sábado, 7 de diciembre de 2024

Simbiosis

 

Simbiosis

 

Por Guadalupe Ángeles

 

Mi hermana fue el vehículo, teníamos que llegar todos a algún sitio y era demasiado lejos para no necesitar un medio de transporte más grande, más poderoso que nuestros diminutos cuerpos. No presencié el momento del abordaje. Mi hermana era de una suavidad irrepetible. Se comió a todos los viajantes. La manera burda en que saldrían no involucraba ninguno de los orificios de su cuerpo y sin embargo se fueron creando canciones a lo largo de la travesía; ella se fue transformando en una casa y alguien abrió puertas para que mi hermana conociera todas las habitaciones donde los viajantes despertaban de sueños inconexos, en los que atravesaron estancias casi desnudas iluminadas por mapas iridiscentes en los cuales el camino a seguir era señalado.

Mi hermana fue vidente, de su cuerpo, que todos veían como un artefacto medio deformado, emergieron los viajantes y eran intensamente conscientes de los pasillos acariciados por sus pasos, del color diáfano de sus sueños; ella sonreía solo y soy testigo de la manera en que con la mirada les indicaba el camino.

Nosotros somos parte del viaje, era necesario que ella fuera la nave y el destino, al menos esa idea atravesó nuestros corazones como una estrella fugaz.

Trinos de ave anunciaban el nacimiento de otro día, el advenimiento de uno de los viajeros; porque era imposible un desembarco masivo. La paciencia era condición esencial del viaje.

Uno de estos días terminará todo aquello. Debíamos llegar a alguna parte, la lógica concreta no permite a los viajeros permanecer a su lado, entre las paredes de sus tejidos, más tiempo del necesario.

Siempre fuimos muy unidas. Pero la vida abre puertas a distintos paisajes y nuestra curiosidad, la de todos los viajeros, es más fuerte que toda simbiosis.

Mi hermana abre la mano y cae de ella un hielo diminuto. Fue así como yo llegué a la tierra para tratar de explicar los mecanismos del viaje, las formaciones de la tierra, el corazón absolutamente inmenso de mi hermana, que guardó en su cuerpo a todos los viajantes, pero no quisimos, ninguno, que fuera también nuestro destino.

 



Guadalupe Ángeles nació en Pachuca, Hidalgo. Fue directora de la revista Soberbia. Entre sus obras se encuentran Souvenirs (1993), Sobre objetos de madera (1994), Suite de la duda (1995), Devastación (2000), La elección de los fantasmas (2002), Las virtudes esenciales (2005), Raptos (2009) y No es luz, mas enceguece (2023). Ha colaborado en ÁgoraEl FinancieroEl InformadorEl OccidentalLa Jornada Semanal; en las revistas electrónicas nacionales Al margen y Argos y en las españolas: Babab y EspéculoPremio Nacional de Novela Breve Rosario Castellanos 1999 por Devastación. Actualmente radica en Guadalajara.

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