domingo, 21 de enero de 2024

Maya y Wanka. Sigfrido Viguería Espinoza

Utrora

Maya y Wanka

 

 

Por Sigfrido Viguería Espinoza

 

 

                              Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.

                              altísimo fervor franciscano no anónimo…

 

 

Maya

 

Pequeña mía… Maya,

viendo tu cuerpo lacerado

no pude socorrer por segunda vez tus gritos y dolor.

Tu, siempre tan mansa y dulce,

me haces dudar, con tu muerte, del amor.

El rumor de tu muerte venía…

Entre abrazos, tu mano siempre amorosa a mi mano,

tu cabeza buscando refugio en mi regazo.

 

Pedazo de perro victimado por la saña y el odio.

Me pregunto si estos pueden caben en el mundo de los perros.

Yo pienso en Gaza, pedazo – mía… en el horror que no tiene nombre

y en cambio nos abomina y abomino como todos los hombres.

 

Creo en los mártires de todo el mundo.

Donde los humanos, las cosas, las plantas y los animales,

nos hieren para siempre en lo profundo.

Estás tu ahora como Rocky, durmiendo el sueño de los justos.

 

En carne viva y propia lloro como todos los miserables.

Tus heridas e injusticia,

ungidas en cada desaparecido.

El fantasmagórico significado de la vida.

Pienso en todos los días un muerto,

sea humano, perro… todos… no alcanzo a nombrarlos,

como tampoco me alcanza el horror para entender el exterminio,

el cual lo hemos hecho, cada día más humano

inhumano

deshumano.

El dolor me embarga, pequeña mía… donde muchos piensan

que la muerte de un perro vale menos que la de los humanos.

¿Y cómo pensar en humanidad en la maldad en la perversión de las muertes de ahora?

Esas muertes diarias donde las personas desaparecen

y aparecen sacrificadas… ahí… endurezco mi corazón… y luego se disuelve.

Me encuentro tan vulnerable como tu… pequeña mía.

 

Y te nombré Maya… pensando en árabe –gracia–

que me ha robado la injusticia de tu muerte.

 

 

 

Wanka

 

Pequeña mía: Pensaba en ti

como ese personaje de Los perros hambrientos.

Eras valerosa, leal y fuerte.

Siempre lo fuiste… hasta el último momento de tu muerte.

¿Por qué tuve que ver cómo morías?,

una decisión que ya intuías.

Te estoy llorando como a Maya, como a Rocky… Capi… Natasha.

Y te lloro por todo el maltrato que pude infringirte,

por todo el amor que me faltó de darte.

Me faltó estar más contigo… entender que fuiste diferente, aislada.

Siempre estarás en tu nombre fuerte y ruda… vigorosa.

¿Como puedo con la ausencia de mis dos pequeñas?

He de buscarlas en el jardín… donde yacen sus cuerpos unidos a la tierra.

He de buscarlas en los ladridos, saltos y brincos, en la casa.

He de buscarlas en mis sueños y recuerdos perrunos.

He de buscarlas desde mi muerte… hasta encontrarlas.

 

 

En la desolación de mi casa, 18 y 19 enero 2024

 

 

 

Sigfrido Viguería Espinoza es licenciado en letras españolas por la UACH. Tiene estudios de maestría en educación y doctorado en pedagogía. Es profesor de literatura en el Colegio de Bachilleres y asesor académico en la Normal Superior de Nuevo Casas Grandes. Escribe una columna llamada Mito, Literatura y Realidad en El Diario de Juárez. Tiene publicaciones en la revista literaria Hambre, en el podcast El buen Cruel, diario digital de Agua Prieta. Ha publicado en semanarios y revistas literarias como Nosotros, Metamorfosis y Letra Nostra. Es promotor cultural y académico en Normal Superior José E. Medrano R, UACJ Nuevo Casas Grandes y UPN Nuevo Casas Grandes. Dedica su tiempo a la literatura, la discusión académica y el canto lírico. Publica constantemente ensayos y poemas en medios impresos y electrónicos. Tiene una columna semanal llamada Utrora en Estilo Mápula revista de literatura.

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