viernes, 1 de diciembre de 2017

Enrique Servín. La India 2017

La India en 2017

Por Enrique Servín

No tiene sentido (y no resulta posible) idealizar a este país inmenso, multiforme y terriblemente contradictorio. Bajo la India de los mega aeropuertos, las súper carreteras y los institutos de investigación avanzada, subyace, casi en todas partes, una India de barriadas miserables, llenas de polvo y basura. La mendicidad es más común que quizá en ningún otro lugar del mundo y la improvisación en el crecimiento de las ciudades ha generado una cultura demencial del tráfico urbano. Si la India de los salones y los templos una y otra vez huele a incienso y a flores, en las ciudades casi siempre "suena" a motores acelerados y claxons incesantes.

La pobreza extrema, tan visible, tiene un origen antiguo y complejo. Por una parte, el país ha sido, desde hace más de seis mil años, un lugar propicio para el asentamiento y el desarrollo de las comunidades humanas, cuya población no ha dejado, casi continuamente, de crecer. Actualmente se trata del segundo país más poblado del planeta, y es posible que pronto pase a ser el primero. De manera que el agotamiento de los recursos y la competencia por los mismos ha sido, seguramente, una de las causas de la pobreza.

Por la otra parte, la ideología de castas –cuyo origen tal vez sea la conquista indoeuropea y cuya naturaleza es, desde hace muchos siglos, fuertemente religiosa–, genera una inmovilidad social que perpetúa las enormes diferencias económicas. Es cierto que el sistema de castas ha sido combatido desde la Independencia mediante un vigoroso programa de acción afirmativa, pero aún ahora, según me comentan algunos amigos, "nadie casa a sus hijas fuera del sistema de castas". Las guerras internas y las conquistas posteriores (entre ellas la fuertemente opresiva del Imperio Británico, que destruyó productivos sistemas económicos locales y los sustituyó por descomunales negocios, expoliadores y usureros), completaron el panorama de la pauperización masiva.

Pero más allá de esta circunstancia, y a través de numerosos detalles que se van acumulando a lo largo de la experiencia del viaje (el evidente desarrollo de una intensa cultura de los sentidos; la increíble cortesía de la gente; la sofisticación de la música, el teatro, la literatura y –sobre todo– la danza; la variedad y la delicadeza de la gastronomía; la existencia del yoga, las artes marciales y las diferentes formas de la meditación) muy pronto nos confirman (o nos convencen de) que estamos ante una avanzadísima civilización, en muchos aspectos superior a cualquier otra del mundo.

Porque, en efecto, la India no es tan sólo otro país, es, por completo, otra civilización (es decir: un conjunto de rasgos culturales avanzados que dan origen a una cosmovisión particular y a una actitud específica ante la vida). Una civilización deslumbrante, sensual, asombrosamente fina.



Enrique Alberto Servín Herrera es licenciado en derecho y maestro en antropología social. Ha publicado los libros Rarámuri Ra’ichabo: hablemos el tarahumar (2004), El agua y la sombra (2004) y Anirúame historia de los tarahumaras de los tiempos antiguos (2015), entre otros. En 2014 recibió el premio L. Gaboriau de Traducción Literaria, otorgado por el Banff Centre del Consejo Canadiense de las Artes, por su trabajo como promotor de textos traducidos de las lenguas originarias de Chihuahua.

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