sábado, 7 de agosto de 2021

Sigfrido Viguería Espinoza. Memorias de un andante en la frontera

utrora

Memorias de un andante en la frontera

 

 

Por Sigfrido Viguería Espinoza

 

 

Mi primer viaje. Verano 1987

Viaje con mi padre a la ciudad de Agua Prieta en autobús. Al entrar al Puerto de San Luis me zumbaban los oídos y escuchaba el eco de la máquina entre las colosales montañas, el murmullo del freno con motor, avisándome en cada curva; al pasar La Herradura no quise voltear al vacío pero la curiosidad mató al gato. Al ver el desfiladero creía que el autobús en cualquier momento iba a derrumbarse, de los nervios las manos sudadas pero siempre mirando el abismo.

Más adelante en un letrero decía “Termina Chihuahua principia Sonora” más curvas y entonces, abajo se miraba un valle que me cautiva hasta la fecha, aunque en aquel viaje y otros posteriores me tocaba en el asiento que daba a la ventana para seguir el nerviosismo y la sudadera. Después venía una recta que dejaba atrás aquel grupo de Titanes, mi respiración empezaba a tranquilizarse sintiendo seguridad en la llanura; lo plano terminó al cabo de cerca de cuarenta minutos de recorrido; otra vez mas curvas, ahora una sierrita, como le dicen, más rala y pedregosa. El autobús iba más fuerte y yo más nervioso; lo suficiente para un niño de nueve años que abrazaba a su padre temeroso pero no dejaba de ver por la ventana.

Al pasar la sierrita volvió la llanura y de cuando en cuando algunas curvas; después de otros cuarenta y pico de minutos divisé una montaña que se imponía a un grupo menor entre lomas y una serie de curvas hasta pasar cerca de lo que supe después que se llama Cerro Gallardo. Mi tía Celina me contó una y otra vez que dicen que antes era un volcán pero se había apagado y estaba inactivo. Comprendí que pasando el Cerro Gallardo ya estaba cerca de mi Agua Prieta querida.

Antes de llegar vi una hilera, un cerco que recorría lomeríos. Mi padre me dijo:

Eso que ves allá es la frontera

Vi unas cuantas casas y de este lado se perfilaba en aquel entonces la pequeña ciudad de Agua Prieta. Al llegar miré el suelo muy blanco, mucho mezquite y Guamis, o sea Gobernadora en lengua mestiza, de la cual escribiré en otra ocasión. Como llegamos temprano y hacia aire y frescura, me atrapo un aroma penetrante que no me desagradó, hasta la fecha.

Entramos a la ciudad y dimos vuelta a mano derecha por la Avenida 20, luego cortamos a la izquierda por la Calle 16, y listo. Después de cerca de ocho cuadras llegamos a la central de autobuses, que estaba pegada a la desaparecida tienda del ISSSTE. Tomamos un taxi para ir a casa de mi tía Celina, quien rentaba en los Departamentos Arvayo, a una cuadra del también desaparecido Cine Ariel. Me refiero a la Calle 9, avenidas 17 y 18. Un grupo de departamentos de color blanco con puertas del mismo color que tenían olor a comunidad; ahí vivieron mis tíos Celina y Gilberto con su familia, primos y primas, como era costumbre hasta hoy. Había mucha plática y convivencia. En estos tiempos la cercanía familiar parecía de leyenda. 

En ese viaje recuerdo entre otras cosas mis caminatas con mi padre y mi primo Lalo en la Presidencia Municipal, un edificio en aquel entonces de color rojo y blanco con adornos en ladrillo rojo y jardines; me gustó porque me sentía como en una casa grande; también las explanadas alrededor con algunas rosas, geranios y césped. Un día de esos nos llevó al cine mi primo Prieto, quien es blanco o apiñonado para ser más exacto. Le gustaba la música de Cyndi Lauper y las películas protagonizadas por el fallecido Bruce Lee. Antes de llegar al Cine Ariel llegamos a la farmacia por unas golosinas y las metimos de contrabando para ver la película. Me gustó el cine porque tenía buen sonido y amplitud. Al salir y regresar a casa escuche música en la plaza que está enfrente del cine. Hasta la fecha disfruto de la música en las plazas en Agua Prieta.

He aquí mi primer acercamiento con la frontera. Sabía de esta ciudad por el corrido El Moro de Cumpas, pero me faltaba conocer El Zaino de Agua Prieta.

 

17 de febrero de 2021

Nuevo Casas Grandes, Chihuahua.

 

 





Sigfrido Viguería Espinoza es licenciado en letras españolas por la UACH, profesor de Literatura I y II en la Preparatoria Francisco Villa y asesor del Taller de Periodismo y Ecología, instructor de secundaria, modalidad abierta con el programa nacional SEDENA-SEP-INEA, profesor del Colegio Las Américas, a cargo de las materias Español y Ciencias Sociales, profesor de Literatura, Comunicación, Etimologías, Taller de Lectura y Redacción, Filosofía, Geografía, Individuo y Sociedad, reportero en la revista Nosotros, profesor de tiempo completo y coordinador de la Licenciatura en Intervención Educativa, en la Universidad Pedagógica Nacional 08B, Subsede Nuevo Casas Grandes. Publica constantemente ensayos y poemas en medios impresos y electrónicos.

 

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