lunes, 8 de septiembre de 2025

Luces demasiado rojas

 


La columna de Bety

Luces demasiado rojas

 

Por Beatriz Aldana

 

Aquí voy. En mi larga vida han ocurrido estas situaciones: Cuando fui la señora Castillo, por avatares del destino encontré una llamada hecha desde el teléfono de mi casa. En aquel entonces los teléfonos fijos tenían, y aún tienen, una tecla que dice "redial". Esa tecla retiene la última llamada y, si se presiona, marca el teléfono a donde se dirigió la llamada. Pues bien: mi esposo acababa de abandonar la casa para irse a su trabajo, entonces  yo iba  a hacer una llamada y pulse por curiosidad, (craso error), la tecla y contestó al otro lado de la línea una dama. Le pregunté su nombre y me contestó “soy Rosa María”.

Me vino a la mente que mi esposo la mencionó en dos o tres ocasiones, ahí fue cuando me percaté de que en la vida de él estaba entrando esa mujer y, por ende, me estaba desplazando. Y efectivamente, así fue.

Irremediablemente recurrí al divorcio para regalarle a él su libertad.

Luego llegó la siguiente vez con otra persona con quien me emparejé después del divorcio. Todo marchó bien durante los tres años de la relación, pero de pronto mi pareja me hizo un comentario sobre una reunión convocada para la presentación de un hotel cinco estrellas de una ciudad del estado de Sinaloa. Los comentarios de él fueron en extremo favorables acerca de la dueña del citado hotel, incluso me dijo su nombre de pila, Ariadna, y le noté cierto titubeo y emoción al mencionarlo.

Definitivamente mi corazón dio un vuelco y percibí una lucecita amarilla de advertencia, que por por desgracia después se convirtió en la temida luz roja de "peligro".

Mi pareja optó por emprender el viaje a Sinaloa con la citada dama, ya ellos  como pareja.

Y parece que el destino me persigue, ya que hace unos días casualmente revisé mi Facebook y encontré por ahí un texto que me volvió a encender esa lucecita amarilla de "alerta", ya que a partir de ahí empecé a visualizar likes continuados y siempre en primer lugar, lo que definitivamente me da la pauta, como lo hago ya por costumbre, dejar espacio para dejar fluir, no estar en medio, no forzar lo que tal vez ya perdió la magia de origen.

Ahora solo me resta tratar de trabajar mucho en mi estima, amarme mucho, y aceptar en toda su dimensión que lo más probable es que sea yo cierto tipo de mujer que prefiere siempre ponerse a un lado, o como dice ese refrán tan mencionado en ocasiones, "antes muerta que ¿sencilla?”

 


Beatriz Aldana es contadora y siempre ha trabajado en la industria y en corporativos comerciales. Gran lectora, escribe y produce crónicas de video en sus dos blogs de Facebook, además de La columna de Bety en Estilo Mápula.

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