Cocodrilo Bit
Don Arturo, el de Monterrey
Por Benito Rosales
Hace unos meses, en uno de los programas de Tiempo Literario del maestro Eligio Coronado, el buen amigo Arturo Mariño tuvo la atención de regalarme un ejemplar de su libro Cuentos del poeta y su bocota; una semana antes le había comentado que me interesaba comprarlo y él muy amablemente me lo obsequió. Tuvo además el detalle de platicarme largo y tendido varios detalles del mismo, de cómo había construido los poemas, de cuál era su intención a la hora de escribirlos.
Es fácil saber cuando alguien habla de algo que le importa y quiere, el tono de voz es diferente, los ojos brillan con intensidad, como si uno estuviera en una especie de trance, justo como Mariño trataba de transmitirme todo lo que había alrededor de sus textos.
En ese entonces estaba escribiendo reseñas de libros de escritores independientes y me intención era hacer lo propio con su libro, pero, por razones que no vienen al caso mencionar, la reseña se ha tardado, sigo con la misma intención y espero en su momento circularlo en mis redes sociales, pero por lo pronto quiero dedicarle en este espacio unas líneas.
Ignoro cuánto tiempo tenga El Poeta y su bocota, como se autonombra el buen Arturo en esta danza de las letras regias. Cuando un servidor comenzó a involucrarse, en el pasado 2015, él ya estaba ahí y en las conversaciones que tenía con amigos que escribían y asistían a eventos literarios, su nombre era uno de los que siempre salían a relucir. No pasó mucho tiempo para que coincidiéramos en algún lugar, y después de escucharlo leer quedé atrapado. La forma tan peculiar de interpretar sus textos, de dramatizarlos, es única. Matiza la voz para cada palabra, se acompaña de música y de otros elementos para crear la atmósfera perfecta para cada escrito. Ha logrado algo que muchos perseguimos y no tenemos certeza de algún día lograr: un estilo propio.
Ha conseguido mantener en su obra dos principios básicos del arte, algo a lo que muchos le rehuimos y tratamos de evitar en el quedabien. Dos lecciones trato de recordar cada vez que lo veo. La primera, y en mi opinión más importante, la idea de divertirse; más allá de si quien lo escucha disfruta, llora o ríe con sus textos y dramatizaciones, él si lo va a hacer, y eso se transmite y se siente. La segunda es la de darse la oportunidad de experimentar, ir más allá, de probar, de no limitarse: lo he visto jugar con las luces en transmisiones en vivo, ponerse una nariz de payaso, pasar al escenario con un bote de basura, tocar temas incómodos o poco recurridos en la poesía, con mucha naturalidad y valentía.
El desaparecido maestro Eligio Coronado lo llamaba don Arturo, yo lo tomaba como un gesto de nobleza del maestro hacía él, como los acostumbraba el con muchos de nosotros, pero después de cierto tiempo, me di cuenta que había algo más, y que la admiración y el respeto del maestro a Mariño iba más allá. Hoy, después tener la oportunidad de convivir un tiempo con los dos, de leer parte de la obra de El poeta y su bocota y escucharlo en vivo, coincido con totalmente: sí, es don Arturo, el poeta y cuentista avecindado en el mundo subterráneo, genuino y real, de Monterrey.
Monterrey, 28 enero 2024
Benito Rosales Barrientos nació en Monterrey, ha participado en varios talleres literarios de ciudad natal. Es autor de los libros: Sobre la cornisa del laberinto, poemas; Cuando estos cielos caigan como ojos de gato, poemas; Las flores del jardín, cuento, 2017; La niña y la serpiente, cuento, entre otros.
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