v/ lfr
Otros dibujos del fin del mundo
Por Luis Fernando Rangel
Cuando te piden calma, es lo último que puedes dar. Me dicen que me calme y siento que el mundo se apaga de a poco. Se me hacen dos huecos: uno en el pecho y otro en el estómago. Ninguno se puede llenar con los grandes bocados de aire que trago. No sé a dónde se va todo ese aire. Los pulmones también se vacían e hiperventilar no sirve para llenarlos.
Quiero pensar
que no es nada grave, pero de todos modos el corazón amenaza con explotar. Casi
escucho la fuerza con la que mi sangre recorre cada parte del cuerpo. Me
imagino un río y luego el océano, inmenso, perdiéndose a la orilla del mundo.
Derramándose sobre las manos de Dios. Las olas golpeando contra el desfiladero.
Las olas del
mar comienzan a agitarse y no quiero mojarme los pies. Imagino que a lo lejos
un pequeño barco teme al naufragio. Tiene pocos tripulantes; algunas aves,
algunas sombras y algunos pedazos del alba.
Ante el mar
agitado, me refugio en cualquier lugar. Busco cualquier pedazo que se asemeje
un poco al mundo, que parezca un hogar. Me escondo para no ver el oleaje.
Cierro los ojos, fuerte, y comienzo a respirar despacio.
Si algo he de
confesar es que la verdad no sé nadar y le tengo miedo al agua. Muchísimo.
Adentro del hospital, en la sala de espera, la gente se muele las
manos de tanto apretarlas. Están nerviosos, asustados. Frotan el pulgar contra
el índice como si repasaran las cuentas de un rosario: se gastan los dedos de
tanto restregárselos y se entierran mil astillas imaginarias hasta sangrar
imaginariamente. Chorros y chorros de sangre.
No sé si guardan algo en los puños o
quieren rezar. No sé si sienten el corazón palpitar en la mano y quieren
protegerlo. No sé si buscan ofrecérselo a Dios en oración. No sé
si los que están en esta sala todavía creen en Él.
Un terremoto hace temblar los cimientos de mi casa. Me hace caer al piso y ver
el cielo desmoronarse poco a poco. Las nubes, hinchadas, me dicen que quizá
pueda llover. Huele a tormenta. Los lunes solo pasa la luz y las pequeñas
cosas. Los sábados son para las tormentas y los terremotos, para cuando Dios
termine de hacer el mundo. Temo la inundación: todavía no construyo la barca.
Mi padre está hospitalizado. No sé qué tiene, solo sé que está grave.
Luis Fernando Rangel es licenciado en letras españolas por la Universidad Autónoma de Chihuahua. Actualmente es Jefe de Unidad Editorial en la Facultad de Filosofía y Letras de la UACH, donde es editor responsable de la revista Metamorfosis y conductor del programa radiofónico El Pensador en Radio Universidad. Es autor de los libros Hotel Sputnik, Conversación de dos gatos, Poemas para un Lugar Común, Dibujar el fin del mundo y Los líricamente desmadrados. En 2019 coordinó el taller de poesía y la antología No haremos obra perdurable. Recientemente obtuvo el IV Premio Nacional de Poesía Germán List Arzubide con la obra Corridos de caballos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario