lunes, 25 de marzo de 2019

JChM. Leonardo Desiderata

Elementos de una novela exuberante. Presentación de la novela En la oscura región de nuestro olvido


Por Jesús Chávez Marín


El primer libro escrito por un autor chihuahuense que leí fue La otra cara de México, excelente novela de Carlos Chavira. Fue en 1967, cuando estudiaba preparatoria. No recuerdo si estaba yo enterado de que el autor fuera chihuahuense o no; me concreté a disfrutar la buena historia, llena de dramatismo y dolor, que en ese libro se contaba.
En aquel tiempo no había muchos escritores chihuahuenses publicados, y los pocos que había eran en su mayoría historiadores y poetas, sus libros eran escasos y la mayoría fueron producidos sin ningún cuidado editorial en los Talleres Gráficos del Gobierno del Estado. Otros pocos se imprimían en el Distrito Federal por Edamex o por Editorial Jus, pero todos tenían escasa distribución y al poco tiempo ya solo podían conseguirlos los conocidos del autor, que en la mayoría de los casos guardaba en su casa cajas y cajas de sus libros, los cuales terminaba regalando a los conocidos o arrumbando en el fondo de algún armario.
El único que sabía mover sus negocios de escritor era José Fuentes Mares, quien al morir dejó treinta libros publicados, algunos en editoriales fuertes y de buena distribución que hasta hicieron reediciones de algunas de las obras, lo que sucede muy pocas veces en nuestro medio cultural, donde los lectores son escasos.
A pesar de esto la literatura se ha desarrollado vigorosamente en esta región. Hay talleres literarios, clubes de lectoras, librerías y, más recientemente, empresas editoriales, tanto las oficiales y subsidiadas como las independientes. Así que un lector atento puede ahora hallar con facilidad los libros que producen autores chihuahuenses, entendiendo por tales a los escritores que viven y escriben en Chihuahua.
Entre los libros de estos escritores que encuentra ese lector, más o menos atento, hay muy pocas novelas entre la abundancia de libros de poesía, historia y anécdotas y memorias pueblerinas. Los hay de buena y de baja calidad, pero quien haya leído algunos de esos textos tiene una idea certera de cuál es el ambiente, el tono, la retórica, la atmósfera, el estilo común en lo que escriben tales autores, aun cuando se trate de textos artísticos, o sea: únicos y originales.
En ese contexto, la novela de Leonardo Desiderata que hoy se presenta con el título de En la oscura región de nuestro olvido no tiene precedentes ni en su lenguaje, ni en el carácter de sus personajes, ni en los espacios donde sucede la historia.
La acción sucede Cuba a finales del siglo 19 y principios del 20, algunos de sus personajes son originarios de Cienfuegos y de Guantánamo y la vieja casona donde trascurre toda la segunda parte está situada en el centro de La Habana.
La narración tiene como centro la vida de una mujer extraordinariamente guapa que se llama Tránsito Alfaro, a quien conocemos desde que era una caprichosa jovencita de quince años hasta la plenitud saludable de sus 42 años muy bien llevados, cuando ya se ha despachado a cinco maridos y a múltiples amantes en un ambiente exuberante de paisaje marino.
El relato es contado desde un narrador que al principio parece omnisciente pero poco a poco se define con nitidez un punto de vista singular y descubrimos que es un personaje de la historia, incluso vemos al fin que aparece claramente en la acción cuando cuenta: “Hace unos días asistimos al entierro de Primitivo Duarte. Solo unos cuantos circunstantes, pocos, no más de cuatro, acompañamos al cortejo hasta el cementerio”.
Este narrador, esta voz que emite el discurso narrativo en toda la novela, excepto en los diálogos que él mismo introduce en las escenas directas de los personajes, hace gala de una gran capacidad de verbalización, un lenguaje muy rico y culto, pues se permite citas de autores clásicos, sobre todo españoles, y transcribe citas famosas, tanto él como algunos de los mismos personajes.
Lo notable de este narrador es la ironía y el escepticismo con que relata la historia, que a veces llega a ser burlona. Hasta el lector es víctima de su laboriosa socarronería, como cuando hace explícita su comunicación con los lectores llamándolos ángeles míos: “Ella elegía a sus hombres, y el que se veía favorecido con tan buena guarnición de mujer simplemente debía seguirla como un perrito faldero, obedecerla como un animal obedece a su amo. Otra cosa, ángeles míos, no se puede decir que Tránsito Alfaro no tuviera escrúpulos en cuestiones sentimentales: jamás se hubiera casado o acostado con un hombre rico solo por su dinero”.
Con certeros adjetivos y una prosa notablemente fluida, extraordinaria capacidad para describir espacios, el texto recrea un ambiente exuberante y lleno de sensaciones, desde la sexualidad explícita y densa, la evolución de los personajes de la pasión brusca y desbordada de la juventud hasta la truculenta sexualidad de adultos, aún más intensa en el doblamiento de los recuerdos amargos y los prejuicios cristalizados por años. Desde el ambiente florido y luminoso de la casa primera hasta los pasadizos oscuros y húmedos donde habitan moribundos tercos, viudas frondosas y amargadas, filósofos cínicos.
Novela de gran exotismo desde los nombres con sabor antiguo de los personajes que llaman Justo Miranda de Albuquerque, Juventino Urquiza, Tránsito Alfaro, el capitán Telémaco Alfaro, Hidelbranda García, Próspero Iguarán, el doctor Ptolomeo Sánchez, Ninón la hermana pequeña, Ángela Iguarán, Luna Batisterio, Tristán Moreira, Primitivo Duarte, Soledad Vicuña, Sabino Josarem, el padre Salomé, Dacia Zúñiga, Eliseo Duarte, Úrsulo Hurtado, Prometeo Duarte, don Tobías Guardiola, Trinidad, don Caagliostro, don Alud, doña Gurruceta, doña Sifo, doña Clotis, doña Espergencita, doña Gertrudis, don Tenor, doña Celona, doña Florain, doña Parafina.
Novela de pasiones densas, la terquedad de la honra, la avaricia endurecida con la edad y sobre todo el amor apasionado que despierta la belleza dinámica de una mujer inolvidable, a quien miramos, sentimos, imaginamos en la maravilla del texto literario en escenas que nos quedan grabadas con un recuerdo más vivo que los recuerdos de la vida real.
Novela rica en ideas que pone a pensar en serio y ofrece versiones distintas, de personajes distintos, sobre las relaciones amorosas, la seducción, la muerte, el deseo, las mujeres, la codicia y el desamparo de la soledad.
Libro muy atractivo de leer, porque abre a un mundo coherente e imaginativo manteniéndose en el estricto realismo, sin acudir a exageración ni fantasía.
La influencia más visible en este texto es la de Gabriel García Márquez, a quien el autor le hace un saludo explícito al llamar a uno de los personajes Próspero Iguarán, con el mismo apellido de la entrañable Úrsula Iguarán de Cien años de soledad, el mismo que llevó en vida la mamá de García Márquez.
Se nota sin duda que Leonardo Desiderata tiene bien asimilada la lección de sus atentas lecturas, porque en su texto se desenvuelve con ritmo, como los narradores natos, los que tienen ese talento natural para contar historias que en su escritura parece que platican en voz alta las más extrañas aventuras y expresan en una frase lo que todos habíamos pensado pero que antes de que ellos lo dijeran no nos había quedado muy claro.
No cabe duda de que estamos ante un escritor de gran madurez, a pesar de que esta sea su primera novela publicada.

Desiderata, Leonardo: En la oscura región de nuestro olvido. Editorial Edavisión, México, 2002.

Julio de 2002

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