lunes, 30 de diciembre de 2024

Cuando creamos una burbuja de fantasía para no ver la realidad

 

La columna de Bety

Cuando creamos una burbuja de fantasía para no ver la realidad

 

Por Beatriz Aldana

 

Desde que tengo uso de razón me di cuenta de que mi llegada al mundo había sido un mero accidente, un descuido, y siempre, continuamente, alguien me lo señalaba.

A raíz de esa situación, mi empeño siempre fue ser vista, ¿en qué sentido? En ser agradable, bulliciosa, cantarina, bailadora, compositora, oradora, ¡ufff, tantas cosas! Esto fue y ha sido una empresa difícil hasta el sol de hoy. Una cadena de situaciones forzadas, incluyendo mi matrimonio, mi dificultad para embarazarme, mi poco éxito para ganar un lugar en la empatía de mi familia política, que a resumidas cuentas terminó por desbaratar mi vida matrimonial.

No conforme con todo eso, dejé pasar un larguísimo tiempo para dizque rehacer mi vida. Y no. La vida no se rehace,  se continúa. Y si el sino constante es el fracaso, la fantasía de rehacer es una empresa imposible.

Cuando hago introspección me percato de que aún soy como aquella niña buscando atención, y mi propio yo me dice: no busques más lo que no es, ni ha sido, ni será para ti. Mírate, mírate bien, observa y verás que todo el tiempo eres tú quien llama, eres tú quien busca, eres tú quien acaricia, eres tú quien tomas las manos, las mejillas, el cabello.

¿Cuándo, en qué momento eres tú quien escuchas el ring ring o la melodía de llamada de tu teléfono? Nunca. A menos de que sea lo que ahora suele llamarse una llamada de Spam.

Como te dijese no una sino en varias ocasiones tu Confesor, cuando le has comentado tu deseo de irte de este despiadado y cruel mundo que te ha tocado enfrentar: No, Bety, usted no se va a ir pronto, porque ama la vida, por injusta que haya sido y siga siendo. ¿Y sabe por qué? Simplemente porque toda usted está hecha de amor, de ese amor que Dios derrama en nosotros y que por fortuna personas como usted, Bety, sabe repartir equitativamente, aún a sabiendas de que no será correspondido, pero a final de cuentas quien sale ganando es usted, porque aunque no lo perciba, cada espacio por el cual transita es absolutamente un halo de luz, y esa luz es la que le cubre y protege de toda la adversidad que día a día tiene que enfrentar Si eso no fuere así, jamás hubiera llegado a la edad que ahora tiene con esa sonrisa cordial, afable, alegre que la distingue de muchísimas personas.

Dios nos dio la vida para ser felices, nos dotó con esa capacidad, la felicidad está en el interior nuestro, no es necesario depender de otros para ser felices. Si esperamos que los otros nos hagan felices, será una faena infructuosa. A veces amamos a quien no le es posible o no le interesa amarnos, pero ahí está la gracia, ahí está esa terquedad de irradiar siempre casi por todos los poros de la piel, amor a la vida misma. Y eso se llama: amor propio.

Gracia, padre, por tan hermosas palabras.

 


Beatriz Aldana es contadora y siempre ha trabajado en la industria y en corporativos comerciales. Gran lectora, escribe y produce crónicas de video en sus dos blogs de Facebook, además de La columna de Bety en Estilo Mápula.

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