lunes, 29 de septiembre de 2025

La ejemplar historia de una mujer libre

 


La columna de Bety

La ejemplar historia de una mujer libre

 

Por Beatriz Aldana

 

La vida es una constante rueda, si no de la fortuna sí rueda al fin. Traigo a colación este tema porque recientemente una persona de mi gran estima fue sometida a una delicadísima intervención quirúrgica. Mi pesar era que, debido a que a esa persona le sobran más que le falten seres queridos con toda la disposición de cuidarle, de estar al pendiente de su progreso convaleciente, a pesar de eso yo, con gran ilusión y con cierta devoción, me propuse dejar de hacer todo asunto propio para dedicarle tiempo, compañía y cuidados a mi gran amigo.

Pero quiso el destino que yo visualizara algo que tal vez no tenía mayor importancia, pero que a la postre, después de tanta observancia innecesaria, pero también un tanto de curiosidad, hizo que mi rueda girase en sentido contrario, por la tristeza, frustración, desesperanza y un sentido de pérdida, por el entusiasmo observado en cada una de las publicaciones aparecidas en esta a veces fatídica carretera digital, que las más de las veces ha provocado rompimientos sentimentales, amistosos, incluso de trabajo.

Regreso a lo que comento en relación con las visualizaciones observadas, las cuales me condujeron a cavilaciones equivocas, incluso a retomar costumbres ya puestas en un cajón, como las bebidas espirituosas, tal vez con la intención de que de pronto al beber una o dos copitas se acallaran esos sentimientos nada halagüeños.

Y nada, así como menciono lo de la rueda, me percato de una cosa: Todo ese tiempo empleado en cavilaciones, toma de decisiones, y en algún momento, el agradable estado etílico, me dio el valor de expresarle a él algo que siempre guardaba celosamente en mi yo interno, y era esto:  no está en mi ser la compañía perenne o constante de absolutamente nadie, hay algo en mí que me lo prohíbe.

Tal vez sea que desde niña, por avatares de la a veces injusta vida, quedé huérfana de madre, y por consiguiente huérfana de familia, porque los hermanos jamás ocupan la labor de una madre ni en cariño, ni en atención y mucho menos en educación. Así que desde los 14 años hasta ahora a los 72, que tengo, siempre he sentido ese inmenso deseo de libertad.

Por fortuna me he tomado en este largo caminar con gente que ha comprendido a carta cabal esta manera mía de ser. Por ahí a veces me dicen: Dame la receta para sonreír y ser tan feliz como luces siempre.

Bueno, pues no hay receta. No sabría dar cada persona los ingredientes.

 


Beatriz Aldana es contadora y siempre ha trabajado en la industria y en corporativos comerciales. Gran lectora, escribe y produce crónicas de video en sus dos blogs de Facebook, además de La columna de Bety en Estilo Mápula.

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