De un like hacia la eternidad
Por Marco Benavides
Luisa conocía a Luis solo
por su perfil en Instagram. Lo había visto por primera vez en una foto de un
amigo común, donde él sonreía con esa autenticidad que apenas se ve en las
redes. Un simple doble toque fue el inicio de todo, aunque entonces no lo
sabía. Luisa no imaginaba que aquel “like” abriría una puerta inesperada en su
vida.
Días después, llegó el
mensaje: “Gracias por el like. Parece que también amas los libros tanto como yo”.
Luis había notado un comentario de Luisa en una publicación sobre literatura, y
ese fue su pretexto para empezar a hablar. De una conversación casual sobre sus
autores favoritos, pasaron a debates filosóficos a la medianoche, donde cada
palabra se convertía en una caricia.
Las noches se alargaban en
la luz de la pantalla. Hablar de libros pronto derivó en confidencias
profundas: Luis compartió sus miedos de ser escritor algún día, mientras Luisa
admitía que llevó años sin sentirse tan escuchada por alguien. La distancia
entre ellos desaparecía cada vez que una notificación anunciaba otro mensaje.
Una noche, mientras
discutían sobre el sentido de la felicidad, Luis escribió:
"Tal vez la felicidad
está en las pequeñas conexiones, como esta. Porque en este instante, Luisa, te
siento aquí."
Luisa no supo qué responder
al principio. Se quedó mirando las palabras, imaginando cómo se sentiría
escuchar esa voz en la vida real. El deseo de encontrarse empezó a crecer entre
ellos. Cada mensaje de buenos días era una promesa de que el tiempo y el
espacio pronto dejarían de ser obstáculos.
Finalmente, Luis propuso:
—Tengo una idea loca. Vamos
a encontrarnos. No importa dónde, pero tiene que ser en un lugar especial.
Luisa aceptó sin dudarlo.
Decidieron encontrarse en una librería antigua del centro, una que había sido
testigo del paso de muchas historias. El día llegó con una mezcla de nervios y
expectativa. Luisa vistió su blusa favorita y llevó en el bolso una edición
antigua de Cien años de soledad para regalarle a Luis, como un símbolo
de su primer lazo.
Cuando Luisa entró a la
librería, lo vio: Luis estaba de pie, con un libro en la mano y una sonrisa que
le resultó tan familiar como si lo hubiera visto mil veces antes. El tiempo se
detuvo. Se acercaron y se miraron en silencio, como si las palabras que tanto
habían compartido en el mundo digital se hubieran convertido en un puente que
los llevaba directo al corazón del otro.
—Te traje esto —dijo Luisa,
entregándole el libro.
Luis sonrió y sacó un
paquete de su mochila.
—Y yo te traje esto
—respondía mientras le daba una edición especial de Tokio Blues, de
Murakami, su autor favorito—. Lo vi y pensé en ti.
Luisa sonrió al recibir el
libro. Tokio Blues era mucho más que una novela para Luis. Escrita por Haruki
Murakami, era la historia de Toru Watanabe, un joven universitario que busca
encontrar su lugar en un mundo marcado por la pérdida y la soledad. Luis había
visto en el libro una conexión con su propia vida: los recuerdos, los amores
perdidos, la fragilidad de lo efímero, y ese anhelo incontrolable de tener algo
verdadero a lo que aferrarse. Ahora, regalarle esa historia a Luisa era como
abrirle una ventana a su corazón.
—Dicen que Tokio Blues
enseña que el amor es recordar, incluso cuando el mundo se olvida de ti
—susurró Luis, mirándola con intensidad—. Y tú eres lo que quiero recordar.
Luisa sintió un nudo en la
garganta. Aquellas palabras fueron todo lo que había esperado escuchar desde
que empezó a sentir que Luis era algo más que una conversación virtual.
Saliendo de la librería, caminaron sin rumbo por la ciudad, hablando sin cesar
y riendo de todo lo que parecía insignificante.
Pasaron horas recorriendo
calles, descubriendo cafeterías y contando anécdotas que los hicieron sentir
niños otra vez. La pantalla ya no era necesaria: Luis y Luisa habían traspasado
las fronteras del mundo digital para encontrarse en el mundo real.
Con el tiempo, la relación
creció como crecen las historias que tienen raíces profundas. Compartieron
viajes, libros y noches en vela discutiendo sobre la vida y el amor. Cada uno
se convirtió en la memoria del otro, un refugio donde las incertidumbres del
mundo no tenían cabida.
Pero nunca olvidaron cómo
empezó todo: con un simple like, un gesto aparentemente insignificante que
cambió por completo el curso de sus vidas.
Años después, cuando alguien
les preguntaba cómo se conocieron, Luis solía sonreír y decir:
—Fue cosa del destino.
Y Luisa, tomando su mano,
añadía:
—O tal vez, cosa de un like.
Porque en un mundo donde dos
vidas significan poco para millones, Luis y Luisa encontraron en el otro el
universo entero. Y así, su amor creció: eterno, inmortal, nacido en una
pantalla y llevado hasta la realidad, donde el tiempo nunca pudo alcanzarlos.
17 diciembre 2024
drbenavides@medmultilingua.com
Marco Vinicio Benavides Sánchez es médico cirujano y partero por la Universidad Autónoma de Chihuahua; título en cirugía general por la Universidad Autónoma de Coahuila; entrenamiento clínico en servicio en trasplante de órganos y tejidos en la Universität Innsbruck, el Hospital Universitario en Austria, y en el Instituto Mexicano del Seguro Social. Ha trabajado en el Instituto Mexicano del Seguro Social como médico general, cirujano general y cirujano de trasplante, y también fue jefe del Departamento de Cirugía General, coordinador clínico y subdirector médico. Actualmente jubilado por años de servicio. Autor y coautor de artículos médicos en trasplante renal e inmunosupresión. Experiencia académica como profesor de cirugía en la Universidad Autónoma de Chihuahua; profesor de anatomía y fisiología en la Universidad de Durango. Actualmente, investiga sobre inteligencia artificial en medicina. Es autor y editor de la revista web Med Multilingua.
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