Una marca de la cabeza en la almohada
Por Sergio
Torres
Después del adiós uno se queda una marca de
la cabeza en la almohada, cabellos en la coladera, la camisa preferida, verde,
con su gran número 7 al frente, que ella usa para dormir. A veces incluso
cuando el nuevo viene a tomarla en brazos para pasearla en la nave de los
besos, abrazos y caricias.
Después del adiós, aunque tengas su número de
teléfono y la dirección de donde vive, no hay más felicitaciones por el día del
abogado, el ingeniero, el químico. No hay más flores amarillas en la primavera ‒para ninguna de ellas, ni austral ni
septentrional‒. No hay canción de
cumpleaños, ni llamada para compartir la buena noticia o pedir ayuda de esas
manos que antes acariciaban con íntima confianza.
Después del adiós, todo depende de la madurez
de los protagonistas. La ausencia se viste de desprecio. El milagro de amor se
transforma en el milagro de odiarse, también nada más porque sí.
Después del adiós, las canciones favoritas se
transforman en un triste recuerdo.
Sergio Torres. Licenciado en Artes, músico desde la infancia, dibujante y compositor de canciones. Maestro de música por vocación.
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