martes, 17 de agosto de 2021

Andrés Espinosa Becerra. Comentarios acerca de El silencio de las cosas de Gerardo Cárdenas Robles

 

los martes

Comentarios acerca de El silencio de las cosas de Gerardo Cárdenas Robles

 

 

Por Andrés Espinosa Becerra

 

 

La aparición de este libro es un evento gozoso por varias razones. Es un libro necesario que debe ser publicado; por su edición, que no es local ni estatal. Es editado fuera de aquí, en el Distrito Federal; además sale a luz gracias a un editor de nuestro estado, que también es poeta: Federico Corral Vallejo; es también una demostración de la existencia de los buenos talleres literarios y sus frutos; y no es tan solo este espacio cultural, sino la imaginación, carácter y talento de un joven los motivos primordiales de la aparición de El silencio de las cosas. Todas estas razones deben ser para nosotros motivo de festejo.

El silencio de las cosas es muy atrevido, como atrevida es la fuerza de los jóvenes como Gerardo Cárdenas Robles, que van cursando apenas las primeras décadas de sus vidas, y su atrevimiento consiste en mostrar una paleta en la que hay varios colores fundamentales con los que estructura la escenografía de sus textos.

Para ingresar a El silencio de las cosas se debe pensar en la estructura de la mente juvenil, se debe considerar su magnífica inquietud y su posibilidad para visualizar universos que nosotros ya no podemos atisbar y ni siquiera imaginar, porque El silencio de las cosas ofrece planetas, cosmovisiones, vientos cálidos aromas de sentimientos y contemplaciones serenas del mudo alrededor.

Tocante a la imaginación impregnada de furor juvenil, el libro abre sus puertas con poemas que tienen un fuerte torrente de versos cargados de contenido, suenan, sacuden los sentidos, tal vez desconcierten, pero invitan, a cerrar los ojos y a pensar tranquilamente y ahí uno encuentra un significado, entre los varios que pueden ser posibles, es una gran capacidad para elaborar ese torrente.

Una de las gratitudes del libro de Cárdenas Robles es que en la página veinticuatro le permite la entrada a un delicioso estilo poético, los títulos mismos cobran naturalidad y los versos pareciera que van descendiendo una escalera lingüística delicadamente. El libro ya está abierto y podemos ver poesía de alto vuelo.

El ejercicio estilístico de Cárdenas Robles es notorio desde un inicio, rompe sentidos y contrasentidos, elevan sus palabras un vuelo sobre la mesa y caen con orden y desorden que buscan el respiro y lanzan mensajes de identidad.

Se está hablando de la imaginación joven que inicia un vuelo venturoso por entre el significado de la vida y el significado de las palabras.

Pronto aparece el poema titulado El reflejo y la memoria, entonces se abre paso una poesía nítida, limpia y con la intención personal de Cárdenas Robles, quedan cerca de nosotros versos como el siguiente: “mientras se quema/ una sonrisa sin cuerpo/ continúan naciendo/ las verdades del tiempo”. Alta poesía.

Después aparece Jonás en donde se ve la transparencia del lenguaje inmediato que irremediablemente se vuelve poema, porque la poesía es la voz de la inteligencia translúcida, la voz del alma, y el alma con sus colores grises es transparente. Como he dicho que el escritor escribe lo que contempla, aparecen dos ejemplos mayores en El silencio de las cosas, No es por mí, junto con No hay, aparecen rutilantes. En mi humilde opinión, dos poemas que son parte de la razón de ser de este libro, poemas que respiran y son gozosos de existir gracias a la materia y sustento que tiene en sí mismos.

Insisto en decir que Gerardo Cárdenas Robles no es solamente producto de un taller literario, eso es ufanarse en cosas relativas; es, lo creo firmemente, reflejo de sí mismo, fruto de un momento de la vida que aún tiene cosas valederas, es un motivo para tener esperanza, la existencia de la esperanza cifrada en los Ernestos, las Karinas , los Gilbertos, los Edgar y, ahora, en los Gerardos.

Finalmente El silencio de las cosas cierra con un espléndido poema amoroso, poético hasta no querer cerrar el libro: Ya no llueve. Este lector guarda también silencio ante ese poema.

Es un alivio la aparición de Gerardo Cárdenas Robles en el escenario de la poesía.

 

Cárdenas Robles, Gerardo: El silencio de las cosas. Editorial Tinta Nueva, México, 2010.

 

Andrés Espinosa Becerra

Mayo 2010

 

 





Andrés Espinosa Becerra, Córdoba, Veracruz 1958, hizo estudios de literatura hispanoamericana. Tiene tres libros de poesía publicados: Quinteto para un pretérito (1996), en coautoría con otros autores; Los días que no duermen (2004) y Una casa con silencio y patio (2019). En 1996 gana el premio Cuauhtémoc de poesía con Domingo Siboney. Tiene algunos proyectos en espera de aparecer, como El ramalazo de los recuerdos y El árbol de los ciruelos.

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