viernes, 20 de diciembre de 2024

Pintar el día

 


Pintar el día

 

Por JChM + Copilot

 

En el corazón de Chihuahua, donde las montañas parecían susurrar secretos antiguos, una pintora, un literato y una lectora cruzaron sus caminos de manera inesperada. Era una tarde de otoño, y el viento traía consigo el aroma de los pinos y la promesa de historias por descubrir.

Mariana, una pintora de cincuenta años, había vivido toda su vida entre lienzos y pinceles. Su estudio, ubicado en una casa cerca del centro histórico, era un refugio de colores vibrantes y caos creativo. Ese día, se preparaba para su próxima exposición, una serie de cuadros que capturaban la esencia de los paisajes chihuahuenses. Cada trazo de su pincel contaba una historia, y cada historia era una pieza de su alma.

A unos kilómetros de distancia, en una librería de la ciudad, Manuel, un literato de cincuenta y cinco años, hojeaba libros antiguos. Su cabello gris y su barba eran un testimonio de las horas dedicadas a la lectura y la escritura. Sus novelas y ensayos habían ganado premios, pero él encontraba paz entre las estanterías y los tomos olvidados. Allí, rodeado de letras y papel, Manuel sentía que su inspiración fluía con mayor libertad.

Por su parte, Laura, una lectora de cuarenta y cinco años, había recorrido la ciudad en busca de su próxima gran lectura. Era una habitual en la misma librería donde Manuel pasaba sus días. Su trabajo como editora le exigía una conexión constante con las palabras, y ese pequeño rincón literario era su lugar favorito para perderse entre historias.

Esa tarde, el destino decidió entrelazar sus caminos. Mariana había decidido tomarse un descanso de sus pinturas y visitar la librería en busca de inspiración literaria. Al entrar, la campanilla sobre la puerta anunció su llegada. Manuel, sumergido en un libro de poesía, levantó la vista justo en el momento en que Laura se acercaba al mostrador con una novela en las manos.

—¡Mariana! —exclamó Laura al ver a la pintora. Se conocían desde hacía años, pero sus encuentros eran esporádicos. Manuel, curioso por la interacción, observó desde su rincón.

—Laura, qué sorpresa verte aquí —respondió Mariana con una sonrisa—. Estoy buscando algo de inspiración para mis cuadros. ¿Tienes alguna recomendación?

Laura, siempre entusiasta, le sugirió varias obras de autores locales. Mientras hablaban, Manuel no pudo evitar unirse a la conversación.

—Disculpen la intromisión —dijo con una voz profunda y cálida—, pero no pude evitar escuchar. Soy Manuel, y me encantaría recomendarles un par de libros que creo podrían inspirar a cualquiera.

La chispa de una nueva amistad se encendió en ese instante. Los tres compartieron sus historias y pasiones, descubriendo que, a pesar de sus diferencias, tenían un amor común por el arte y la literatura. Pasaron horas conversando, riendo y explorando las estanterías juntos.

Esa tarde en Chihuahua no solo marcó el inicio de una exposición exitosa para Mariana y la creación de una nueva novela para Manuel, sino también el nacimiento de una amistad que perduraría en el tiempo, alimentada por su amor compartido por las palabras, los colores y la magia de las historias.

 


Jesús Chávez Marín es editor de Estilo Mápula revista de literatura

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