jueves, 31 de enero de 2019

Cine Lasc. Arrebato, de Iván Zulueta

Cine Lasc. Arrebato, de Iván Zulueta

Por Esteban Lascano

Arrebato, de Iván Zulueta, filmada en 1979, es una película compleja y surrealista. Trata de un director de cine, José, que está insatisfecho con la segunda película que está haciendo, cuando le llega una cinta de un amigo suyo, Pedro. Mientras oye la cinta de Pedro, a la vez aparecen los recuerdos donde la cinta de Pedro evoca a José, porque refiere acontecimientos reales.
Pedro es una persona intensa, obsesionado con hacer cine. Comienza grabando los árboles y edificios del rancho donde vivía, pero sus películas quedaban muy chafas y al verlas lloraba. Poco después va mejorando su estilo, y empieza a grabar el crecimiento de flores y árboles. Cuando están en su casa su prima Martha y su amigo José, les pone una prueba para “arrebatarlos”, que es como hipnotizarlos, de la misma manera que a él lo arrebata el cine, exponiéndolos a objetos paradigmáticos de su niñez.
Después se va y hace cine de lugares del mundo, como Machu Pichu, La India, diferentes lugares de Europa, ciudades americanas, y se establece en un departamento donde se encierra en una depresión, porque había dejado la heroína, una antigua adicción.
Su amigo José conoció a Pedro cuando acompaño a Martha, su prima, al rancho donde vivía, y luego con su pareja, Ana, unos años después, fue donde Pedro trató de arrebatarlos.
Pedro, encerrado en su depresión, cede a la visita de una amiga, que según dice, casi le cuesta la vida, porque juntos aspiraron heroína. Pedro empieza a sentirse mal, hasta que la echa. Luego pone una cámara a grabarlo a él, y recibe una visita de su prima Martha, y mientras esta platicando con ella, grabada, desaparece. Luego se pone a grabar la cinta que le había mandado al principio a José, donde decía que recordara todo eso y que, para ver la cinta final, tendría que ir el mismo a su departamento, cosa que José hace, y no ve a Pedro, hasta que se fija en la cinta de la cámara y ve a Pedro moviéndose De repente le cambia la cara, y es él mismo quien está en la cinta y allí termina. Hay aclarar que mientras José recordaba todo, conforme se lo decía la grabación de Pedro, también estaba drogado.



Esteban Lascano estudia preparatoria en el Centro Educativo Patria; desde 2015 es un gran aficionado al cine y en Estilo Mápula es autor de la columna Cine Lasc.

martes, 29 de enero de 2019

Luis Kimball. Vivir en la memoria

Vivir en la memoria


Por Luis Kimball


―Es la casilla Abeja azul. Afortunadamente solo murió el cuerpo, Laurita.
Viniendo de una familia tan correcta, a Laura todavía le costaba acostumbrarse a la familiaridad con que las instituciones científicas amortizaban “el choque”.
En la Abeja azul, encontró a Meli.
―¿Cómo te sientes, Meli?
―Pues ya sin dolor, pero estoy muy impactada.
―Tenía que pasar alguna vez.
―¡¿Por qué a doce días de mí boda?!
Meli traía el vestido de novia que se estaba probando, el cual, para colmo, no había quedado ni lejos de su gusto; le hacía una desagradable bolsa bajo las axilas. A ninguna de las dos les gustaba exponer su vida privada en público; su vida privada era más que eso: una vida cerrada a los que no fueran de la familia. Y ahora que Meli había muerto, ¿cómo nombrarla? Cerró y guardó el archivo Abeja azul sin ponerle ni un paréntesis al dialogo, la primer desconsideración que sufren la mayoría  de los sin cuerpo. Guardó su USB del futuro en la bolsa Viant Didion de 900 dólares reciclados.
Quedan mil preguntas cuando uno llega al Cenit. Esto que me estoy llevando, ¿es mi familiar? ¿Ahora de dónde saca vida? Desde luego, los datos se siguen generando mientras uno conviva lo suficiente con la memoria (sin la convivencia, se vuelve taciturna y ni el suicidio le es posible). Tal vez muchos ya se acostumbraron a que sus muertos sigan dando plática, guerra, acumulando deseos carnales; eso sí, se enferman mucho menos. Todo es no dejarlos morir en la memoria.
El doctor Trend no evitó mirar la transparencia de los pensamientos de Laura.
―Lo sé: en casa a veces pensamos que la casa ya parece altar de día de muertos.
Vio que el doctor Trend era guapo y de buena educación; trabajando en el Cenit, habría sido de locos guardar delicadeza.
―Mire, Laura ―le dijo en voz grave, indicando que por el pasillo no tenía que guardar el protocolo―, nosotros no grabamos: no nos quedamos con ningún dato.
No había necesidad de aludir a la pornografía que se hacía con fugas de la información, incluso en Cenits de prestigio.
―Si lo piensa de un modo realmente lateral, no somos muy diferentes antes de que se nos muera el cuerpo: solo parte de una larga conversación, el producto de una inconmensurable red de datos que se cruzan según el más riguroso azar, tan fortuitos para usted como para mí o cualquier memoria viva; ya sabe.
―Cualquiera con un gramo de conciencia entiende que al menos su pasado tiene un límite, doctor.
―Supongo, que los datos ocasionalmente repiten un nombre de manera tan singular, que aquí estamos, pasando penasy dolores para meternos en estalógica difusa.
―¿No cree que haya habido, por lo menos, algún dato original?
―Eso ya es de dios, Laurita: ni a nosotros nos toca creer en él, ni a él, revelarnos su ciencia.
Por el cambio al oficioso “tono familiar” se dio cuenta de que estaban entrando en la capilla. A eso se resume la evolución de la tonta especie ─pensó Laura─: un misterio planteado puerilmente y clasificado como “secreto”. A veces a uno le da por mejor dejar descansar a sus muertos ─pensó tan indignada, que toda la capilla miró la transparencia─. La voltearon a ver como a Mersault en el funeral de su madre; al menos así lo sintió ella, tan claramente que se pudo ver una parte de la portada del libro, e imágenes de la película.
En medio de la hipocresía grupal, el día de velatorio de cuerpo, no sabes con quiénes estás rezando en la sala. Cómo han de descansar de este mundo los perros y los vagabundos –piensa.



Luis Kimball Torres nació en Chihuahua en 1974. Vivió en Chihuahua, en Veracruz, en la ciudad de México, y ahora reside en Querétaro. Hizo estudios universitarios que no le satisficieron. Se interesa en el conocimiento y escribe desde joven, ha publicado en la revista Solar y en Manual del desierto. Es coautor del poemario Luna de hiel para tres, y autor de Puros de amor. Ha participado en la coordinación de espacios culturales y actualmente coordina el taller literario Escritura al día.

lunes, 28 de enero de 2019

Larizza Arvizo. Fue como un sueño ver sus pantorrillas sobre el escenario

Fue como un sueño ver sus pantorrillas sobre el escenario


Por Larizza Arvizo


Fue como un sueño ver sus pantorrillas sobre el escenario, un sueño que soñé, mi sueño irrevocable, un verdadero premio a mi lujuria y a mi lívido; inolvidable la fuerza vital que emanaban sus brazos y cada una de sus acciones y gestos, una inspiración completa; él era la energía que enchinaba los brazos y derretía el alma, una voz melodiosa con gran temperatura, tan cálida que ardías, tan fría que congelaba; la estatura perfecta, la complexión ideal, unos ojos expresivos que hipnotizaban a cualquiera, hasta al más cruel espectador; le habían parido para eso, capaz de hacer cualquier personaje con una metamorfosis perfecta, sus sentidos en acción: elocuencia y elegancia, sin importar amor y odio, todo lograba transmitir; desaprovechada su inmensidad, amado y admirado; tal cual las pesadillas se roban los sueños así te fuiste, te esfumaste como se esfuma la esperanza, como el viento, invisible e incoloro, pero profundamente doloroso; te amé en silencio como se ama lo preciado y lo intangible, incansable y perfecto, intocable y deseado.
Hasta pronto, tal vez muy pronto.




Larizza Arvizo es licenciada en teatro por la Facultad de Artes de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Ha actuado en 25 montajes y es ganadora del premio a mejor actriz y actriz revelación en la Muestra Municipal de Teatro 2009. Actualmente se dedica a la fabricación de máscaras y muñecos teatrales, además de estar escribiendo el libro El viaje de lyme.

Giorgio Germont. Nota final: Aparatchik Intelligentsia

El secreto de Olga
Novela

Por Giorgio Germont

Capítulo 36. Nota final: Aparatchik Intelligentsia

El señor Kane envió dos agentes a entrevistar al espía ruso, Boris Rostov. Ellos le preguntaron a Boris qué le enseñaron veinte años de trabajo en el mundo del espionaje. Así respondió Rostov: “No se puede confiar en nadie. Todos traicionan a todos. Todo está a la venta. Todos sirven a varios amos. Todos espían a todos. Todos tienen células infiltradas en todas partes. Nadie sabe para quién trabaja. Cada cabeza tiene un precio
El fiscal Kane tiene una oficina en el subterráneo de la corte federal. En un recinto muy austero hay un escritorio, dos sillas, una lámpara; los colores que dominan son tintes en gris y más gris. Hay una sola ventana muy alta por la que apenas se filtra la luz. El fiscal examina el expediente del Departamento de Estado de unos inmigrantes rusos, entre los documentos hay una foto de una mujer de pelo largo de unos cincuenta años de edad, su cara adusta marcada por la viruela. Tiene una nariz bulbosa, ojos pequeños color gris y mirada penetrante, labios pintados de rojo. Había declarado su nombre completo, fecha y lugar de nacimiento para el record:
—Mi nombre es Raiza Gavrilovna Tchitchikov Washington. Nací el 23 de diciembre de 1964 en Beslan, Rusia.
—¿Cuál es su nacionalidad, señora?
Soy ciudadana americana, naturalizada.
—¿Estado civil?
Casada.
—¿Cuándo arribó a los Estados Unidos?
Llegué a Nueva York el 26 de julio del año 2006.
El señor Kane, fiscal federal, es un hombre maduro, alto y delgado, viste una camisa blanca de mangas cortas y una corbata negra, usa anteojos, tiene nariz aguileña, su espalda es erguida. En un bloc hace apuntes. Raiza declaró que Dmitry Bajanjan había arribado en un buque petrolero de Irán a Colombia, lo había reclutado un grupo de narcotraficantes como guardaespaldas. Fueron ellos quienes lo ingresaron ilegalmente a los Estados Unidos en una avioneta privada, al pueblito de Jasper, Texas. Allí tenían intereses financieros y unas bodegas clandestinas de droga.
Kane revisó los archivos oficiales acerca de Boris Rostov. Era un ruso que recibió asilo político en Estados Unidos bajo la premisa de cooperar con los cuerpos de inteligencia americana; el contacto del señor Kane indicó que se sabía poco sobre él. Era ex agente de la seguridad nacional de Rusia, la FSB. Rostov era muy reservado. Tenía sus teléfonos interceptados por el Departamento de Estado, sus movimientos eran seguidos por la CIA y el FBI. Portaba uno de esos sensores que se llevan en el tobillo, un grillete. Kane citó a una junta urgente. Se revisaron fotos, video y relatos de las conversaciones telefónicas recientes del ruso en el 2009. Se le había detectado una intensa actividad de conversaciones con otros rusos y con individuos en la lista de terroristas islámicos. Kane examinó su dossier completo, esto fue lo que encontró.
Alias: Rostov, Boris Alexeieevich.
Ese fue el nombre adoptivo que tomó al ingresar asilado a los Estados Unidos. Inmigró en calidad de prisionero político después que la Jihad chechena le pusó un precio de medio millón de dólares a su cabeza. Rostov mostró documentos que lo acreditaban como espía retirado de la FSB. Su cooperación con los cuerpos de inteligencia americana era veinte veces más valiosa que el precio de su cabeza. Su nombre real era Aleksei Fyodorovich Godunov.
En total eran unas 20 páginas lo que hojeaba Kane con datos de acciones bélicas y proyectos de inteligencia que fueron asignados durante veinte años a la unidad dirigida por Rostov en Rusia.
Hoja de servicios
Agente
FSB
Proyecto 45489KD
27 mayo, 1995
Reunión con el director regional del FSB
Tema: Neutralizaci
ón de objetivo de alto mando
Objetivo:
Dudayev
Grado:
General de la Fuerza Aérea
Posición:
Director remoto del partido separatista checheno Localización:
Noruega, Latvia, Estonia
La foto del general acompañaba el documento, los detalles aparecían un poco borrados por el proceso de xero copiado. La foto es de un individuo de mirada muy fija, ojos negros. Tiene bigotes largos, calvicie temprana, pelo negro peinado por sobre la cabeza, patillas largas, nariz recta. Usa sweater de cuello tortuga, saco negro. Fecha de la foto: diciembre de 1992.
Actividad de vigilancia secreta:
Hotel Barclay
8 Uliikooli Street
Tartu, Estonia
Se identificó en las fotos a una Irina Volkonsky agente del Kremlin–, ex amante de Dudayev, y se le siguieron los pasos. El coronel la visitaba dos veces por semana; Irina proporcionó imágenes de los dos en el dossier: había fotos de alcoba, desnudos en el lecho, sentados en la cocina con una botella de vodka sobre la mesa, el coronel vestido de negro, con las manos en los bolsillos. Era bien sabido que portaba revolver y tenía un complejo obsesivo de persecución. Había fotos del general caminando por la acera rumbo a su auto, donde el chofer lo esperaba en un Skoda sedán negro, un video del general en su auto saliendo del hotel.
Se recibieron órdenes de neutralización inmediata del objetivo. Audio y video de Volkonsky acompañaba los reportes. En el video aparece Irina descalza, con una falda negra que muestra sus encantos y una blusa gris, muy escotada. La bella espía de pelo corto negro y ojos verdes se ve sonriente con un vaso de vino en las manos, las piernas cruzadas, un cenicero sobre la mesa y un cigarrillo encendido. Estaban acompañados por el yerno del general, Salman Raduyev y otros miembros del Partido Separatista Checheno en conversaciones acerca de las acciones y los planes a seguir.
Proyecto 45992KD
Basayev, Shamil
“B”
Guerrillero checheno
Supuestamente negociante, vendedor de sistemas computacionales.
207
Mariscal de campo en la primera y la segunda guerras de Chechenia.
2001
Grabación secreta de Basayev por teléfono desde el frente de guerra. Le dice a alguien en Yemen que están perdiendo terreno en Grozny. Requiere más armamento, más inteligencia y dinero, mucho dinero. Los víveres escasean, la central de trenes esta interrumpida, la tropa en Grozny tiene hambre. Hace petición para una reunión urgente con la cúpula.
Resumen de una entrevista con agente “K”. El agente reporta que recibió llamado del Czar (Putin) a través de tres mediadores y ofrece un millón de dólares a quien le entregue la cabeza de Basayev.
Reporte médico, evento importante. Dr. Kassan Baiev reporta lesiones de una explosión. Se amputa la pierna izquierda a un oficial checheno. Ocurrió en el 2000, 100 km al sur de Grozny. El herido fue evacuado de emergencia. En su escape “B” pisó una mina plantada por los rusos que le estalló y le voló la pierna izquierda. Lo arrastró el único sobreviviente entre las balas. Así, inconsciente, fue trasladado el herido en helicóptero al puesto de campaña en las montañas y atendido por el doctor Kassan Baiev.
2001
Fotos de Basayev pasando revista a las tropas. Se lo ve muy pálido, con muletas, tapado con su boina de campaña. Fotos de “B” leyendo un reporte a la intemperie en campaña. Está nevando. Porta la clásica gorra vasca de fieltro negro con una estrella plateada al frente, como la usaba el Che Guevara. Es un hombre de tez clara, ojos negros, penetrantes, mirada decidida. La nariz recta, ojos negros fijos en la página, ceño fruncido. Tiene barba muy gruesa, viste saco de campaña, cubierto de nieve.
Fotos de una manifestación de Chechenos separatistas en Grozny aparecen en la primera página del Pravda. Los manifestantes llevan una pancarta que reza: “Islan dominará el mundo”. “La libertad se puede largar al infierno”.
Fotos de reuniones de Basayev con sus subalternos, Abdel Rahman y Khattab vestidos en uniforme guerrillero. Fotografiados con la bandera de Chechenia en el fondo (una tela verde con tres franjas horizontales a la base, blanco rojo y blanco).
Video proporcionado por Rostov muestra imágenes de un auto viajando por la Avenida Vladimir Putin en las riberas del río Sunzha, en Grozny. El vehículo pasa por el frente de la flamante mezquita “Salman Kadyrov”, también conocida como El corazón de Chechenia. Es el recinto de oración mahometana más grande de Rusia.
2004
Agosto 15
Rostov confirma datos de inteligencia aérea. Se detecta campamento terrorista de Basayev y mercenarios islámicos en Xurikhau. Se pasa el parte al Minoboron
Se espera la respuesta.
No hay respuesta. El General Ermolov dice que es mejor dejar que los perros caven su propia tumba. Recomienda dejarlos solos. Están planeando su propia destrucción”. Putin guarda silencio.
(Aquí termina la novela).



Giorgio Germont estudió medicina en la UACH, ejerce su profesión en Estados Unidos. Ha publicado tres novelas: Treinta citas con la muerte (2005), Dos miserables entre la luz y la oscuridad, (2011). Ambas recibieron sendos galardones como finalistas de los concursos USA BEST BOOK AWARDS en los años 2007 y 2011 respectivamente. Las versiones en español de la primera, titulada Mis encuentros con la muerte y la segunda con el mismo nombre se publicaron en 2012 por Editorial Perfiles. En 2016 publicó su novela Rayo azul.

jueves, 24 de enero de 2019

Adriana Cadena y JChM. Ángel de la guarda

Ángel de la guarda


Por Adriana Cadena y Jesús Chávez Marín


Septiembre, mes de lluvias torrenciales, Margarita tenía 12 años, pertenecía a una familia desintegrada y pobre. Era la segunda de 10 hijos, como las familias de ese tiempo. Además de los muchos hijos, eran de una pobreza extrema; su madre estaba enferma en cama y su padre no vivía con ellos, la casa que rentaban era un cuarto grande y una pequeña cocina; el techo de su vivienda era de lámina, muy fría en invierno.
Una tarde que amenazaba lluvia, la niña tenía que atravesar la ciudad para ir a casa de su tía Mela, hermana de su madre y único familiar que les quedaba. Era enfermera partera, había sido su destino cuidar y enterrar a toda su familia. Cuidaba de cuatro sobrinos huérfanos como si fueran sus hijos, era de gran corazón.
La madre de Margarita le había dado 50 centavos, lo justo para ir y regresar en camión. Salió con el encargo más preciado, traer de comer para sus hermanos y su madre enferma; la responsabilidad de Margarita era mucha y las recomendaciones también: presta atención a todo, no hables con extraños, llegas a casa de tu tía y regresa pronto, siéntate junto a la ventana del camión en los asientos de adelante, confío en ti. Y la bendición.
El camino junto a la ventana, le permitía ver el mundo; en momentos sentía que era demasiado grande para ella y tenía miedo. Se armaba de valor y recordaba las palabras de su madre: eres lista y te sabrás cuidar, llevas anotadas las señas para que no te pierdas, presta mucha atención.
Al paso de una hora llegó a su destino; la casa de la tía quedaba cruzando la ciudad.
Ella salió a recibirla, con mil preguntas, y le dijo:
—Siéntate, come algo rápido.
Mientras la niña tomaba un vaso de leche, la mujer sacaba apurada dos bolsas grandes de papel y las ponía una dentro de la otra.
—Come rápido, parece que va a llover otra vez
Abría el refrigerador, ponía en la bolsa un trozo de queso, la sopa que quedó de ayer, las tortillas duras, los frijoles con chorizo, un guisado de antier, papas guisadas, huevos, y algo de pan que ella había cocinado. Siempre estaba delicioso porque solía hornear antes de ir a trabajar, a las 4 de la mañana. Agregó 17 pesos que le mandaba a su madre.
—Que no se te pierda el dinero, no hables con nadie.
Subir al camión y comenzar a llover fue uno solo. De nuevo a sentarse junto a la ventana y adelante, apretando la bolsa de comida y dejando volar la imaginación: el camión tenía patines, se mecía de un lado a otro, entre tanto lodo. Ya oscurecía y con cada rayo se veía el relámpago alumbrar desde el cielo a la tierra: era como si Dios mismo se asomara a mirarla.
Nunca como entonces tuvo tanto miedo de esa lluvia, solo quería llegar a su casa con su madre y sus hermanos, sentirse protegida. Comenzó a decir en voz baja su oración de la noche: Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día.
Tenían poco tiempo de vivir en ese lugar, ella no entendió bien por qué de una casa hermosa frente a la Iglesia, en una linda colonia, ahora vivían allí, en un tejabán y en una colonia sin pavimento. Dijeron que había sido un fraude, la misma casa la vendieron a varios y para cuando se la escrituraron de nuevo a su madre, ya estaba enferma, razón por la que había perdido su trabajo.
En cuanto bajó del camión, corrió las siete cuadras larguísimas, apretando su bolsa de comida para evitar que se mojara y se rompiera; iba toda empapada y el frio la hacía temblar. Al entrar estaban todos acostados y su madre le dijo:
—Acércate.
La besó en la frente. Le rodo una lágrima por su mejilla.
—Qué bueno que llegaste, mi hijita.
Todos  se levantaron para comer, en medio de risas y de una lluvia que parecía huracán.
“Lo logré”, pensó, mientras se tapaba para quitarse el frío, y veía cómo se iban durmiendo sus hermanos. De repente se dio cuenta que llovía dentro de la casa, había agujeros por todas partes. El ruido era la lluvia al caer en el techo de lámina. Un sonido que todavía hoy al ver un techo de lámina recuerda.
Era como si la lluvia no la soltara. Se acurrucó junto a su hermana; trataba de entender todo esto que pasaba, esto que era la vida.
Pensó: lo único valioso está aquí. Una madre enferma y sus hermanos.
Esa imagen siempre se quedaría con ella.
Volvió a susurrar:
Ángel de mi guarda, dulce compañía, no nos desampares ni de noche ni de día.

12 octubre 2018



Adriana Cadena es secretaria; trabajó durante 16 años en el Gobierno del Estado de Nuevo León. Tiene una página de Facebook llamada Alma mía, donde publica poemas y relatos. Actualmente se dedica a las ventas y a la fotografía.