espejo que espera, en franco reto, a la Gorgona literaria. ¿Al hijo bastardo de algún genio del mal, acaso?

Ahí se constata en claro volumen el papel esencial que juega la simbólica obra de Kasimir Malévich Blanco sobre blanco. Es el Tao del primer instante entre el signo y el significado (para clarificar el sentido interior y sustancial de la palabra), e incluso, en su cadencia silenciosa, cada hoja encanta la incertidumbre de Orfeo.

Hojear con desdén esas páginas vacías es ya un epígrafe de insonora melodía al umbral de la duda. No resulta difícil captar el porqué: este cuarto ejemplar de Brueghel sobrevive como epígrafe para cualquier intento de revista literaria ante los fragmentos de verdad que amenazan la corteza de la falsa conciencia.

Es preciso por eso ocultar la Tinta y a la vez utilizarla. He aquí un porqué del nombre Tintadeoquis, y por qué ésta, que hoy inicia, se inscribe como miscelánea, que no es un desdén para el escritor sino una impostura para quien está leyendo.

 





Francisco Javier Flores, narrador y director escénico, es técnico agropecuario, diplomado en periodismo, promoción y desarrollo cultural. Ha coordinado talleres de lectura y teatro. Publicó el cuaderno Un viaje al páramo –ensayo de historia regional– y, durante diez años, Desierto Guía revista mensual. Su obra escénica comprende montajes de teatro, musicales, tres largometrajes, tres cortometrajes, un documental y más de 70 sketch para televisión.

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