Sabor a bruja
Por Elvira Catalina Gutiérrez
Bruja, ya probó el viento que sabes a pantanos,
cielos misteriosos y bosques.
La locura que escondes la revelan tus sueños;
aunque son tuyos, son chismosos e incontrolables.
Sabes a hiedra entristecida, por eso la vida te ofrece
un casto roble donde apoyarte.
A veces tu cabeza queda al aire incomprendida,
te alimentas de la furia de la naturaleza, amarga, salobre es tu
presencia.
La gente hipócrita te mira, te intuyen en las penumbras,
en los lugares escondidos, donde crecen tinieblas,
expandes brumas grises tus paisajes subversivos a la hora del sueño.
Trajiste la espada del desvelo,
la luna hirió tu párpado y el viento se lleva tu tiempo.
Una amarga flor surge de las cenizas tenebrosas de tu madrugada.
Al amanecer probaste la fruta dulce de la manzana,
se duerme el alma rebelde.
Las antiguas brujas han de perdonarte
pues eres más mansa de lo que debieras.
Arrojas amor, versos, perfume, consuelo.
El valor, la lujuria, coraje y desenfreno están del otro lado del muro,
quieres cruzarlo, pero no te atreves.
Por eso nadie te hable de odio o malquerencia,
que la bruja solo quiere rosas en sus macetas,
cocinar un pastel con fresas, provocar la sonrisa de quien alimenta.
En el aire sutil o vertiginoso navega la señal de una mujer que escribe; el lado oscuro, el sol de su mirada, la esencia de una idea.
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