Ferias de libros
Por Heriberto Ramírez
Llegué a casa para
cambiarme de ropa y asistir a la inauguración de la primera Feria del Libro; era
un proyecto que se había incubado en las entrañas del Instituto de Cultura. En
un par de horas iba a dar inicio la ceremonia con la presencia del gobernador
Pancho Barrio, el presidente municipal Patricio Martínez, y otras autoridades.
Había corrido con la suerte de contar, para mi sorpresa, con el apoyo de
Pascual Borcelli, funcionario de Conaculta.
Grande fue mi sorpresa
al llegar y encontrarme con un traje nuevo, de un color singular, un azul con
tonalidades tornasol verdosas que Concha me había comprado. Era una sorpresa
cargada de emoción, pues ella se encontraba en estado terminal; le pregunté
cómo le había hecho para comprarlo y me contestó:
—Con mi tarjeta de
crédito. ¿A quién se lo cobrarán, si ya me voy a morir? —zanjó a modo de
pregunta.
Fue una inauguración
regia en el patio del Palacio de Gobierno, amenizado con la música del cuarteto
de Rafael Vardanian, integrado con los armenios recién llegados.
Ahora, cada vez que
asisto a la feria, veo cómo unas cuantas semillas bastaron para germinar y
mantener vivo un proyecto que ha crecido, y en el que participan tantas
personas.
(Este cuento de
Heriberto Ramírez Luján es parte de su libro Relatos en celular, inédito).
Heriberto Ramírez Luján filósofo
mexicano redacta la lógica con precisión de cirujano. En sus ensayos y libros
de filosofía y también en sus textos literarios. Sobrio y elegante profesor, el
estoicismo es divisa de su estética. Y de su gran estilo.
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