En la foto Heriberto Ramírez Luján, Deyanira Peña, Martha Jurado, Carmen Fierro,
Rosario Ayón, Magdalena Minjares, Josefina María Cendejas y Jorge Benavides Lee.
Cormac
Por Heriberto Ramírez
Subí al autobús como
muchas otras veces; se había vuelto rutina después de un periodo en que ese
mismo recorrido lo hacía de aventón, presumiendo además mi sabiduría para
hacerlo. Encontré mi lugar entre el ambiente dominado por desodorante
industrial, acomodé mi maleta en el compartimiento ubicado en la parte superior
y ocupé el espacio del lado del pasillo, dispuesto a realizar el habitual y aburrido
viaje de casi cuatro horas.
El asiento del lado de
la ventanilla ya estaba ocupado, era un americano de unos 60 años, vestía una
gastada camisa blanca de manga corta, sus brazos velludos se veían entrecanos y
fuertes. Iniciamos la conversación y me dijo que era escritor, en aquel
entonces yo trabajaba en el Departamento Editorial de la UACH y coordinaba la
revista Synthesis, así que me sentí
como pez en el agua y pensé en la posibilidad de conseguir una colaboración
interesante, un cuento corto al menos.
Le pregunté qué asuntos
le llevaban a Ojinaga; me contestó que iba a buscar a Enrique Madrid en
Redford, en el lado americano. A mi pregunta de sobre qué versaban sus temas
como escritor me dijo que sobre literatura norteamericana.
—¿Cómo la de Joyce? —le
pregunté.
Esbozó una disimulada
sonrisa y me corrigió:
—Él es irlandés,
recuerda Dublineses —sentenció.
Sentí exhibida mi gran
ignorancia literaria, ya no recuerdo qué más dije; me acomodé en mi asiento y simulé
que dormía.
Años después, leyendo
un libro de Cormac McCarthy y viendo su foto, llegué a la conclusión de que ese
breve viaje lo había hecho en compañía del mítico escritor Cormac McCarthy, que
según mis cálculos, por ese entonces estaba escribiendo Todos los hermosos caballos. Especulo que se dirigía hacia Coahuila
porque además, como lo supe recientemente, nunca fue a visitar a Enrique
Madrid, dicho por él mismo.
Lo cierto es que para
mí no solo fue la primera vez que me topé con un gringo inteligente y culto,
sino que también pude apreciar un carácter recio que denunciaba a un cabrón
bien hecho, además de darle una abollada a mi escasa modestia.
(Este cuento de
Heriberto Ramírez Luján es parte de su libro Relatos en celular, inédito).
Heriberto Ramírez Luján filósofo mexicano redacta la lógica
con precisión de cirujano. En sus ensayos y libros de filosofía y también en
sus textos literarios. Sobrio y elegante profesor, el estoicismo es divisa de
su estética. Y de su gran estilo.
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