jueves, 4 de julio de 2019

Jaime Chavira Ornelas. Su cuento La maestra Lucy

La maestra Lucy

Por Jaime Chavira Ornelas

Sentí fresca la mañana, pero el clima era lo que menos me importaba; la excitación que sentía esa dichosa mañana de septiembre era por el regreso a clases. Yo era en ese entonces un joven de 12 años y estaba por iniciar el ultimo año de primara. Y lo más importante era que me tocaba con la maestra Lucy.
Aunque la veía todos los días desde que estaba en cuarto grado, hoy la tendría frente a frente; debía escoger el mejor pupitre de la fila de enfrente. Todo marchaba conforme al plan.
Llegué a la escuela, mi gran escuela. La Niños Héroes para mí era como un santuario, allí había pasado los últimos cinco años y había aprendido no solo las tablas y las reglas de ortografía, sino también el valor de la amistad, la fidelidad, la confianza y el amor. El amor sin malicia, sin deseo, solo amor limpio y honesto.
Suspire profundo y busque el salón de Sexto B: era enrome, limpio y olía a lápiz combinado con cuaderno y libro; de inmediato me senté en el primer pupitre de la fila de en medio, desde allí podría ve mejor el hermoso rostro de ella.
Entró resplandeciente. Su figura llenó el salón de un sentimiento que  nunca había experimentado: paz, tranquilidad, armonía y vitalidad. Plenitud. Fue algo que me hizo agradecer por haber nacido, ser alguien aquí y ahora. El solo hecho de tomar lista fue extraordinario: cómo decía nuestros apellidos y nombres, los pronunciaba como si fuéramos los apóstoles, los templarios, los reyes y reinas privilegiados, me sentía grandioso. Ella tenía un don especial que en ese momento yo desconocía y la verdad no me importaba, de hecho no me importaba nada, solo estar allí, viéndola, sintiéndola, observar sus labios, el rostro, sus senos hermosos, su figura esbelta. Escuchar su voz melodiosa, sensual, hipnótica.
Pasó el día como minutos. Los quebrados, el español, civismo, fueron como grandes noticias, todo era nuevo. En el recreo compartí mi lonche con Bailón, jugué basket y pasó tan rápido que ni cuenta me di que ganamos el juego –no me importó–. Llegue a casa y se me hizo más acogedora, mi madre parecía más amorosa, yo veía la vida con otra perspectiva, me sentí como alguien nuevo, una mejor persona. Ese día 18 de de septiembre de 1965 cambié para siempre.
Pasaron los días, los meses, y fueron los mejores de mi vida. Solo ver y sentir la presencia de la maestra Lucy bastó para enamórame profundamente de ella. Tenía una necesidad inmensa de declararle mi amor, decirle todo lo que ella representaba para mí. Lo que me detenía era no saber cómo hacerlo, no encantaba las palabras correctas ni el lugar ni el momento. Una noche no pude dormir pensando solo en cómo era tan ridículo no saber nada respecto al amor; me preguntaba una y otra vez: ¿esto será el amor?, ¿o es admiración, o capricho, o qué es lo que siento… qué?
Una vez que me quede dormido, soñé que llegaba a clases: la maestra Lucy me recibió con una gran sonrisa y me dijo “solo escríbeme una carta, solo eso, es todo”.
 A la mañana siguiente empecé a declarar mi amor a esa hermosa mujer de la cual estaba completamente seguro de estar profundamente enamorado.
Querida maestra Lucy:
Esta carta es una declaración amorosa de alguien que desde hace ya tiempo siente por usted gran respeto, admiración pero más que todo amor, un amor sin condiciones, yendo mas allá de lo físico, de lo carnal. Conozco su alma, esa bella y esplendorosa alma que para mí es como un gran vórtice que lleva a un mundo de emociones y sensaciones que son el inicio de la vida misma, un gran fluido de aguas tibias y calmadas que me conducen a una tierra prometida, colmada de dicha, donde el fruto no es prohibido, es la recompensa por sentir la pasión por lo amado y usted es esa recompensa.
Soy un simple y ordinario ser humano, que con esta confesión se siente libre y realizado, usted estará siempre en mi corazón y formará parte de mí hasta el día en que abandone mi carne.
Sinceramente, alguien                 
Al siguiente día llegué muy temprano y deje la carta sobre el escritorio de la maestra Lucy. Busque un pupitre en la ultima fila, me senté, respiré profundo, me relaje y paso el día como si fueran minutos. Compartí mi lonche con Jazmin, jugué basket. Y perdí.
Junio 2019



Jaime Chavira Ornelas tiene licenciatura en manejo de negocios, varios cursos de manejo de almacenes, control de inventario, ventas, negociación y motivación, lingüística, control de emociones e inteligencia emocional, manejo de personal. Desde hace 30 años escribe poemas y relatos. Actualmente se dedica a la venta de automóviles y asiste a un taller literario.

1 comentario:

  1. Jaime Chavira Ornelas (mi hermano) desde hace mucho tiempo he sido testigo de sus escritos, los cuales son herencia de la Sra Profa Arcelia Maturan Vda de Ornelas gran poetiza y escritora QEPD(nuestra abuela) Exelente escrito hermano!!!

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