A casa
Por Sergio
Torres
Si todo va bien, este es mi último viaje. La
vida es tan abundante en sorpresas y alegrías que no hay menos que vivir
agradecido. Estoy despierto, respiro, siento hambre, calor, dolor, las
incomodidades propias de la vida. Siento también, la alegría de ver a mis niños
crecer, a mi Puyeke flotar por el universo cada vez más seguro de sus pasos.
Disfruto la compañía de unos cuantos, la
ausencia de muchos otros, el reencuentro con viejo amigos, el abrazo amoroso de
quien bien me quiere y es correspondido. Disfruto estar vivo; solo estoy
cansado.
No creas que es esa nube de despertar con una
idea ‒cambiar un
foco, por ejemplo‒ y perderme en la neblina
de quehaceres de tal manera que, en la madrugada del día siguiente, cuando
necesito luz en ese armario, me recuerdo que hay que cambiar el foco.
Tampoco es el hastío propio de realizar el
mismo trabajo durante 37 años, eso es imposible para mí: cuando eres maestro de
música cada escuela, cada grupo, cada niño, niña, joven o jóvena, cada maestra ‒solo maestras, porque trabajo en preescolar‒ tiene su manera única de apropiarse del Cielito
lindo, La cucaracha, Jesusita en Chihuahua o Navidad Rock.
Estoy cansado del alma. Un cansancio profundo
e inevitable como las canas, la vejez o que te guste alguien y que, a pesar de
las apariencias, resulte que le gusta escuchar a Arjona. Así de trágico
Estoy cansado. No es cansancio físico. Me
levanto y voy al gimnasio, hago mi rutina de baile con los alumnos, asisto a ensayos,
soy el chófer de mi hijo, me encuentro con mis amigos y charlamos. Amo
encontrarme con ellos y descubrir que su mundo y la visión del mismo se van
transformando. Cada encuentro es una sorpresa.
Pero estoy cansado. Quiero llegar a casa.
Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario