Por fin en paz
El
calor, la lluvia, el sonido insoportable de las bocinas de los autos, los
olores de comida, el humo del combustible, las voces chillonas de las señoras,
todo afuera es espantoso, por eso las puertas y ventanas de mi departamento
están siempre cerradas.
Así
que nadie sospechó. Mis gritos quedaron cautivos en la prisión de mi casa.
Luego, alguien se dio cuenta, dio aviso a la policía.
Al
final ya nada me molesta, ningún ruido socava mis sentidos. Encerrado, mi
cuerpo sin vida tras el vidrio del ataúd, descansa en paz.
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ResponderEliminarGracias por tus bondadosas palabras, la admiración es mutua. Arelí
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