miércoles, 6 de marzo de 2019

Cine Lasc. Cuentos de la luna pálida de agosto

Cine Lasc. Cuentos de la luna pálida de agosto

Por Esteban Lascano

Esta película de 1953, dirigida por Kenji Mizoguchi, como dice en su introducción, es un cuento de las fantasías y ambiciones de los hombres después de las lluvias. Cuenta la historia de dos campesinos hermanos, Genjuro, casado con Miyagi, que tenía un hijo de tres años, Genichi; y Tobei, casado con Ohama, que vivian en el territorio de Omi, cerca del lago Biwa. Genjuro era alfarero y preparaba recipientes de cerámica. Tobei ambicionaba ser samurái.
Estaban en tiempos de guerra; los soldados de Shibata podían llegar en cualquier momento y saquear el pueblo. No obstante, Genjuro se arriesgó y fue a vender su mercancía a la ciudad vecina de Nagahama. Su hermano Tobei fue con él, pese a las quejas de su mujer, que decía que debía conformarse con ser campesino y no seguir sueños locos, ayudándole a cargar el carro con las cosas, buscando ser samurái.
En la ciudad, Genjuro vende todas las piezas y obtiene mucho dinero, tras lo cual vuelve muy feliz con su esposa, que también estaba feliz, pues le había comprado Genjuro un kimono muy elegante, además de muchos alimentos. Tobei buscó a los samuráis y los encontró; suplico que le dejaran ser de sus hombres, pero estos lo echaron; le dijeron que cuando consiguiera una armadura y una lanza, le dejarían ser de sus hombres, y vuelve a su pueblo. Decide ayudar a su hermano, que quería preparar más objetos de cerámica para ganar dinero también en la ciudad. Su hermano decidió que le daría un tercio de las ganancias.
Entonces metieron en el horno las piezas, y justo en eso, mientras le metían leña, vieron que el pueblo huía en desbandada, pues se acercaban los soldados de Shibata. Se quedaron hasta el último momento, y luego se fueron a esconder, junto con otros del pueblo, en unas montañas detrás del pueblo.
Después de que se fueron los soldados, fueron al pueblo. Los soldados habían saqueado todo, pero las piezas de cerámica estaban listas e intactas. Entonces deciden ir a Omizo, una ciudad más grande, por el lago, en una barca abandonada. Se van Genjuro y Tobei con sus esposas y el hijo de Genjuro. En la travesía se encuentran una barca con un hombre moribundo, que decía que su barca había sido atacada por piratas.
Entonces Genjuro y Tobei deciden dejar a Miyagi con Genichi a mitad del camino, para que regresar al pueblo. Llegan a Omizo, y Genjuro y Tobei se ponen a vender las cerámicas, y venden casi todo. Entonces le da su parte a Tobei, que corre a buscar la tienda para comprar su armadura y su lanza. Ohama, su mujer, va y lo persigue, pero se pierde y llega a un campo solitario, en el que unos hombres la secuestran y la convierten en prostituta.
Tobei va a una tienda, y se compra su armadura y su lanza. Miyagi, la esposa de Genjuro, había llegado al pueblo cuando estaba siendo saqueado por sorpresa; una mujer anciana le da comida y agua para que huya con su hijo en la espalda, y eso hace, pero en el camino se topa con unos samuráis enemigos, hambrientos, que le roban la comida y la matan. Pero el hijo sobrevive, y regresa al pueblo a su casa, pues no se habían alejado mucho.

El destino de Tobei.
Por ese momento, Tobei se había alistado con los samuráis de su región; en una batalla con los soldados de Shibata se enfrenta a un samurái que era de los más temidos de los enemigos, porque era muy poderoso y tenía mucha experiencia. Al enfrentarse a Tobei, este logra vencerlo con su lanza y lleva su cabeza, que le habían puesto precio, a la ciudad, por lo que le dan una mejor armadura y un regimiento de hombres. Decide ir a su pueblo para encontrarse con su esposa y desde ahí defender a su pueblo. Pero antes de irse, sus hombres le convencen de descansar en una posada, donde había comida y prostitutas. Tobei acepta.
Ahí en la posada le preguntan el secreto de su experiencia, y él dice que la inteligencia era lo más importante, y la fuerza del brazo. En eso, se da cuenta que ahí estaba su mujer. Consternado y arrepentido, se compadece de ella, quien indignada, le echa en cara que, por sus sueños, ella dormía cada noche con un hombre distinto. Entonces se arrepiente, y la compra. Decide dejar de ser samurái y regresa a su pueblo con ella y vuelve a ser campesino.

El destino de Genjuro.
Genjuro, después que se fue Tobei, siguió vendiendo sus cerámicas, cada vez a clientes más importantes, hasta que un día llega una mujer noble, con su sirvienta, que le pide que le lleve unos jarrones y unos vasitos a su mansión, y le señaló el camino.
Cuando cierra su puesto, va a entregar las cosas a la mansión, donde la mujer lo recibe y le pide que se quede. Le dice que sus piezas eran las más bellas que había visto jamás; Genjuro dice que en manos de la mujer eran mucho más bellas, entonces la mujer le dice que será suyo para siempre, y le da un baño. Después, se van a un prado frente al que había un lago, y ahí se acuestan y se abrazan. Genjuro dice que siente como si estuviera en el cielo.
Un día sale a comprar unos kimonos para la mujer, pero cuando le dice al vendedor de donde venía, le grita que se los lleve, espantado. Un hombre viejo, le advierte que ve la marca de la muerte en su cara y que debía volver con su mujer e hijo, o sufriría mucho.
Cuando vuelve con la mujer, la anciana, le pregunta qué le había pasado, pues se veía distinto. Entonces se quita la ropa superior y ve unas oraciones budistas marcadas en el cuerpo. Entonces la mujer joven le cuenta que su familia había sido asesinada, pero ella, con su sirvienta, había vuelto, para devolverle la felicidad, pero como había sido capaz de engañarla, sin decirle que tenía mujer e hijos, y le anuncia que jamás saldrá de ahí.
Entonces Genjuro, espantado, agarra una katana, y se pone a dar espadazos a diestra y siniestra, hasta que cae desmayado, fuera de la mansión. Cuando despierta, la mansión había desaparecido, y en su lugar había unas ruinas.
Decide volver a su pueblo, y cuando vuelve a su casa, alucina ver a su mujer junto con su hijo; él saluda aliviado y se duerme. Al día siguiente, sus vecinos le dicen que ella había muerto; le llora y le hace una tumba, en la de su hijo pone una piedra.



Esteban Lascano estudia preparatoria en el Centro Educativo Patria; desde 2015 es un gran aficionado al cine y en Estilo Mápula es autor de la columna Cine Lasc.

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