lunes, 20 de octubre de 2025

Historia de cuando mi amiga fue mi gurú

 


La columna de Bety


Historia de cuando mi amiga fue mi gurú

 

Por Beatriz Aldana

 

La palabra, que en sí es un adverbio de tiempo, nunca, que la utilizamos con frecuencia por diversas circunstancias que nos ocurren, aquí la traigo al tema por lo siguiente: Las mujeres la tenemos casi por costumbre al platicar con la amiga a quien más le confiamos nuestras vivencias, y con mayor razón las sentimentales de pareja.

Pues bien, hace algunos días para ser exactos: siete días, le manifesté a mi amiga, cuando me preguntó si yo regresaría con "alguien" que al parecer tiene mucho que ver con esa tristeza escondida que difícilmente se oculta tras de una casi desbordante algarabía.

Recuerdo claramente la conversación, que, dicho sea de paso, estaba acompañada de unas copitas de un bourboun bastante potable, y efectivamente expresé ese adverbio de tiempo: ¡nunca!

Y, efectivamente, esa palabra no debiera pronunciarse porque a las palabras no se las lleva el viento.

Les cuento esto porque, de esos siete días al día de ayer, resulta que ya mi físico, mi espíritu, mi corazón y tal vez mi alma no resistían esa sensación de pérdida inútil, ya que, como me lo había comentado en otra conversación otra de mis muy queridas amigas así:

Bety: Los amores a nuestra edad, y más cuando es notorio que es sincero por parte de él hacia usted, no debieran tirarse por la borda tan solo porque  se le dice lo que en el fondo usted sabe que es verdad. Lo tomó como un insulto cuando en realidad era para concientizarla de esas no cualidades. Por supuesto para reparar en ellas y con la finalidad de hacer de usted una mejor persona.

Ciertamente está conversación con ella hizo que bajarán tres rayitas a mi orgullo y admití que esa tristeza y desolación estaban mermando con cierta severidad sobre todo mi estructura física.

Gracias a esa conversación, afortunadamente tuve el valor de hacer un audio con toda la sinceridad que albergaba mi corazón expresándole a él mi deseo de reanudar esa relación en las condiciones en que fueran posibles.

Se llega una a una edad en que ya no es posible regresar a la lejanísima adolescencia, juventud, en que erróneamente se perdían relaciones por un malentendido y mal empleado orgullo.

Así que tomaré como una experiencia el no decir nunca “nunca”, porque, como coloquialmente se dice: Del plato a la boca se cae la sopa.

Y heme aquí: tres días continuos de convivencia con quién indudablemente ha sido, y será, mi angelito de sanación.

 


Beatriz Aldana es contadora y siempre ha trabajado en la industria y en corporativos comerciales. Gran lectora, escribe y produce crónicas de video en sus dos blogs de Facebook, además de La columna de Bety en Estilo Mápula.

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