martes, 23 de septiembre de 2025

Respirar

 


La columna de Bety

Respirar

 

Por Beatriz Aldana

 

Hoy iniciaré La columna de Bety como en retrospectiva. Recuerdo mi edad: siete añitos, siempre de la manita de mi mamá. Ella se llamaba Jesusita, porque su nombre de pila era Jesús, en masculino, un solo nombre. Regresando a lo de la manita, una vez me llevó al doctor, en el Seguro Social, y escuché al mencionado doctor cuando le dijo que yo tenía una enfermedad muy seria, la cual irremediablemente me llevaría a la muerte.

Mi mamá lloró mucho y con todo el dolor me dejó ahí, se despidió de mí, yo ataviada con la típica batita azul. Me pusieron en una sala de seis camas para mí solita, permanecí internada aproximadamente tres meses. A diario miraba por el ventanal para atisbar la hora de llegada de mi mamá.

Desde pequeña me han atacado enfermedades de muy difícil tratamiento, hasta el sol de hoy, pues mi hígado quedó casi destruido. Por eso los medicamentos que me lleguen a recetar casi resultan en vano, porque mi hígado no logra metabolizar adecuadamente las sales o antídotos que lleguen a contener. Lo mismo pasa con diferentes alimentos totalmente prohibidos en mi dieta.

Mi mamá murió cuando estaba aún pequeña. Crecí como alguna vez lo dijese yo misma en una forma un tanto peyorativa:  "como un perrito callejero".

Y por lo tanto, siempre tomé lo que se presentaba en mi camino de vida, así que muchas veces me equivoqué (en parejas, en amistades), jamás en mis empleos, que dicho sea de paso siempre fueron de alto nivel y por consecuencia ahora tengo buenos beneficios de ellos por jubilación y por los bienes adquiridos.

Pero ahora regreso a la endeble salud. Un simple resfrío en mí tiene la capacidad de inhabilitarme por espacio de 40 días por los resquicios que quedan de él. Ahora, a mi edad un tanto avanzada, me queda muy claro que si no tengo la debida precaución en estos resquicios que me quedaron, indudablemente que el futuro no es en absoluto halagüeño.

He de añadir que mi estructura física es tremendamente endeble, por la delgadez de solo 42 kilos, y qué decir de la estabilidad emocional: soy extremadamente sensible, lo cual no abona a tener la entereza suficiente para sobrellevar situaciones que las más de las veces me hieren profundamente por mi exagerada entrega a cualquier sentimiento amoroso, u amistoso. Soy el tipo de persona que se entrega con una fidelidad absoluta a la pareja, a las amistades, cuando debería comprender que eso se da en personas de tipo especial como yo, y no en la generalidad.

Para dar fin a esta crónica, haré mención de que la última doctora que atendió mi problema de falta de mejoría en mi salud fue esta:

 

No estaría por demás que buscara ayuda terapéutica, porque usted no tiene problema infeccioso: sus pulmones se escuchan bien, por lo tanto llego a la conclusión de que esto es una enfermedad psicosomática provocada por un evento, circunstancia que le está provocando una inestabilidad emocional. Por alguna razón, usted tiene temor de solucionarla, tal vez por la tristeza o pérdida que llegase a provocarle, la decisión de finiquitar. Eso es solamente decisión suya"

 

Efectivamente, buscaré ayuda profesional para hacer un último intento para recuperar mi salud.

 


Beatriz Aldana es contadora y siempre ha trabajado en la industria y en corporativos comerciales. Gran lectora, escribe y produce crónicas de video en sus dos blogs de Facebook, además de La columna de Bety en Estilo Mápula.

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