La revelación
Por Jaime Chavira Ornelas
La cama rechina cada vez que hago cualquier movimiento,
así es que trato de cambiar mi posición lo menos posible; no sé si sufro de
insomnio o duermo lo suficiente, pero es de madrugada y por lo regular creo que
estoy entre dormido y despierto.
Veo mi mano y su silueta en la pared, parece una
tarántula gigante; muevo mis dedos y allí está ese arácnido tratando de
atacarme. La luz de la luna es intensa, ayuda a la tarántula a moverse sigilosa;
la ventana parece un mal cuadro de Van Gogh y mi cuerpo entre las sombras
semeja un bulto inerte como piedras juntas.
Toco mi rostro con la tarántula y esta se adueña y lo
devora, siento como lo engulle a la luz de la luna; mi cuerpo sin cabeza no
sabe qué hacer, la otra mano es una serpiente que ataca despiadadamente a la
tarántula, la muerde y en la pelea sale mi cabeza rodando hacia mi cuerpo y este
la recupera.
La cabeza se coloca correctamente sobre el cuello,
esta magullada pero viva, mis ojos ven cómo la serpiente logra vencer a la
gigante tarántula y es su cena de medianoche; mis piernas ahora si son de
piedra lamosa a la orilla del caudaloso río que fluye desesperado.
De mi pecho emerge un majestuoso búho gris con blanco,
alza el vuelo silencioso siguiendo la luna como un camino flotante que lleva a
mundos misteriosos; lo veo desaparecer en el horizonte amorosamente estrellado.
Las plantas, los helechos y enredaderas del patio
crecen y se enredan por la casa, llegan hasta mi rostro que es un ahuehuete
frondoso donde viven flores, hormigas, gusanos y una colonia de colibríes vecinos
de una vieja colmena, sus hojas y ramas bailan una danza nocturna como rito a
la vida.
La casa se pierde entre la espesura de la maleza que
crece e invade la colonia, rápidamente las casas y edificios quedan sepultados
por una jungla espesa e impenetrable son arboles gigantes y plantas de todo
tipo, surgen animales, aves e insectos; de pronto la ciudad está sumergida en
la flora y la fauna imparable, nadie se escapa pues toda criatura humana se
transforma en parte de la naturaleza viva.
Sale el sol y el planeta queda en su estado primitivo,
mis piedras lamosas siguen en la orilla del caudaloso río, el nido del búho aún
está en mi pecho, la tarántula yace desgarrada y la serpiente duerme. El
ahuehuete goza los rayos solares y sus habitantes despiertan agradecidos.
Jaime Chavira Ornelas es un sobreviviente de la desintegración familiar; estudió comunicación y manejo de negocios en el Colegio Comunitario de Maricopa en Phx. Az USA; tiene diplomados en exportación, importación y manejo de aranceles por Bancomext, también varios cursos de inteligencia emocional y lingüística. Trabajo para empresas a nivel gerencial. Actualmente es pensionado por el IMSS. Escribe cuentos cortos y poemas ácidos.
Entretenido el cuento corto.. pero al inicio del relato detallas que es de madrugada y en otra parte dices que es a la medianoche... felicitaciones Jaime..me gusta leerte...
ResponderEliminarEs muy entretenido, como cuando me puse a leer el 1er capítulo del Sr de los anillos
ResponderEliminarSiempre seré tu fan, papá.
ResponderEliminarGracias por tus historias, cuentos y poemas desde que tengo uso de memoria/razón.
Te ama, G.