Una mujer de dos mundos
Por Fructuoso Irigoyen Rascón
Querido hermano:
No sé dónde estarás ni donde estaré cuando recibas esta carta. No sé siquiera
si la recibirás, pero estoy convencida de que debía escribirla. No sé tampoco
si estaré viva cuando la recibas, si es que la recibes. Parece complicado
¿verdad? pero es que la razón para escribirla es complicada. Te
preguntarás que dónde estoy, cómo y por qué he desaparecido así nomás. Quizás
no hayas tenido siquiera tiempo de extrañarme, o no te habrás dado cuenta de
que me fui. Pero esta misma carta te dejará saber que me he ido y responderá a
tus preguntas.
Sabrás que he vivido dos vidas. O he vivido en dos mundos. Mundos que como
líneas paralelas se pueden extender sin llegar a tocarse nunca. Y mejor que así
sea. Pues bien, he decidido volver a ese otro mundo del que tú sabes nada o muy
poco. Y es que así debía ser: tú eres un hombre limpio, decente, trasparente,
no tienes absolutamente nada que ver con ese otro mundo turbio, sórdido, del
que vine y al que he vuelto.
Como notaste en alguna ocasión, yo actuaba como si me
estuviera escondiendo de algo o de alguien, pues bien, en verdad lo estaba
haciendo, temía que tarde o temprano los de allá me encontraran y me hicieran
volver. Pues no me encontraron, pero sé que tengo que volver. Mi partida debió
causar conmoción entre los de allá, incluso ‒me temo‒ pueden haber torturado a alguna de las muchachas para
que dijeran a donde me había ido. ¡Las pobres!
No les dejé saber a dónde me fui. El volver allá
después de haber pasado este tiempo aquí deberá probarles que, si uno quiere,
se puede dejar aquel mundo. Sin embargo, tal vez mi razón principal para volver
es que nunca sentí pertenecer a tu mundo. Cada cosa con que me encontraba, cada
acción que emprendía, cada persona que conocía me transmitía el mismo mensaje:
tú no eres de aquí, no perteneces.. Cierto que allá sufría, tenía miedo y
dolor, pero era mi mundo, era en mi casa. Finalmente, qué tal si me equivoco de
nuevo. Pues bien chamuscada y todo, ya me sé el camino por el que puedo volver
aquí.
Trataré de no extrañarte. Tú no me extrañes tampoco.
Un beso.
Tu hermana
Fructuoso Irigoyen Rascón, autor de Cerocahui, una verdadera épica de la región, es médico con especialidad en psiquiatría, con una vasta y brillante práctica profesional. Es autor, además, de los libros Tarahumara Medicine: Ethnobotany and Healing among the Raramuri of Mexico y Nace Chihuahua, Gabriel Tepórame y Diego Guajardo Fajardo, los forjadores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario