lunes, 16 de agosto de 2021

Jaime Chavira Ornelas. La revelación

 

Foto Pedro Chacón

La revelación

 

 

Por Jaime Chavira Ornelas

 

 

La cama rechina cada vez que hago cualquier movimiento, así es que trato de cambiar mi posición lo menos posible; no sé si sufro de insomnio o duermo lo suficiente, pero es de madrugada y por lo regular creo que estoy entre dormido y despierto.

Veo mi mano y su silueta en la pared, parece una tarántula gigante; muevo mis dedos y allí está ese arácnido tratando de atacarme. La luz de la luna es intensa, ayuda a la tarántula a moverse sigilosa; la ventana parece un mal cuadro de Van Gogh y mi cuerpo entre las sombras semeja un bulto inerte como piedras juntas.

Toco mi rostro con la tarántula y esta se adueña y lo devora, siento como lo engulle a la luz de la luna; mi cuerpo sin cabeza no sabe qué hacer, la otra mano es una serpiente que ataca despiadadamente a la tarántula, la muerde y en la pelea sale mi cabeza rodando hacia mi cuerpo y este la recupera.

La cabeza se coloca correctamente sobre el cuello, esta magullada pero viva, mis ojos ven cómo la serpiente logra vencer a la gigante tarántula y es su cena de medianoche; mis piernas ahora si son de piedra lamosa a la orilla del caudaloso río que fluye desesperado.

De mi pecho emerge un majestuoso búho gris con blanco, alza el vuelo silencioso siguiendo la luna como un camino flotante que lleva a mundos misteriosos; lo veo desaparecer en el horizonte amorosamente estrellado.

Las plantas, los helechos y enredaderas del patio crecen y se enredan por la casa, llegan hasta mi rostro que es un ahuehuete frondoso donde viven flores, hormigas, gusanos y una colonia de colibríes vecinos de una vieja colmena, sus hojas y ramas bailan una danza nocturna como rito a la vida.

La casa se pierde entre la espesura de la maleza que crece e invade la colonia, rápidamente las casas y edificios quedan sepultados por una jungla espesa e impenetrable son arboles gigantes y plantas de todo tipo, surgen animales, aves e insectos; de pronto la ciudad está sumergida en la flora y la fauna imparable, nadie se escapa pues toda criatura humana se transforma en parte de la naturaleza viva.

Sale el sol y el planeta queda en su estado primitivo, mis piedras lamosas siguen en la orilla del caudaloso río, el nido del búho aún está en mi pecho, la tarántula yace desgarrada y la serpiente duerme. El ahuehuete goza los rayos solares y sus habitantes despiertan agradecidos.

 




Jaime Chavira Ornelas es un sobreviviente de la desintegración familiar; estudió comunicación y manejo de negocios en el Colegio Comunitario de Maricopa en Phx. Az USA; tiene diplomados en exportación, importación y manejo de aranceles por Bancomext, también varios cursos de inteligencia emocional y lingüística. Trabajo para empresas a nivel gerencial. Actualmente es pensionado por el IMSS. Escribe cuentos cortos y poemas ácidos.

3 comentarios:

  1. Entretenido el cuento corto.. pero al inicio del relato detallas que es de madrugada y en otra parte dices que es a la medianoche... felicitaciones Jaime..me gusta leerte...

    ResponderEliminar
  2. Es muy entretenido, como cuando me puse a leer el 1er capítulo del Sr de los anillos

    ResponderEliminar
  3. Siempre seré tu fan, papá.
    Gracias por tus historias, cuentos y poemas desde que tengo uso de memoria/razón.
    Te ama, G.

    ResponderEliminar