miércoles, 14 de marzo de 2018

Larizza Arvizo. Monólogo de alguien que escribirá una pieza


Monólogo de alguien que escribirá una pieza no se sabe si de teatro o una canción


Por Larizza Arvizo


Había tenido el corazón más tibio y flojo del mundo, en un parpadeo se me torno en roca, bastaron solo las ganas de quemarlo y comerlo, me habían mordido el corazón más una vez, y no solo las mordidas sino que también un soplido con un poco de veneno me hacían mojar los ojos, derramaba lagunas de ellos, y sentía cómo el alma se me hacía nada, ahora que esta tan de moda eso del bullyng, definitivamente sería mí coronación como la víctima favorita; un dos tres por mí que estoy tras la puerta  con un paño húmedo en las manos y los mocos hasta el piso, si se dieran medallas me habrían re tapizado el cuarto con un sinnúmero de ellas, hasta puedo imaginarlo, “vengan, pasen, no deje de verlo, no se lo pierda, la coronación de la víctima” o mejor dicho: la lastimera; hasta oigo al merolico: “no llora lágrimas de sangre, pero sí le llena un vaso” y los charlatanes, esos no faltarán: “venga, venga y lleve un vaso de agua salada, como la que probaron los tigres del norte” nunca me he ganado nada pero si fuese concurso yo ganaba, es más, que me den un premio, tantos años de esforzarme poniendo la otra mejilla como para no recibir nada, solo golpes de la vida, he pensado que tal vez pueda recibir la canonización, me he enrojecido últimamente de recordarlo, pero es que la vida es así, o se es víctima o se es victimario, nunca llegamos a un equilibrio, no sé si será algún problema mental con el que arrastra la humanidad, una especie de trauma, pero no somos capaces de estabilizar nuestras emociones, como si no tuviéramos los suficientes medios en nuestras manos, y es que si no controlamos nuestros sentimientos y emociones, pues ni cómo controlar cualquier otro aspecto de nuestras vidas menos la vida de nuestras parejas, es increíble que en lugar de evolucionar estamos involucionando. De cualquier modo yo ya decidí, y de ser víctima a victimario pues me voy por el segundo, es como del pendejo al carbón, pues ya saben, ahora cada que oiga cualquier insulto, pienso responderlo, sin importar las consecuencias, sea o no necesario pienso responder como Julio Cesar, aunque me cueste un diente, total tengo 32, uno menos me ahorrara  muchas amalgamas, pienso defenderme a como dé lugar; aquí frente al espejo voy a jurarme no dejar de reñir, y si me ven feo pos los veo feo,  y si me empujan les doy dos empujones, y si me escupen pos le doy en la madre, y si me pitan les tiro dedo, y si se me atraviesan en el trafico pues los choco me vale madre total traigo seguro, ¿qué?... Pos ¿qué? De ¿qué? O ¿qué chingaos te traes? Ora, éntrale. Ese guey me vio feo, lo voy a chingar, aquí con mi navaja voy a sacarle las tripas, no que me van a meter a la cárcel si aquí ni hay ley. Si me meten, me vale, me vale total unas vacaciones pagadas con comida y toda la cosa; siempre hay que ver el lado bueno de la vida, porque si me ponga a pensar que en una pelea quizá pierda la vida, pues no hago nada, ¿me explico? Es que el que no arriesga no gana, y yo he decidido, pos total y si mí me matan, pues uno menos, menos contaminación por monóxido de carbono, hay que pensar en el planeta, dejar el egoísmo a un lado, ya somos muchos; ahora que si bien me pongo a pensar qué sería de mi madrecita sin mí, pues ahí sí que me duele, y es que la jefa duele, cala y a veces chinga, pero la jefa es la jefa y yo pues tengo que pensar en ella, y es que cuando uno se muere pues se lo comen los gusanos, y yo le tengo fobia  a los gusanos, el solo hecho de imaginar mi podredumbre y mi hermosa y compacta  figura inflada como globo aerostático, pues no, no me agrada, pero es que la gente me llena, me inunda, con una ganas de mandarlos a la chingada. Cómo tiran y cómo tragan, basura y comida, y apenas se tragan un chicle y órale el papel al suelo, como si el chingado papelito pesara mucho y no quieren cargarlo hasta un bote de basura,  eso no es de Dios, luego el chicle, pues pal suelo, y es que en mi experiencia he visto changos con mejores costumbres, no sé qué es lo que nos separa más, si los pelos del chango o la inconciencia del humano, luego como que no controlamos los esfínteres y me refiero a los que nos brotan de las acciones y del pensamiento; para muestra un botoncito,  fíjese usted, es cuestión de salir a la esquina y verlos haciendo un agujero en el pavimento para robarle el agua a los vecinos, luego en otra esquina, un vendedor ambulante tapando la cochera a algún ciudadano; la lista es larga, así ni cómo, luego que si el marido se bebió la quincena, pues ha de ser culpa de este chingado gobierno bueno para nada, ¿o no?, ¿no funciona esto así? No es que sea uno un chingado santo, pero hay que guardar la distancia, tratar de convivir, apoyarnos, tomar lo que nos corresponde, esperar sentados que nos llegue todos, pues no funciona, hay que mirar la vida de frente, y ser mejores, cambiando para poder convivir, así que, pensándolo bien, mejor ni victima ni victimario, pos simplemente ciudadano, porque la felicidad es cosa de actitud, la vida es cosa de actitud, yo soy la actitud, he decidió en definitiva no seguir participando en el juego, la antagonista y el protagonista de este mi gran melodrama, a partir del año que entra me escribo una pieza.





Larizza Arvizo nació en Matachic en 1988. A los cuatro años se trasladó a la ciudad de Chihuahua, donde realizó sus estudios. Es egresada de la licenciatura en teatro por la Facultad de Artes de la UACH. Ha actuado en 25 montajes y es ganadora del premio a mejor actriz, y actriz revelación, en la Muestra Municipal de Teatro 2009.

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