lunes, 29 de noviembre de 2021

Algunos comentarios acerca del libro El silencio de las cosas, de Gerardo Cárdenas Robles. Andrés Espinosa Becerra

 

los martes

Algunos comentarios acerca del libro El silencio de las cosas, de Gerardo Cárdenas Robles

 

 

Por Andrés Espinosa Becerra

 

 

La aparición de este libro es un evento gozoso por varias razones. Es un libro presentable, notorio, destacado, que no es publicado ni local ni estatalmente. Es editado fuera de aquí, en el Distrito Federal. Además, sale a luz gracias a un editor de nuestro estado, que también es poeta, Federico Corral Vallejo. Este libro es una muestra de la existencia de los talleres literarios y sus frutos, pero no se debe tan solo a ese espacio cultural, sino a la imaginación, carácter y talento de un joven, esos son los motivos de la aparición de El silencio de las cosas. Esas razones deben ser para nosotros motivo de festejo.

El silencio de las cosas es muy atrevido, como atrevida es la fuerza de los jóvenes como Gerardo Cárdenas Robles, que van cursando apenas las primeras dos décadas de sus vidas, y su atrevimiento consiste en mostrar una paleta en la que hay varios colores fundamentales con los que estructura la escenografía del libro y de los textos.

Para ingresar a El silencio de las cosas se debe pensar en la estructura de la mente juvenil, se debe considerar esa magnífica inquietud y su posibilidad para visualizar universos que nosotros ya no podemos atisbar y ni siquiera imaginar, porque El silencio de las cosas ofrece planetas, cosmovisiones, conceptos raros por lo intrincado que resultan, pero también ofrece vientos cálidos, aromas de sentimientos y contemplaciones serenas del mundo alrededor.

Tocante a la imaginación impregnada de furor juvenil, el libro abre sus puertas con poemas que recogen la palabra inextricable y de esa manera es el fuerte torrente que solo podemos ver, pero no podemos comprender, eso solo es posible con subsecuentes lecturas para que podamos construir un mismo significado del significante que se está leyendo; esto es, hay que releer los versos para ajustarlos a alguna interpretación cualquiera y personal del concepto o propuesta que está mencionando Gerardo Cárdenas Robles en esos momentos iniciales del libro.

Una de las gratitudes del libro de Gerardo Cárdenas Robles es que en la página veinticuatro le permite la entrada al discurso poético y deja un momento de lado la imagen inextricable; los títulos mismos cobran naturalidad y los versos parecieran que van descendiendo una escalera lingüística suavemente. El libro se abre y ya podemos ver poesía de alto vuelo y gran respiración.

El ejercicio estilístico de Cárdenas Robles es notorio desde un inicio; digamos que, como todo joven, pues le vale, no le importa, rompe sentidos y contrasentidos, elevan sus palabras un vuelo sobre la mesa y caen con orden y desorden que buscan respirar y lanzar mensajes de identidad.

Hablamos de la imaginación joven que está iniciando un vuelo venturoso por entre el significado de la vida y el significado de las palabras.

Hay una gran necesidad de que verso tras verso, en los poemas iniciales, esté armado con imágenes saturadas de conceptos. Termina una estrofa, llamémosle así o el poema entero y escuchamos sonidos separados a los que hay que buscarle su tema central.

Y es que por más liberal que sea, la poesía debe estar dirigida hacia algo o a partir de un algo, con un significado básico. Esto habla del asunto delicado que implica dar rienda suelta a la creación con las imágenes y las palabras.

Pronto aparece el poema titulado El reflejo y la memoria, y entonces aparece la poesía nítida limpia y con una intención personal de Cárdenas. Quedan cerca de nosotros versos como: “Mientras se quema/ una sonrisa sin cuerpo/ continúan naciendo/ las verdades del tiempo”.

Después aparece Jamás en donde se ve la transparencia del lenguaje inmediato, claro, con un sentido para todos nosotros, y es por eso que es poesía. La poesía no es solo oxímoron, es también la voz de la inteligencia translúcida, es la voz del alma, y el alma, aún con sus colores grises es transparente. Como he dicho que el escritor escribe acerca de lo que contempla, aparecen dos ejemplos mayores en El silencio de las cosas: No es por mí junto con No hay cosa. En mi humilde opinión, dos poemas que dan razón de ser a este libro ya que son poemas que respiran y son gozosos de existir porque tienen materia y sustento en sí mismos por lo que cantan.

Insisto en decir que Gerardo Cárdenas Robles no es solamente producto de un taller literario, eso es ufanarse en cosas relativas, es, lo creo firmemente, reflejo de sí mismo, fruto de una sociedad sana que aún tiene cosas valederas, es un motivo para creer en la esperanza, que un día un día un conductor de programa radiofónico local, tuvo la ceguera de declarar que la esperanza no existe. Pero en efecto, es una ceguera que lo que no considera es la existencia de la esperanza cifrada en los Ernestos, las Karinas, los Gilbertos, los Edgar y, ahora, en los Gerardos.

Finalmente El silencio de las cosas cierra con un espléndido poema amoroso que en el que el silencio y la memoria muestran sus sonidos.

Gran alegría por la aparición de Gerardo Cárdenas Robles en el escenario de la publicación de poesía.

 

Cárdenas Robles, Gerardo: El silencio de las cosas. Editorial Tintanueva, México, 2012.

 

Andrés Espinosa Becerra

2 de julio del 2012

 

 





Andrés Espinosa Becerra, Córdoba, Veracruz. Sus libros son: Quinteto para un pretérito, en coautoría con otros autores, Los días que no duermen, Una casa con silencio y patio, El silencio del gato. Actualmente textos suyos aparecen en la revista electrónica Estilo Mápula.

domingo, 28 de noviembre de 2021

Si fuera posible. Alma Rosa Estrada

 

Foto Pedro Chacón

el poema del domingo

Si fuera posible

 

 

Por Alma Rosa Estrada

 

 

Si fuese posible que tus ojos negros,

salvando del tiempo pasados abrojos,

salvando distancias, salvando rencor;

si te fuese dado contemplarme ahora

la dulce caricia que en tus ojos mora

tornaríase en puro destello de amor.

 

Si dado te fuese mi voz escuchar;

cual antes, serena, mi faz contemplar;

si te fuese dado mirarme muy hondo

allá en el profundo misterio verías

que mi alma es la misma de pasados días;

que es verdad tan solo lo que en ella escondo.

 

Verías que, ignorando prejuicios ingratos,

yo pasé del tiempo locos arrebatos

que a pesar de todo no he cambiado nada,

mi alma, como antes, habla de grandeza,

en mi corazón anidan dulzura y pureza,

que busco en la vida la blanca alborada.

 

Si fuese posible que tus ojos negros,

salvando del tiempo pasados abrojos,

hoy me contemplasen cual antes lo hacían,

sentirían que el tiempo jamás ha pasado,

que no hubo errores, tristeza de enfado…

¡Y entonces con fuego de amor me verían!

 






Alma Rosa Estrada Comadurán (1929 – 2000) nació en Guerrero, Chihuahua, y vivió gran parte de su vida en Ciudad Cuauhtémoc. Estudió curso comercial en el Instituto América de la ciudad de Chihuahua. En 1993 la UACH publicó su primer libro de poemas titulado Una mujer. En el año 2000 se publicó su segundo libro, llamado Tan cerca de la vida. En 2018 se publicó el tercero: Una mujer tan cerca de la vida. En Cuauhtémoc durante algún tiempo escribió y publicó crónicas periodísticas en el semanario La voz de Cuauhtémoc. También fue una magnífica violinista y compositora de canciones. El Premio de Poesía del Festival de las Tres Culturas lleva su nombre.

sábado, 27 de noviembre de 2021

Soy. Sigfrido Viguería Espinoza

 

utrora

Soy

 

 

Por Sigfrido Viguería Espinoza

 

 

Ese Dios olímpico soberbio y humano,

pasión encarnada, agreste palabra.

Una mujer enloquecida entre la tragedia y el drama.

Un hombre en la dualidad de su ego arcano.

 

Ímpetu vigoroso, grito y golpe,

violencia en el discurso, ternura de arco iris,

vital y tempestuoso como las ninfas,

frío, indiferente, un seductor casiopiris.

 

Buscador y minero de mi estirpe paterna,

héroe maldecido entre la paz y la guerra,

cacique venido a menos de mi linaje materno,

uno de los doce signos, ruina circular, eterna.

 

Una voz lírica, ligera. Un lamento a los cuarenta,

un poema barroco, romántico, churrigueresco.

Una narrativa anecdótica, simple y serena,

actor camaleónico, cómico farsante irónico grotesco.

 

 

Sigfrido Viguería Espinoza, Nuevo Casas Grandes, 27 noviembre 2021

 

 





Sigfrido Viguería Espinoza es licenciado en letras españolas por la UACH, profesor de Literatura I y II en la Preparatoria Francisco Villa y asesor del Taller de Periodismo y Ecología, instructor de secundaria, modalidad abierta con el programa nacional SEDENA-SEP-INEA, profesor del Colegio Las Américas, a cargo de las materias Español y Ciencias Sociales, profesor de Literatura, Comunicación, Etimologías, Taller de Lectura y Redacción, Filosofía, Geografía, Individuo y Sociedad, reportero en la revista Nosotros, profesor de tiempo completo y coordinador de la Licenciatura en Intervención Educativa, en la Universidad Pedagógica Nacional 08B, Subsede Nuevo Casas Grandes. Publica constantemente ensayos y poemas en medios impresos y electrónicos.

miércoles, 24 de noviembre de 2021

Historia de un hombre afortunado. Jesús Chávez Marín

 

Fotos y diseño Viviana Mendoza Hernández

Historia de un hombre afortunado

 

 

Por Jesús Chávez Marín

 

 

Entré a la novela Némisis, de Jorge Villalobos, como a una ciudad extraña donde se replicaba como en una sinfonía de ecos la vida cotidiana de unos personajes muy bien construidos, en un discurso narrativo de notable claridad: Víctor, Raimundo, Lilit, Vera y otros.

En otro plano de esa ciudad se oyen las voces de otros personajes, surgidos de la mitología, criaturas de la cultura universal, en este caso de la griega: Némisis la justicia, Tike la fortuna, Cloto la iniciadora, Láquesis la que señala la suerte, Átropos la muerte. Ambos relatos van corriendo paralelos a lo largo del relato y de manera deliciosa amplifican su significación y construyen un simbolismo cuyo sentido solo existirá en el génisis de esta muy original historia.

A pesar de esa estructura que al inicio parece tan complicada, en las páginas muy pronto se hace presente un tono de gran frescura, muy deleitoso de leer, pues aparecen elementos que son entrañables en nuestra época: los de una novela de iniciación, espejo en el que podemos mirarnos desde todas las edades en los años de juventud, donde la libertad era la que da la salud plena y el destino entero delante de la mirada mientras por dentro del ánima también laten los temores y las dudas.

Para quienes tienen el respaldo de unos padres equilibrados y amorosos todo parece más iluminado y alegre, como es el caso de Víctor en esta novela.

Para quienes no los tuvieron y se abrieron paso viviendo en los muros de un orfanato, todo es de otra manera, aunque no siempre infeliz, sino distinto: las sombras y el silencio también son naturaleza.

En las páginas del otro plano de la novela se hallan varios desafíos que cada lector va asumiendo según su personalidad.

Para quienes creen que el infinito libro del destino ya está escrito y que todo habrá de suceder según designios que trascienden el plano físico, es una refrescante sorpresa leer que las deidades en este libro también titubean y se equivocan, igual que los seres humanos, y van tomando decisiones a lo arrebatado, a veces con calma y a veces como venga el tiro, y que en momentos de furia deciden cortar por lo sano y empezar de nuevo.

Leer estos otros capítulos que son más breves y densos, y que provocan que el lector se devuelva varias veces a páginas anteriores para comprender la trama completa, es uno de los varios dilemas de este texto, que a pesar de esto es tan sencillo en los capítulos que parecieran realistas, que son tan ligeros y divertidos.

Uno de los aciertos del autor es que ha logrado construir personajes muy bien detallados en su psicología social.

Y es que esta no solo es una novela de iniciación, también es una historia de amor y por supuesto que hay, como en toda novela que se respete, una que es la mujer más hermosa del mundo, se llama Lilit, pero lo es tanto que resulta inalcanzable, no por etérea sino porque estaba bien loca y era medio borracha.

Víctor se enamora perdidamente de ella y a pesar de los años jamás podrá olvidarla, aunque él crea que sí. Ella era cruel sin voluntad de serlo; él era un afortunado que despreciaba su propia suerte por bruto y por enamorado.

Némesis también es una novela de ideas, a la manera de las que escribe o escribía Milán Kundera. Hay un pasaje que ilumina la estructura de esta novela, cuando sabemos que uno de los personajes, Raimundo, que era tremendo lector y cuyo pasatiempo era pensar, proyecta la idea de la misma novela que se está escribiendo:

 

Página 89. Y lee mucho. Eso no es lo malo, está bien leer, pero él lee libros de filosofía y cuando se satura se pone a cruzar mitología griega con sicología, dizque para descansar.

 

Esa es la idea exacta desde la cual se edificó la estructura de Némesis: Cruzar psicología con mitología, desde la cual se lanzan al aire como esferas conceptos imaginarios y otros no tan imaginarios, propios de un autor que es profundo observador de la conducta humana. Hombre de pocas palabras, Jorge Villalobos resulta ahora toda una sorpresa metiéndose de novelista y presentando esta historia tan entretenida.

No les voy a decir más. Lean Némesis y disfrutarán una de esas novelas que se disfrutan y se quedan grabadas en el placer y en el pensamiento.

 

Villalobos, Jorge: Némesis. Aldea Global Editores, México, 2021




lunes, 22 de noviembre de 2021

Némesis. María Elena Cárdenas Méndez

 

Némesis

 

 

Por María Elena Cárdenas Méndez

 

 

Buenas noches a todas y a todos. Quiero iniciar agradeciendo al autor de Némesis, Jorge Villalobos, por invitarme a formar parte de esta mesa; estoy segura de que esa decisión fue más por la amistad que nos une, que por creer que mis comentarios sobre su obra tuvieran alguna relevancia literaria.

De igual manera, quiero agradecer la presencia de cada una y uno de ustedes, porque sin duda su participación contribuye a uno de los propósitos que tuvo el autor para escribir esta obra, fomentar la lectura y hacer una aportación a la difusión de la cultura.

La obra que hoy nos congrega es la primera novela de Jorge Villalobos, un periodista, diseñador y escritor chihuahuense, gran conocedor de música y un excelente conversador.

Némesis es una novela corta. Salvo por algunas referencias que invitan a relacionar cierta época, yo diría que está escrita sin una ubicación temporal específica, pero es posible decir que se trata de una historia contemporánea, y que además se desarrolla en cualquier lugar, que también podría ser nuestra propia ciudad.

Víctor, el protagonista, es un joven cuya vida queda marcada desde el momento mismo de su nacimiento. Esto, como pueden advertir, también puede y de hecho le sucede a prácticamente todo el mundo. Incluso se tiene un dicho popular al respecto: “Infancia es destino”.

La particularidad de nuestro protagonista es que, por alguna razón, una diosa griega que observa su nacimiento decide cobijarlo bajo su manto, estar pendiente de su vida e incluso influenciar sus decisiones para trazar en algún momento su proyecto de vida. Al mismo tiempo, nace otro bebé y sus condiciones llaman la atención de otra diosa, quien decide hacer lo propio, ahora con él.

Esta escena da origen a las dos tramas que se narran en la novela: la primera tiene que ver con la vida del protagonista y la segunda pero paralela respecto a la interacción de algunas deidades griegas entre sí, y en relación con las personas humanas.

En estos relatos paralelos se describen vidas cotidianas, todas aderezadas por las pasiones, los anhelos, las confusiones y las certezas que acompañan a cualquier adolescente o joven durante su vida; también se hace referencia a lo que hipotéticamente podría caracterizar el quehacer de algunos personajes de la mitología griega.

Némesis, antigua diosa griega de la justicia retributiva y Tiké, diosa de la fortuna, de la suerte, son deidades cuyos afanes y propósitos son narrados en la novela; las acompañan Láquesis, Átropos, Niké, Cloto, Aracne, el viejo oráculo Tiresias y demás compañía divina del Olympo.

No sé si lo relatado en la novela sobre la interacción de las deidades sea posible, pero si existieron o existen sus equivalentes, esta manera de comportarse con toda seguridad está cerca de ser factible.

Acompañan a Víctor en el camino su madre y su padre, sus dos hermanas, Raimundo el amigo que más le conoce y con quien comparte su secreto, y Lilit, Alicia, Leticia, mujeres que ocupan un lugar en su vida y en su mente, todas importantes, todas presentes, pero cada quién en un lugar distinto de su corazón.

¿Acaso esto no suena a lo más frecuente y cotidiano posible?

En mi opinión, la médula de la narración y lo que invita a terminar la novela en el momento mismo en que uno inicia su lectura, es advertir que tenemos cada una de nosotras y de nosotros algo que ver con esas historias, tanto la que se desarrolla en el terreno humano, como la que pudiera estar sucediendo en el terreno de lo desconocido, sea divino o no.

¿Nos hemos puesto a pensar qué peso tiene el amor en nuestras vidas?

¿Nos hemos detenido a pensar si la fortuna, si la suerte, influye los rumbos que han tomado nuestras existencias?

¿Quién es capaz de decir que ha tenido, tiene y tendrá absoluto control de las decisiones que ha tomado en la vida? Que el camino que ha andado es producto total y absoluto de su voluntad, que el azar, la suerte, no han jugado ningún papel.

No sé quién, pero confieso que yo no podría garantizar nada de ello.

En la novela, el protagonista Víctor actúa y toma decisiones sin darse cuenta qué peso de ellas corresponde realmente a su voluntad y qué peso en realidad debería atribuirse a la fortuna con la que nació. Intermitentemente invoca y reniega de la suerte; a veces concluye que la mala suerte lo ha perseguido durante toda su vida; piensa que aquello de lo que carece es producto de la mala fortuna. Lo paradójico es que nunca se detiene a pensar en lo contrario: que lo que tiene y ha tenido también han sido producto justamente de la suerte que lo acompaña desde que la diosa Tiké se fijó en él.

¿Qué es de Némesis en la novela?

¿A quién decidió amadrinar, por qué lo hizo y qué relación tiene esa decisión con la elección de Tiké? Justo de eso trata la novela.

Jorge, a mi parecer, logró escribir una novela sencilla, que atrapa; escrita en un lenguaje amable y con un recurso metodológico formidable que le permitió tejer esos relatos paralelos.

Este autor, además, es un curioso de la palabra escrita, le apuesta al libro objeto y eso, en estos tiempos de la digitalización, se agradece.

Les invito a que lean Némesis, sé que los va a atrapar como me atrapó a mi; sé que también les puede invitar a pensar en sus propias vidas: ¿acaso el amor y la fortuna ocupan lugares en mi vida que no había advertido? Eso se lo podrán preguntar mientras avanzan en la lectura.

Felicidades al autor. Felicidades, Jorge, y a ustedes muchas gracias por su atención.


Villalobos, Jorge: Némesis. Aldea Global Editores, México, 2021

 






María Elena Cárdenas Méndez es licenciada en derecho por la Universidad Autónoma de Chihuahua y maestra en derecho constitucional y administrativo por la Universidad Nacional Autónoma de México. Trabajó en la Dirección General de Estudios de Legislación Universitaria y en el Instituto de Investigaciones Jurídicas –ambas instituciones de la UNAM–, así como en la Secretaría de Investigación del Instituto de la Judicatura Federal. Es autora de artículos y reseñas que se han publicado en revistas especializadas en derecho. Ha impartido clases en universidades públicas y privadas de Chihuahua, Chiapas y la Ciudad de México. Actualmente es profesora en la Facultad de Derecho de la UACH.

domingo, 21 de noviembre de 2021

Solo era el eco de la lluvia clara. Alma Rosa Estrada

Foto Pedro Chacón

el poema del domingo

Solo era el eco de la lluvia clara

 

Por Alma Rosa Estrada

 

 

Solo era el eco de la lluvia clara

y la tristeza del espacio gris;

era el suspiro que volara

rasgando de las nubes el tapiz.

 

Era solo la vida que pasaba

con la amargura de la luz brumosa:

solo era la esperanza que volaba

en pos de ti, cansada y vagarosa.

 

Solo era eso que pasa y que se aleja,

que en la tarde sutil se funde y arde,

no persiste, y sin embargo deja

humedad de sollozos en la tarde.

 






Alma Rosa Estrada Comadurán (1929 – 2000) nació en Guerrero, Chihuahua, y vivió gran parte de su vida en Ciudad Cuauhtémoc. Estudió curso comercial en el Instituto América de la ciudad de Chihuahua. En 1993 la UACH publicó su primer libro de poemas titulado Una mujer. En el año 2000 se publicó su segundo libro, llamado Tan cerca de la vida. En 2018 se publicó el tercero: Una mujer tan cerca de la vida. En Cuauhtémoc durante algún tiempo escribió y publicó crónicas periodísticas en el semanario La voz de Cuauhtémoc. También fue una magnífica violinista y compositora de canciones. El Premio de Poesía del Festival de las Tres Culturas lleva su nombre.