martes, 31 de agosto de 2021

Andrés Espinosa Becerra. Desempate


 

los martes

Desempate

 

 

Por Andrés Espinosa Becerra

 

 

Dejamos de ser chamacos. Éramos ya cabrones. Estaba en la cancha con Baldo y Arturo.

El sol suele ser doloroso después de las diez de la mañana y solamente la vista ofrece la frescura del cerro del Gallego, a la distancia. Tirando la bola, tirando, encestando largo rato, haciendo tiros a la canasta.

Por el camino entre las canchas de futbol vienen caminando Adrián, Pablo y el Marciano. Seguros, firmes, hablando poco.

Dejamos de tirar. Veíamos en la canasta contraria los tiros certerísimos. Pablo no dejaba que el balón oliera el aro; Marcos, serio, angulaba sus tiros con el tablero; Adrián dejaba ir su mole en precisos triples.

Era el encuentro. Los grandes contra los jovencitos mamones, orgullosos.

El sol daba trapazos calientes sobre la cancha. Lo encestes caían. Baldo anotaba, yo anotaba; Arturo, muy serio, lograba encestes impensados.

La sonrisa de Adrián era como sepultura. Prodigaba pases al Marciano y a Pablo. El golpe del balón en el aro era igual que el sol caliente. Siempre ellos arriba en el marcador arriba de nosotros que jugábamos como nuca, casi ofendiéndolos.

Empatados en el marcador. No lo podíamos creer. Nos propusieron un descanso para tomar agua. No lo aceptamos.

Reanudamos el encuentro para definirlo.

Al fondo Baldo trataba de cubrir el fuerte cuerpo de Adrián bajo el aro, Arturo manoteaba frente a Pablo; frente a mí el Marciano quedó solo, libre para lanzar el enceste definitivo.

Término del encuentro.

Recogieron sus cosas y caminaron hacia la avenida Once.

Adrián siempre con su camiseta en el hombro derecho.

Platicaban sus cosas, iban platicando de sus cosas.

Acompañaron al Marciano porque se iba a Coscomatepec.

Baldo tomó el balón y comenzó a tirar al aro. Fuimos con él para hacer lo mismo, callados.

La memoria rescata algunas cosas.

El Marciano nunca hizo el tiro.

Lanzó un pase inexplicable a Pablo, con sus acostumbrados movimientos de negro; él se lanzó hacia atrás lejos de los largos brazos de Arturo y la pelota trazó una comba perfecta que perforó en silencio la negrura del aro.

 






Andrés Espinosa Becerra, Córdoba, Veracruz 1958, hizo estudios de literatura hispanoamericana. Tiene tres libros de poesía publicados: Quinteto para un pretérito (1996), en coautoría con otros autores; Los días que no duermen (2004) y Una casa con silencio y patio (2019). En 1996 gana el premio Cuauhtémoc de poesía con Domingo Siboney. Tiene algunos proyectos en espera de aparecer, como El ramalazo de los recuerdos y El árbol de los ciruelos.

lunes, 30 de agosto de 2021

Jaime Chavira Ornelas. Polvo y cenizas


 Foto Pedro Chacón

Polvo y cenizas

 

 

Por Jaime Chavira Ornelas

 

 

Sublime sacrificio de muerte

para dar vida.

Explosión silenciosa según el orden

de la ecuación divina.

Historia revelada en la dimensión

finita dentro del pendón infinito

donde lo perfecto es el misterio

de la imperfección

y el defecto causa del efecto

secuencial.

Tiempos encadenados a la carne

a lo tangible

a lo instantáneo.

Sin la eternidad de la materia negra

y la incomprensible razón

del arrepentimiento.    

Somos polvo y cenizas con piernas y brazos,

cabezas virtuosas,

pensantes. Mutantes.

Polvo depredador inmisericorde

temeroso de su divinidad

por el efecto de lo perfecto.

 




Jaime Chavira Ornelas es un sobreviviente de la desintegración familiar; estudió comunicación y manejo de negocios en el Colegio Comunitario de Maricopa en Phx. Az USA; tiene diplomados en exportación, importación y manejo de aranceles por Bancomext, también varios cursos de inteligencia emocional y lingüística. Trabajo para empresas a nivel gerencial. Actualmente es pensionado por el IMSS. Escribe cuentos cortos y poemas ácidos.

domingo, 29 de agosto de 2021

Alma Rosa Estrada. Por ellos

Foto Pedro Chacón

el poema del domingo

Por ellos

 

 

Por Alma Rosa Estrada

 

 

¿Por qué viví cuando creí morir?

¿Por qué mi fe se levantó a la altura de otra vida servicial y pura?

 

¿Por qué en los labios secos, destrozados,

floreció la sonrisa de volver a sentir?



Por ellos fue.

 

Todos los días de mi cuerpo ya joven, ya maduro

del corazón entero o saturado de amargura,

fracaso o rebeldía

por ellos siempre pude alzarme en la gélida rodilla;

alzarme con la cara despejada

y el corazón en lucha y proseguir. Por ellos

 

por su amor infantil o ya consciente,

por sus ojos pidiendo fortaleza,

por sus vidas de ríos en creciente,

transparentes, fecundos y serenos.

 

Por su amor, por mi amor,

de mi vida lo más puro,

lo menos egoísta.

 

Amor de madre, de nodriza hermana.

Ellos mis hijos grande amor

por ellos.

 






Alma Rosa Estrada Comadurán (1929 – 2000) nació en Guerrero, Chihuahua, y vivió gran parte de su vida en Ciudad Cuauhtémoc. Estudió curso comercial en el Instituto América de la ciudad de Chihuahua. En 1993 la UACH publicó su primer libro de poemas titulado Una mujer. En el año 2000 se publicó su segundo libro, llamado Tan cerca de la vida. En 2018 se publicó el tercero: Una mujer tan cerca de la vida. En Cuauhtémoc durante algún tiempo escribió y publicó crónicas periodísticas en el semanario La voz de Cuauhtémoc. También fue una magnífica violinista y compositora de canciones. El Premio de Poesía del Festival de las Tres Culturas lleva su nombre.

sábado, 28 de agosto de 2021

Sigfrido Viguería Espinoza. Enrique

utrora

Enrique

 

 

Por Sigfrido Viguería Espinoza

 

 

Voz de la lengua Tarahumara

tus palabras corren,

un eco mítico.

 

Transfiguración.

Tú. Enrique. Nosotros,

nuestra tierra.

 

En la otredad de aquellos,

nos dueles. Aquí yaces,

pero en otra palabra, habla y lengua

continuas.

 

El mensajero de los dioses

nunca previene,

apenas el destino figura

el lienzo perdido para nuestro encuentro.

 

a E.S., con reconocimiento y admiración. Sigfrido Viguería Espinoza. Poesía de Vuelta. Nuevo Casas Grandes, Chihuahua, 10 octubre 2019

 

 





Sigfrido Viguería Espinoza es licenciado en letras españolas por la UACH, profesor de Literatura I y II en la Preparatoria Francisco Villa y asesor del Taller de Periodismo y Ecología, instructor de secundaria, modalidad abierta con el programa nacional SEDENA-SEP-INEA, profesor del Colegio Las Américas, a cargo de las materias Español y Ciencias Sociales, profesor de Literatura, Comunicación, Etimologías, Taller de Lectura y Redacción, Filosofía, Geografía, Individuo y Sociedad, reportero en la revista Nosotros, profesor de tiempo completo y coordinador de la Licenciatura en Intervención Educativa, en la Universidad Pedagógica Nacional 08B, Subsede Nuevo Casas Grandes. Publica constantemente ensayos y poemas en medios impresos y electrónicos.

Gerardo Robles. Clima asintomático

 

Clima asintomático

 

 

Por Gerardo Robles

 

 

El viento trae consigo energía nueva

 

Somos giros de una casualidad persistente.

 

Sigo creyendo en el destino

porque el amor late entre las hojas.

 

Sigo creyendo en el camino

porque hemos aprendido con cada paso.

 

Es una pequeña canción a través de la época.

 

Hoy sonrío.

Río sinceramente (recordando a Silvio):

como una bestia que ha soltado las cadenas.

 






Gerardo Robles estudio letras españolas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UACH, ha publicado varios libros y es autor de otros tantos. En 2019 ganó el Premio de Literatura Rogelio Treviño que otorga la Secretaría de Cultura del Gobierno de Chihuahua.

Leonardo Meza Jara. El camino mítico de la ausencia (Acercamiento a la poesía de Luis Fernando Rangel)

 

El camino mítico de la ausencia (Acercamiento a la poesía de Luis Fernando Rangel)

 

 

Por Leonardo Meza Jara

 

 

La ausencia proviene de lo divino, de un mito creador ante el cual solemos cerrar los ojos con demasiada fuerza. Pero en vez de cerrar los ojos ante lo divino y el mito creador, ¿por qué mejor no abrirlos?, ¿por qué no llorar lo que tenga que ser llorado?, ¿por qué no hacer que los ojos ardan ante tanta luz que se deposita en lo divino del mito creador? Estas preguntas dibujan el transcurso del poema La gran ausencia, de Luis Fernando Rangel (http://estilomapula.blogspot.com/2021/08/luis-fernando-rangel-la-gran-ausencia.html).

Hay indicios de una raigambre nietzschezana en el poema de Rangel. No es que Dios haya muerto. Sencillamente, Dios es otro. Lo divino es el transcurso de una ausencia que se recorre en el poema como si fuera un camino. Se trata de mirar lo otro de Dios en su transcurso, que ante los ojos de Rangel es una ausencia que se recorre de varias maneras. No una procesión, no el camino de Santiago, sino un transcurso otro, donde lo divino y lo humano se unen trágicamente mientras se ausentan.

En el poema de Luis Fernando Rangel el hombre "arde" o "llora" igual que Dios. Dios "arde" o "llora" igual que el hombre. Y entonces, en su ausencia repetida, los dos, Dios y el hombre, se vuelven un solo "arder" y un solo "llanto". Pero ¿cuál es la forma de este "arder" y de este “llanto” donde crece la ausencia que se levanta entre Dios y el hombre? La pregunta es respondida a lo largo del poema en cuatro partes. Aparecen imágenes de un transcurso, de un camino: la lluvia en su caer, el contenido simbólico de una cruz que se siembra históricamente como símbolo religioso o como carga, y una fila de hormigas en procesión que se rompe cuando un hombre llora arriba de ellas.

Los caminos se cruzan, es común que los caminos se crucen. Lo que indaga el poema de Rangel son una serie de caminos que se cruzan, entre Dios y el hombre, entre el hombre y las hormigas, entre las lágrimas que tienen la forma de la lluvia y la tierra que se moja. El mito de la creación es un mapa poético de la ausencia, donde los caminos que se cruzan son un “arder” y un llanto.

 






Leonardo Meza Jara publica en revistas literarias y es autor de varios libros, entre ellos Canto al primogénito, Desescribir, Los bosques del poeta, Carlos Montmayor: la casa que habla, Los infiernos de Lázaro, Más acá de la infancia están las cosas y No sé si aún te llamas Carlos Marx. Actualmente es profesor en Universidad Pedagógica Nacional.

viernes, 27 de agosto de 2021

Luis Fernando Rangel. La gran ausencia

 

v/ lfr

La gran ausencia

 

 

Por Luis Fernando Rangel

 

 

1

El hombre salió de la mano del creador:

vientre de mujer madura,

para enfrentarse a la gran ausencia,

el pecado sin cometer

y a la manzana podrida.

 

Salió para soltar las palabras

que frágilmente cayeron

como un perdón.

 

Vientre cósmico.

Dedo creador.

 

Se encontró solo

e intuyó su naturaleza de humo,

vestigios que por aliento

tuvo algún Dios de fuego.

Dios ardiente de llama viva.

Por eso, el hombre arde

a su imagen y semejanza.

 

 

2

La lluvia cae como un recuerdo

de la fragilidad y finitud del hombre.

 

Nos golpea la cabeza

para hacernos mirar arriba.

El universo siempre estará ahí.

 

Por eso la lluvia es fuerte e infinita:

puede dejar de caer,

pero no se acaba.

 

 

3

Del hombre solo quedará polvo

y una que otra cruz

perdida en el camino.

 

 

4

El llanto del hombre

es un torrente para las hormigas.

Rompe las filas perfectas

con las que van en procesión

por el sagrado camino.

 

¡Pobres de ellas!

Cae la gota y mueren.

Se ahogan en el lodo

con el que Dios, de niño,

jugó a crearnos.

 

Nosotros también parecemos hormigas:

caminamos cargando nuestro peso,

una cruz a la que llamamos muerte.

 

Vamos en procesión

bajo el calo de un sol salvaje,

y es que el Todopoderoso

sostiene para quemarnos una lupa.

 

Dios llora la muerte de las hormigas

y nosotros, la nuestra.

 




Luis Fernando Rangel es licenciado en letras españolas por la Universidad Autónoma de Chihuahua. Actualmente es Jefe de Unidad Editorial en la Facultad de Filosofía y Letras de la UACH, donde es editor responsable de la revista Metamorfosis y conductor del programa radiofónico El Pensador en Radio Universidad. Es autor de los libros Hotel Sputnik, Conversación de dos gatos, Poemas para un Lugar Común, Dibujar el fin del mundo y Los líricamente desmadrados. En 2019 coordinó el taller de poesía y la antología No haremos obra perdurable. Recientemente obtuvo el IV Premio Nacional de Poesía Germán List Arzubide con la obra Corridos de caballos.