La columna de Bety
Luces demasiado rojas
Por Beatriz Aldana
Aquí voy. En mi larga vida han
ocurrido estas situaciones: Cuando fui la señora Castillo, por avatares del
destino encontré una llamada hecha desde el teléfono de mi casa. En aquel
entonces los teléfonos fijos tenían, y aún tienen, una tecla que dice
"redial". Esa tecla retiene la última llamada y, si se presiona,
marca el teléfono a donde se dirigió la llamada. Pues bien: mi esposo acababa
de abandonar la casa para irse a su trabajo, entonces yo iba
a hacer una llamada y pulse por curiosidad, (craso error), la tecla y
contestó al otro lado de la línea una dama. Le pregunté su nombre y me contestó
“soy Rosa María”.
Me vino a la mente que mi
esposo la mencionó en dos o tres ocasiones, ahí fue cuando me percaté de que en
la vida de él estaba entrando esa mujer y, por ende, me estaba desplazando. Y
efectivamente, así fue.
Irremediablemente recurrí al
divorcio para regalarle a él su libertad.
Luego llegó la siguiente vez
con otra persona con quien me emparejé después del divorcio. Todo marchó bien
durante los tres años de la relación, pero de pronto mi pareja me hizo un
comentario sobre una reunión convocada para la presentación de un hotel cinco
estrellas de una ciudad del estado de Sinaloa. Los comentarios de él fueron en
extremo favorables acerca de la dueña del citado hotel, incluso me dijo su
nombre de pila, Ariadna, y le noté cierto titubeo y emoción al mencionarlo.
Definitivamente mi corazón
dio un vuelco y percibí una lucecita amarilla de advertencia, que por por
desgracia después se convirtió en la temida luz roja de "peligro".
Mi pareja optó por emprender
el viaje a Sinaloa con la citada dama, ya ellos
como pareja.
Y parece que el destino me
persigue, ya que hace unos días casualmente revisé mi Facebook y encontré por
ahí un texto que me volvió a encender esa lucecita amarilla de "alerta",
ya que a partir de ahí empecé a visualizar likes continuados y siempre
en primer lugar, lo que definitivamente me da la pauta, como lo hago ya por
costumbre, dejar espacio para dejar fluir, no estar en medio, no forzar lo que
tal vez ya perdió la magia de origen.
Ahora solo me resta tratar
de trabajar mucho en mi estima, amarme mucho, y aceptar en toda su dimensión
que lo más probable es que sea yo cierto tipo de mujer que prefiere siempre
ponerse a un lado, o como dice ese refrán tan mencionado en ocasiones, "antes
muerta que ¿sencilla?”
Beatriz Aldana es contadora y siempre ha trabajado en la industria y en corporativos comerciales. Gran lectora, escribe y produce crónicas de video en sus dos blogs de Facebook, además de La columna de Bety en Estilo Mápula.
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