domingo, 31 de marzo de 2019

Ivette Royval. Sexenio aborrecido

Sexenio aborrecido

Por Ivette Royval

6 años y el eterno y empecinado retorno de los monstruos de la avaricia.
6 años y los parásitos sin conciencia ni moral ocupando los curules de la indolencia.
6 años y volverá la oligarquía pestilente.

En el país de los milagros y las mentiras
reinarán por siempre la corrupción y la estupidez.
Y yo observaré,
impotente,
el desmoronamiento de una nación

que vendió su voluntad.




Ivette Royval fue licenciada en administración financiera por el Tec de Monterrey, pero nunca ejerció. Desde joven le apasionó la literatura y por esa razón cursó un semestre de letras españolas en la Facultad de Filosofía y Letras, estudios que abandonó por motivos personales. Textos suyos están publicados en algunas revistas digitales.

sábado, 30 de marzo de 2019

Rubén Alvarado. Nadie los ha visto

Nadie los ha visto

Por Rubén Alvarado

Dos locos sobre un puente juegan a seguir con la mirada pececillos de colores en un estanque vacío. El reseco fondo muestra una realidad muy distinta a la que experimentan ellos.
Son un hombre y una mujer. Él le muestra un raro ejemplar de color verde, menciona también la presencia de un pequeño pez rojo que mueve continuamente la cola.
La loca, apoyada sobre el puente de piedra, mira hacia la nada inventando el todo. Observa. Arriba de ellos la luna teje una nueva canción. Los locos no lo saben o aparentan no saberlo.
Ella hace dos cangrejos de aquel lago que aunque no parezca está vacío.
La ciudad lanza un bostezo, las calles desoladas parecen más amplias, los arbotantes con su melancólica luz se hablan en secreto.
Los locos parecen niños, son locos niños o niños locos, nadie lo sabe.
Cruzan el parque, suben resbaladeros, brincan bancas y caminan hacia atrás mientras la ciudad parece aún más dormida.
Los locos se besan con suavidad y quizás no sepan que nadie los ha visto.




Rubén Alvarado nació en Chihuahua el 14 de abril de 1959, estudió la carrera de lengua inglesa en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Escribió cuentos y relatos de literatura fantástica y de narrativa realista. Trabajó en El Norte de Chihuahua, donde coordinaba una sección diaria de una plana completa llamada “Armario de Cronos”. Publicó en la revista El cuento y en otras publicaciones literarias. En 1994 apareció su libro de cuentos Cosas de la mala suerte, publicado por la editorial Climent i boldó. Murió el lunes 28 de julio de 2008.

martes, 26 de marzo de 2019

Rubén Mejía. Ars combinatoria

Ars combinatoria


Por Rubén Mejía


Alguien lanza los dados:
el relámpago y el trueno son 
en la altura simultáneos

mas la correspondencia en
el templo de la naturaleza
no sucede en mi percepción

antes de sentir el golpe del trueno
yo veo fulgurar al relámpago
–dos o tres segundos antes

                          así en la escritura

aunque a veces es preciso en 
la travesía del poema
escuchar mil truenos previos
                          a la iluminación

el hombre es una apuesta de la luz

                                     
                                         [r.m.

–21 de marzo de 2019

*Texto de La luz sabe, libro III de Cántico cortical.




Rubén Mejía escribe libros de poemas, algunos publicados. Entre otros, El jardín de las delicias, Segunda muerte y Expíritu. En Chihuahua ha sido editor de medio mundo en su empresa Ediciones del Azar.

Alejandra Torres García. Planisferio de palabras

Planisferio de palabras

Por Alejandra Torres García

Buenas noches, antes de empezar quiero agradecer la invitación, me siento muy emocionada de compartir esta mesa con Ethel Krauze. Gracias por asistir, darse el tiempo de escucharnos.
Y bueno, voy a hablarles del libro Doble intención, el cual se terminó de imprimir en febrero de este año, recién salido del horno y ahora en la mesa. Este libro, escrito a dos manos por Ethel Krauze y Beatriz Rivas, escritoras de trayectoria las dos, nos revela que tienen como propiedad lo íntimo. Preparé un texto a manera de carta sobre mi viaje por esta Doble intención. 


Chihuahua,  21 de marzo de 2019

Queridas Ethel y Beatriz:

Hace algunos días me asignaron una tarea valiosa, poniendo este libro en mis manos para que lo presentara. Confieso que mi primera reacción fue negarme; la resistencia era fruto de del miedo, de la tartamudez femenina a la que conferí, con ojos cerrados, la decisión de no sumergirme. Ahora concuerdo con ustedes cuando mencionan, paginas adelante, que este proyecto a dos manos, es un deporte de alto riesgo, donde se corre el peligro de caer al abismo.
Comencé a sudar pero no retrocedí, solo guardé el libro en la mochila y seguí la conversación. Llegando a casa me recosté en el sillón, hice un nido entre mis corvas para acunar a mi perra y comencé a leer su Doble Intención (2019), preocupada por el poco tiempo que me restaba y por la faena de las presentaciones de libros. Volvían a mí los nervios que fui soltando mientras ustedes me refugiaban en una sinceridad generosa y declarada. Bastaron unas cuantas líneas para engancharme en lo que ahora llamo, con temor a no abarcarlo todo, un viaje epistolar. De vez en vez mis ojos se detenían y miraba hacia fuera desde la ventana, pensaba en mi madre, mi hermana, en mis diosas contemporáneas; luego miraba a la muñeca Oshun que compré recientemente en Cuba, una isla detenida en el tiempo, la cual añoro y frecuento en sueños.
Oshun, la diosa yoruba, de vestido amarillo, de miel y girasoles, en ese momento salpicaba la habitación de respuestas, que fuiste sembrando en las páginas cuando te preguntabas, Ethel, me preguntabas: Qué vemos cuando hablamos de dios en femenino, entretejiendo en ese ejercicio que las dudas otorgan, la condición de mujer, las yosotras posibles. Pienso y concuerdo con ustedes cuando mencionan que la distancia, la latitud o la edad, no son una limitante para dejar de sumergirnos en esa metáfora viva de nuestro paso por el mundo.
Continué la lectura al día siguiente, sábado, once de lamañana, fui a un café en el centro de la ciudad, pedí un té chai sin azúcar, prendí un cigarro, la Doble Intención se convirtió en un planisferio de palabras donde encontré mi ubicación, mi posición contemplativa en este diálogo de espejos que, como bien lo sostienen ustedes dos, mujeres de palabra y sangre: no es ficción ni biografía, sino bioficción, la búsqueda afirmativa de un yo literario universal más allá del género.
Al tomar por verdadero todo lo escrito por ustedes, les confieso que sentí culpa, culpa por no aceptar a pierna suelta y en todo momento esta que ya soy. Sus letras me hacían sentir comprendida en una intimidad profunda. Seguí leyendo.
Este viaje epistolar me llevó a casa de la abuela esa misma tarde de sábado, mi madre también estaba ahí, comimos las  tres juntas y aproveché para preguntarles si les gustaba cantar, mi abuela respondió tarareando con su voz quebradiza: Toda una vida… te estaría mimando… Te estaría cuidando… como cuido mi vida… Que la vivo por ti…  luego reproduje la misma canción en youtube desde mi celular, ella cerró los ojos rebobinando.
También llevo a mi abuela muy adentro, Beatriz; al igual que tú, a veces, la confundo con mi madre, conmigo misma. Nos gusta el pan crujiente, levantamos la misma ceja. Guardé el secreto y no le dije a mi madre el porqué de mis preguntas, solo yo sabía hasta dónde había permeado en mí su Doble Intención.
Volví a casa, me mire al espejo, pensé en escribirles esta carta, lo hice.
Antes de terminar quiero agradecerles, Ethel y Beatriz, por la dulce invitación a escribir, por llevarnos de vuelta a las puertas de un hogar posible: las palabras, por compartir la mitad de su siroco, gracias por regalarnos un decálogo de libertad, por esta Doble Intención que conjura nuestro canto de diosa respuesta.
Me despido por ahora. Yo, y estoy segura que también este hermoso público, les extiende, Ethel y Beatriz, un abrazo con todos los tonos marrones y amarillos del desierto de Chihuahua.
Alejandra Torres García



Alejandra Torres García estudió letras españolas en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Es autora de hermosos poemas que lee en voz alta en plazas y auditorios de varias ciudades; sus textos aparecen en varias antologías y revistas literarias.

lunes, 25 de marzo de 2019

JChM. Leonardo Desiderata

Elementos de una novela exuberante. Presentación de la novela En la oscura región de nuestro olvido


Por Jesús Chávez Marín


El primer libro escrito por un autor chihuahuense que leí fue La otra cara de México, excelente novela de Carlos Chavira. Fue en 1967, cuando estudiaba preparatoria. No recuerdo si estaba yo enterado de que el autor fuera chihuahuense o no; me concreté a disfrutar la buena historia, llena de dramatismo y dolor, que en ese libro se contaba.
En aquel tiempo no había muchos escritores chihuahuenses publicados, y los pocos que había eran en su mayoría historiadores y poetas, sus libros eran escasos y la mayoría fueron producidos sin ningún cuidado editorial en los Talleres Gráficos del Gobierno del Estado. Otros pocos se imprimían en el Distrito Federal por Edamex o por Editorial Jus, pero todos tenían escasa distribución y al poco tiempo ya solo podían conseguirlos los conocidos del autor, que en la mayoría de los casos guardaba en su casa cajas y cajas de sus libros, los cuales terminaba regalando a los conocidos o arrumbando en el fondo de algún armario.
El único que sabía mover sus negocios de escritor era José Fuentes Mares, quien al morir dejó treinta libros publicados, algunos en editoriales fuertes y de buena distribución que hasta hicieron reediciones de algunas de las obras, lo que sucede muy pocas veces en nuestro medio cultural, donde los lectores son escasos.
A pesar de esto la literatura se ha desarrollado vigorosamente en esta región. Hay talleres literarios, clubes de lectoras, librerías y, más recientemente, empresas editoriales, tanto las oficiales y subsidiadas como las independientes. Así que un lector atento puede ahora hallar con facilidad los libros que producen autores chihuahuenses, entendiendo por tales a los escritores que viven y escriben en Chihuahua.
Entre los libros de estos escritores que encuentra ese lector, más o menos atento, hay muy pocas novelas entre la abundancia de libros de poesía, historia y anécdotas y memorias pueblerinas. Los hay de buena y de baja calidad, pero quien haya leído algunos de esos textos tiene una idea certera de cuál es el ambiente, el tono, la retórica, la atmósfera, el estilo común en lo que escriben tales autores, aun cuando se trate de textos artísticos, o sea: únicos y originales.
En ese contexto, la novela de Leonardo Desiderata que hoy se presenta con el título de En la oscura región de nuestro olvido no tiene precedentes ni en su lenguaje, ni en el carácter de sus personajes, ni en los espacios donde sucede la historia.
La acción sucede Cuba a finales del siglo 19 y principios del 20, algunos de sus personajes son originarios de Cienfuegos y de Guantánamo y la vieja casona donde trascurre toda la segunda parte está situada en el centro de La Habana.
La narración tiene como centro la vida de una mujer extraordinariamente guapa que se llama Tránsito Alfaro, a quien conocemos desde que era una caprichosa jovencita de quince años hasta la plenitud saludable de sus 42 años muy bien llevados, cuando ya se ha despachado a cinco maridos y a múltiples amantes en un ambiente exuberante de paisaje marino.
El relato es contado desde un narrador que al principio parece omnisciente pero poco a poco se define con nitidez un punto de vista singular y descubrimos que es un personaje de la historia, incluso vemos al fin que aparece claramente en la acción cuando cuenta: “Hace unos días asistimos al entierro de Primitivo Duarte. Solo unos cuantos circunstantes, pocos, no más de cuatro, acompañamos al cortejo hasta el cementerio”.
Este narrador, esta voz que emite el discurso narrativo en toda la novela, excepto en los diálogos que él mismo introduce en las escenas directas de los personajes, hace gala de una gran capacidad de verbalización, un lenguaje muy rico y culto, pues se permite citas de autores clásicos, sobre todo españoles, y transcribe citas famosas, tanto él como algunos de los mismos personajes.
Lo notable de este narrador es la ironía y el escepticismo con que relata la historia, que a veces llega a ser burlona. Hasta el lector es víctima de su laboriosa socarronería, como cuando hace explícita su comunicación con los lectores llamándolos ángeles míos: “Ella elegía a sus hombres, y el que se veía favorecido con tan buena guarnición de mujer simplemente debía seguirla como un perrito faldero, obedecerla como un animal obedece a su amo. Otra cosa, ángeles míos, no se puede decir que Tránsito Alfaro no tuviera escrúpulos en cuestiones sentimentales: jamás se hubiera casado o acostado con un hombre rico solo por su dinero”.
Con certeros adjetivos y una prosa notablemente fluida, extraordinaria capacidad para describir espacios, el texto recrea un ambiente exuberante y lleno de sensaciones, desde la sexualidad explícita y densa, la evolución de los personajes de la pasión brusca y desbordada de la juventud hasta la truculenta sexualidad de adultos, aún más intensa en el doblamiento de los recuerdos amargos y los prejuicios cristalizados por años. Desde el ambiente florido y luminoso de la casa primera hasta los pasadizos oscuros y húmedos donde habitan moribundos tercos, viudas frondosas y amargadas, filósofos cínicos.
Novela de gran exotismo desde los nombres con sabor antiguo de los personajes que llaman Justo Miranda de Albuquerque, Juventino Urquiza, Tránsito Alfaro, el capitán Telémaco Alfaro, Hidelbranda García, Próspero Iguarán, el doctor Ptolomeo Sánchez, Ninón la hermana pequeña, Ángela Iguarán, Luna Batisterio, Tristán Moreira, Primitivo Duarte, Soledad Vicuña, Sabino Josarem, el padre Salomé, Dacia Zúñiga, Eliseo Duarte, Úrsulo Hurtado, Prometeo Duarte, don Tobías Guardiola, Trinidad, don Caagliostro, don Alud, doña Gurruceta, doña Sifo, doña Clotis, doña Espergencita, doña Gertrudis, don Tenor, doña Celona, doña Florain, doña Parafina.
Novela de pasiones densas, la terquedad de la honra, la avaricia endurecida con la edad y sobre todo el amor apasionado que despierta la belleza dinámica de una mujer inolvidable, a quien miramos, sentimos, imaginamos en la maravilla del texto literario en escenas que nos quedan grabadas con un recuerdo más vivo que los recuerdos de la vida real.
Novela rica en ideas que pone a pensar en serio y ofrece versiones distintas, de personajes distintos, sobre las relaciones amorosas, la seducción, la muerte, el deseo, las mujeres, la codicia y el desamparo de la soledad.
Libro muy atractivo de leer, porque abre a un mundo coherente e imaginativo manteniéndose en el estricto realismo, sin acudir a exageración ni fantasía.
La influencia más visible en este texto es la de Gabriel García Márquez, a quien el autor le hace un saludo explícito al llamar a uno de los personajes Próspero Iguarán, con el mismo apellido de la entrañable Úrsula Iguarán de Cien años de soledad, el mismo que llevó en vida la mamá de García Márquez.
Se nota sin duda que Leonardo Desiderata tiene bien asimilada la lección de sus atentas lecturas, porque en su texto se desenvuelve con ritmo, como los narradores natos, los que tienen ese talento natural para contar historias que en su escritura parece que platican en voz alta las más extrañas aventuras y expresan en una frase lo que todos habíamos pensado pero que antes de que ellos lo dijeran no nos había quedado muy claro.
No cabe duda de que estamos ante un escritor de gran madurez, a pesar de que esta sea su primera novela publicada.

Desiderata, Leonardo: En la oscura región de nuestro olvido. Editorial Edavisión, México, 2002.

Julio de 2002

domingo, 24 de marzo de 2019

Que nos nombre el viento. Patricia Lozoya

Que nos nombre el viento

 

 

Por Patricia Lozoya

 

 

Que hablen de ti la media luna,

el cenit, las cuatro estaciones,

la madrugada y el desvelo,

la yema verde de las hojas,

las ramas leñosas de lavanda.

En el perfume de mi cuello,

la calidez extrema y el sudor,

la lluvia en el amanecer, el rocío,

los fascinantes ocasos

con su lienzo irrepetible,

el olor a madera y el humo

andariego de las chimeneas,

el viento que me da

en la cara y los cristales

de hielo adheridos a la ventana.

Que te hablen de mí la misma vida,

el despertar, la forma de mis labios

ansiosos de tu beso, la necesidad

y la locura en mitad de tu equilibrio,

el canto del zorzal, las olas bravas,

la poesía, la música, el silencio,

los pies danzantes, la lágrima

y la risa escondida en los suspiros,

el resquicio anhelante de tu hombro

donde reposó del éxtasis mi cara

y el rebozo, amén del calendario

y las horas de todos los relojes.

Porque no menciono las letras

de tu nombre ni tú haces alarde

de las mías y nos sabemos

nuestros, siempre, a pesar de todo.







Martha Patricia Lozoya Nájera comenzó su carrera profesional muy joven en el área de servicios enfocados a lo contable. Durante la formación académica participó en eventos literarios, tanto de escritura como de oratoria y declamación. En 2015 participó en la antología poética Girasoles, sueños y palabras, que incluye a escritoras de diversas ciudades de la república mexicana. Ese mismo año se incorporó al staff de Clave ETR Comunicación en Libertad, equilibrio en movimiento, de Radio Universidad en Chihuahua, en el programa La voz del corazón. Tiene en prensa su libro Con remitente y destinatario, que saldrá a la luz en 2019.

sábado, 23 de marzo de 2019

Rodolfo Borja. La Fonda Verde

La Fonda Verde

Por Rodolfo Borja

La Fonda Verde fue un espacio cultural de finales de los años setentas y principios de los ochentas, situado en la esquina de la calle 20 de Abajo y el Canal del Río Chuvíscar (hoy un banco, entonces justo enseguida del centro social "El paraje de los indios").
La iniciativa de Jesús Leal para abrir un espacio al arte y la cultura con una visión diferente a la oficial conservadora, de lo que también ocurría en Chihuahua, tomó forma con su dirección y un grupo de artistas, entre muchos otros Francisco El Chato Reyes, Mario Arnal, Remigio Córdoba, Lorena Villatoro, Gabriela Roel, Pedro Laguna con Aguaviva, Gabriel Ortiz, Rogelio Treviño, Jimmy González, Pablo Leos, María Dolores Guadarrama, Wankarany, Tonche Antonio (el mesón de Tonche jugó también un papel importante en la difusión de la cultura local a finales de los setentas), Miguel Ángel Moreno, Antarez 3 y Eskirla. Además el lugar contaba con librería y restaurante.
Con esto se armó otra chispa para prender las mentes revolucionadas de la gente involucrada, así como del público y los artistas.
Allí fue donde, en un día como hoy, por primera vez se presentó Eskirla en Chihuahua, despúes de cambiar un poco el concepto musical de Bluesmanía, grupo que inició en 1977 y cerró su ciclo aquí, abriendo una nueva era en mi vida como músico.
En esa ocasión la alineación fue: Alberto El General Chávez en los tambores, Luis Tena en el bajo y voz y yo en la guitarra y la voz. Esa vez alternamos con Antarez 3 (Chacho Loera, Francisco Rodríguez y Ernesto Neto), grupo excelente de rock original de Ciudad Juárez.
El cartel es una obra de los pintores Francisco El Chato Reyes, Miguel Ángel Moreno y de Jesús Leal. Por alguna razón que no recuerdo, no hicieron el cambio de nombre, y sí salió el de Bluesmanía.
Agradecemos el interes de la gente que sabe y siente con nosotros lo que es el viaje de la música y el arte en general así como la importancia de mantener la llama encendida.








Rodolfo Borja Martínez es miembro fundador y director desde 1980 de la agrupación Eskirla, la cual es pionera en México, junto con un puñado de bandas de rock en español, de esta corriente musical, de que regresara para quedarse en la aceptación del público, siendo ya reconocida como parte de la diversidad cultural de nuestro país. Ha producido y coproducido el material registrado de Eskirla y de su autoría –música y letra– son los temas grabados a lo largo de su carrera contenidos en varios discos.