La fotografía
Por Almudena Cosgaya
Llegó
temprano a casa aquella vez. Desde que entró en la vieja casa de su abuela,
notó algo raro. Su querida abuela no salió a recibirla, ni se podía oler
algunas de sus delicias culinarias. Realmente le pareció extraño.
Tras
cambiarse de ropa, bajó a la cocina, abrió el refrigerador y tomó un frasco con
jugo, caminó hacia el estante donde se encontraban los vasos y un ruido llamo su
atención; su corazón se agitó al ver un viejo sobre amarillo sobre la mesa que
antes había estado sin nada, ni siquiera un adorno.
Con paso
lento caminó hasta donde se encontraba el sobre y tras tomar asiento sacó su
contenido. Eran varias fotografías viejas, que la sorprendieron. Miró la
primera con curiosidad. Era la foto de una ventana, al fondo un bosque; el
paisaje era misterioso. Se preguntó si el autor de aquella imagen habría sido
su abuelo, a quien no había tenido oportunidad de conocer pues había
desaparecido una noche lluviosa hace ya algunos años, muchos antes de su
nacimiento.
Siguió
viendo las fotografías: todas eran de la misma escena. Sin embargo, algo
extraño había en ellas; conforme iba pasándolas una extraña silueta comenzaba
acercarse. El temor fue invadiéndola y su respiración se incrementó, pues
conforme pasaba de imagen, la silueta hacia clara. Su forma era masculina.
Tragó saliva en la penúltima fotografía: la silueta negra cubría la mayor parte
de la imagen y presentía que en la última vería su rostro. Con mucho miedo y
lentamente fue apartando la penúltima fotografía, su corazón latía acelerado.
El alivio
llego pronto, pues en la foto final apariencía la ventana sola y el bosque
detrás. Un sonrisa apareció en sus labios al darse cuenta que se había asustado
de nada. Entonces levanto la mirada: justo frente a ella se encontraba un
hombre de negro mirándola fijamente. Su grito se escuchó por toda la casa y
luego se sumergió en un escabroso silencio. Jamás se volvió a saber de
ella, ni de ningún familiar. Todos desaparecieron aquella noche, cuando aquel
hombre extraño decidió aparecer.
La
casa sigue en el mismo lugar, sobre la vieja mesa de centro se alcanza a ver un
viejo sobre. ¿Te atreves a mirar su contenido?
Recuerda que no todo en el mundo es lo que realmente es, pues tus propios
ojos no ven lo que en realidad se esconde justo frente a ti.
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